En la familia Affleck primero llegó Ben y tres años después, Casey. Los chicos crecieron en lo que se denomina familia “disfuncional”. Su madre, Anne para todos “Chris”, enseñaba en una escuela. Timothy, el padre, hacía de todo un poco. Alternaba trabajos de conserje, mecánico y mozo con su verdadera vocación de director y actor en la Compañía de Teatro de Boston. La inestabilidad laboral, la frustración cotidiana o simplemente las elecciones personales pesaron fuerte en Timothy que comenzó a beber mucho más de lo permitido.
Las peleas y los reproches coparon todo el hogar. Sin espacio para otro sentimiento, el matrimonio se separó. Ben y Casey creyeron que podrían tener un poco de tranquilidad. No fue así. Anne comenzó a trabajar más horas lo que implicaba más tiempo fuera de su casa. Los chicos pasaban la mayor parte del día solos. Ben con 9 años se convirtió en el protector de su hermano y Casey en su incondicional.
Como casi todos los chicos del mundo Ben quería una mascota y le pidió a su madre un perro. Ella le prometió uno, pero antes para demostrarle que sería responsable y lo desafío: debía pasear un perro imaginario una semana. Durante cinco días, Ben cumplió el desafío a rajatabla, pero niño al fin fue incapaz de sostenerlo dos días más y se quedó sin mascota. Alertado por esa experiencia Casey no pidió un perro sino un gato y lo obtuvo sin ninguna prueba. También adoptó serpientes, hammster y tortugas. Ben no se enojó sabía que eran los beneficios de ser el hijo menor.
En esa familia donde el límite entre ser un hijo autónomo o uno abandonado era difuso, los hermanos se apoyaban mutuamente. Motivos no les faltaban.
Con el divorcio, la adicción al alcohol de Timothy se descontroló un poco más. Pedir ayuda a su familia era imposible. Su madre, la abuela de sus hijos, se suicidó con pastillas y alcohol en un hotel barato a los 46 años; su hermana se mató de un disparo. La otra prefirió una muerte más lenta: se hizo adicta a la heroína.
Los chicos hicieron de la calle su hogar. Iban a una escuela pública y pasaban la tarde vagando por las calles. Sin un adulto cerca, solían meterse en peleas, también realizaban pequeños trabajos como vender diarios en una esquina o ayudar en un puesto de comida callejera.
Cuando Ben cumplió los ocho, otro pibe se mudó a dos cuadras de su casa. Era dos años mayor pero congeniaron rápido. Se llamaba Matt Damon.
Ben y Matt asistían a la misma escuela. Primero fueron alumnos del Cambridge Rindge y luego pasaron al Latin School. No compartían curso pero siempre se juntaban en el recreo y en los ratos libres. Eran inseparables En esa dupla irrompible solo había un permitido y era el pequeño Casey.
Con la adolescencia la diferencia física entre los hermanos se hizo notoria. Ben que en la primaria era bajo y de contextura pequeña creció hasta llegar al 1,92. Casey conservó una estructura más chica y se plantó en el 1,75. Sus temperamentos también eran opuestos complementarios. La personalidad del mayor era explosiva, arrolladora y la simpatía, parte de su ADN; Casey se mostraba mucho más reservado, observador y discreto.
Para los 19 de Ben y los 16 de Casey los muchachos recibieron una noticia que hacía años esperaban. Su padre por fin había logrado controlar su adicción al alcohol. La sobriedad llegó a su vida y no lo abandonó más. En el futuro sus hijos no podrían decir lo mismo.
De los dos, el que siempre “la tuvo clara” en su deseo de ser actor fue Ben. Su debut fue en un comercial para una cadena de hamburguesas. A los nueve logró su primer papel en la película The dark end of the Street. La actuación le gustaba tanto que convenció a su amigo Matt de participar en un taller de teatro. A veces como juego y casi siempre como trabajo comenzaron a aparecer en programas de televisión. Siguiendo el ejemplo de sus mayores a Casey también le picó el bichito de la actuación. En 1988 participó en Lemon sky con Kevin Bacon. Su papel era una fija… hermano menor.
De esa época de sueños grandes y posibilidades pequeñas, Matt Damon contó. “Éramos un par de jóvenes actores. Nos subíamos a un micro, llegábamos a Nueva York, esperábamos nuestro turno, nos deshacíamos en lágrimas en escena y nos decían: ‘Ok, gracias’ que significaba, ‘no gracias’. Solíamos llamar a todo el asunto ‘Ok, gracias’ y esas experiencias se volvieron nuestro aprendizaje”.
Los amigos decidieron mudarse a Los Ángeles, al tiempo se sumó Casey. Ben y Matt con ímpetu y Casey, no tanto buscaban dar el gran batacazo, pero la posibilidad no llegaba… hasta que llegó. La historia es bastante conocida y parece la concreción del famoso “gran sueño americano”.
Hartos del “ok, gracias”, los amigos decidieron encarar su propio proyecto. Matt estudiaba Letras en la famosa Universidad de Harvard, y decidió “matar dos pájaros de un tiro”. Para una materia escribió una historia de cuarenta páginas que recibió la aprobación de sus profesores. Cuando Ben leyó la historia de ese chico de mente brillante, rodeado de unos amigos tan incondicionales como perdedores y de dos adultos que intentaba rescatarlo le agregó elementos de su propia experiencia. Ocurriría en Boston y el protagonista sería un conserje, oficio que alguna vez desempeñó su padre. Imaginaban a Morgan Freeman como el psicólogo ya Robert De Niro como el profesor. Ellos serían los protagonistas de la historia y una persona más sí o sí se sumaría, Casey.
Los muchachos golpearon puertas y recibieron portazos. Ningún estudio aceptaba sus condiciones: ser guionistas y productores. Pero “terco que terco a lo que quiero me acerco”, Ben conoció a Kevin Smith. El director no solo se interesó por el proyecto sino que además logró entusiasmar al hoy caído en desgracia pero en ese momento todopoderoso Harvey Weinstein. Solo faltaba la frutilla del postre: que Casey participara. El muchacho decepcionado por su experiencia en Race the sun había abandonado Hollywood y vuelto a la universidad. Y hasta allá viaj{ó su hermano mayor a convencerlo de participar. Casey dijo que prefería hacer un documental y tampoco le gustaba la idea de interpretar a un chico simple, pero finalmente su hermano lo convenció.
El proyecto se transformó en película, la película en éxito y el éxito en sueño alcanzado. Los amigos de Boston se convirtieron en los guionistas más jóvenes de la historia en recibir un Oscar.
A partir de ese momento los hermanos Affleck siguieron juntos pero separados. El mayor inició un camino donde los proyectos comerciales, las malas películas y las portadas de revistas se alternaban. Estuvo en Armageddon, en Shakespeare apasionado y en Pearl Harbor. Rompió boleterías en Fuera de Control y La suma de todos los miedos y desenamoró en vez de enamorar en varias comedias románticas.
En el medio protagonizó romances explosivos. Estuvo de novio con Gwyneth Paltrow después de que ella rompiera nada más ni nada menos que con Brad Pitt. En el 2002 se convirtió en Bennifer al comenzar un romance con Jennifer López. Parecían inseparables, tanto que protagonizaron la película Gigli que fue considerada uno de los bodrios más grandes de la historia. Los fotógrafos los seguían a todas partes en moto, lancha o helicóptero. La presión era tremenda y aunque Jennifer aseguraba que el amor era genuino, rompieron.
Fue en el 2004, el mismo año que fue echado de un casino de las Vegas acusado de hacer trampa en el Black Jack, empezó una relación con Jennifer Garner. Al año siguiente se casaron en una ceremonia íntima en una isla caribeña.
Mientras el mayor era perseguido por paparazzis, el menor conservaba su bajo perfil. Participó en Desert Blue y Drowning Mona, películas muy bien recibido por la crítica pero que pasaron desapercibidas por el público. También estuvo en Oceans Eleven donde resultó difícil descollar entre George Clooney y Brad Pitt.
Su vida privada tampoco era centro de atención. En 1995, mientras filmaba Todo por un sueño con Joaquín Phoenix, este le presentó a su hermana Summer. En 2003 comenzaron a salir, ambos compartían el amor por los animales y la dieta vegana, pero sobre todo sabían lo que significa ser “los hermanos de”. Se casaron en 2006 y tuvieron dos hijos, Indiana y Atticus.
En 2007 con “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” obtuvo su primera nominación al Oscar. Muchos críticos comprendieron que era mucho más que “el hermano de”. El talento de Casey podía ser desconocido para el gran público pero no para su hermano. Por eso cuando Ben decidió debutar como director con el thriller Desapareció una noche, el protagonista era número puesto: su enorme hermano menor.
Después de esa película, Ben consiguió un reconocimiento como director que nunca tuvo como actor. En cambio, su hermano aunque aplaudido siguió sin recibir buenos papeles. Eso lo llevó a buscar otros caminos de los más variados. Después de los ataques del 11 de septiembre presentó un proyecto para diseñar un monumento al World Trade Center. Intentó poner en marcha un museo sobre “visiones del futuro” y buscó inversionistas en Dubai, intentó abrir una cadena de restaurantes veganos y hasta inventó una app para encontrar perros perdidos.
En el 2017 parecía que por fin el mundo se rendía ante el talento de Casey. Ganó un Oscar por su visceral y desgarrador papel en Manchester frente al mar.
Cuando parecía que todo iba bien, los demonios decidieron salir a jugar con los Affleck. Mientras Casey preparaba su camino al Oscar fue acusado de abuso sexual. Los hechos habrían ocurrido en el 2010 durante la filmación de I’m Still Here, un falso documental donde Joaquín Phoenix anunciaba su supuesta reconversión de actor a estrella del rap.
Dos mujeres denunciaron que Casey las presionó para que se acostaran con él, a pesar de que ambas habían dicho no. Según el relato de una de ellas, el intérprete se llegó a meter en la cama donde dormía sin su consentimiento y alcoholizado. El actor siempre negó las acusaciones pero llegó a un acuerdo con las denunciantes de manera privada.
Como si fuera una maldición genética, Ben confesó que su adicción al alcohol destruyó su matrimonio con Garner. Pasó por varios centros de rehabilitación y tuvo varias recaídas. Su adicción al alcohol lo ubicó como un actor inestable en la industria. Un problema que no niega y asume públicamente. “Combatir cualquier adicción es una lucha difícil y de por vida”. Para empeorar la situación, En medio de la separación, surgieron historias de que Affleck había tenido un affaire con la niñera de sus hijos. Una relación extramarital que él negó.
Fue mientras Ben intentaba superar su adicción y la prensa lo perseguía, que Casey siempre reacio a hablar de su vida salió a dar la cara por su hermano. “Ben es alcohólico. Mis abuelos son alcohólicos. Mi padre es un alcohólico y ha estado sobrio durante unos 30 años. Yo he estado sobrio durante unos seis años” lo defendió y aseguró que su hermano tenía cuatro razones para recuperarse: sus tres hijos, Violet, Seraphina y Samuel y su ex mujer, Jennifer Gadner. Quizá como dijo Timothy, el padre de ambos, los demonios salieron porque “Hollywood es un lugar desagradable. Ha pasado factura a mis dos hijos”.
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