“Para llegar al público no hace falta ser Miss Universo”, era una de las típicas frases que repetía una y otra vez la mujer que decía tener “115-115-115”. La misma que había aumentado más de 10 kilos en un mes para conseguir su primer trabajo en la obra teatral Las lágrimas también se secan, que la consagró como actriz revelación. Y desde aquel día, sus herramientas, más allá de la estética, le permitieron lucirse en la actuación durante más de 60 años. Esa era Nélida Dodó López Valverde, más conocida como Nelly Beltrán, que este sábado 29 de agosto estaría cumpliendo 95 años.
La comediante murió el domingo 2 de diciembre del 2007, arrinconada por la fragilidad de su salud. Sufría de una diabetes combinada con anemia severa que le causó, entre otras cosas, la perdida total de la visión. “Tengo una serie de achaques que me van quitando fuerzas... pero yo no bajo los brazos”, había dicho cuando cumplió los 80, ya alejada del medio, prácticamente postrada y sin poder movilizarse.
Aunque sus primeros papeles fueron dramáticos, se destacó en Rosaura a las diez (1958), de Mario Soffici, donde compuso a una prostituta que le valió el apoyo de la crítica, y en El rufián (1961), donde encarnó a una mujer recién casada, con la compañía de Aída Luz. Desde finales de la década del 50 acompañó a Juan Verdaguer y a Ámbar La Fox en el ciclo televisivo Risas y sonrisas. Y para 1960 continuó en este medio con Telecómicos, un programa de humor con guiones de Aldo Cammarota y Délfor Amaranto.
“Yo siempre soñé con hacer papeles serios y dramáticos, y se me dio en pocas oportunidades. Siempre me llevaron para la comedia -reconoció una vez retirada del espectáculo-. En Rosaura a la diez tenía un personaje serio y la aproveché todo lo que pude. A la película la vi a los cincos años, después de que se había estrenado. Recuerdo que estaba en Perú, y la estaban dando en un cine de Lima”.
Mientras estaba integrando el elenco de Señorita maestra, en 1953, conoció a Maurice Jouvet, un actor nacido en Francia con el que se casó dos semanas después de haber comenzado el noviazgo. En 1955 tuvieron una hija, la actriz Mónica Jouvet.
Nelly y Maurice conformaban una de las parejas más queridas del medio artístico, y juntos lograron consolidar su carrera con el paso del tiempo. Sin embargo, sufrirían el dolor más grande, del que nunca se recuperarían.
El 8 de abril de 1981, su hija Mónica -casada con el actor Pablo Alarcón- había salido de interpretar la obra Hay que salvar a los delfines (que realizaba junto con Analía Gadé). Viajaba en un taxi Renault 12 cuando un colectivo de la línea 109 la embistió en la intersección de la avenida Córdoba y Junín.
Mónica estuvo 11 días en coma y falleció el 19 de abril de 1981. Por el caso fue condenado el conductor: cruzó con la luz roja. Una pena incurable para el matrimonio. “Va a ser difícil seguir, pero lo voy a hacer por Maurice”, había manifestado Nelly, con todo el dolor del alma.
En diálogo con Teleshow, Pablo Alarcón recordó a su ex suegra. “La conocí como actriz, era una gran comediante. La familia Beltrán-Jouvet era muy unida. Con ellos he pasado los mejores momento de mi vida. Y también el peor, cuando murió quién en ese entonces era mi pareja”, contó. “Durante los último años de Nelly con vida estuve muy cerca. La iba a visitar una vez por semana o cada 15 días. Estaba muy sola porque sus hijos vivían en Nueva York. Fue una persona de bien y muy austera”.
La primera pareja de Nelly fue el periodista deportivo Juan Lejcovich. Fruto de esa relación nacieron dos hijos. Tras separarse, Lejcovich decidió llevárselos con él a los Estados Unidos, a escondidas de la actriz. En ese momento Beltrán vivió un inesperado golpe: de un día para el otro perdió contacto con dos de sus seres más queridos.
Según cuentan desde el entorno de la artista, una vez instalado en el país del norte el periodista les dijo a sus hijos que su madre había muerto. Sin embargo, tiempo después hubo reencuentro y volvieron a tener relación cuando uno de ellos decidió regresar a la Argentina e instalarse por unos años junto a su madre en una vivienda del barrio de Palermo.
En el verano de 1990, mientras protagonizaba Sor-pre-sas en Villa Carlos Paz, había anunciado su retiro voluntario y definitivo de las tablas. Pero su abandono de la actuación llegó en 1996 cuando representó en televisión a Teresa en Los ángeles no lloran, estelarizada por Patricia Palmer y Susana Campos.
Beltrán transitó por los distintos géneros, tanto en el radioteatro como en el cine, el teatro y la televisión. Participó en más de 40 películas; fue parte de la saga Los colimbas al ataque, que protagonizaron Alberto Olmedo y Jorge Porcel. En teatro integró el elenco de 85 obras -según un cálculo que había hecho ella misma-, con títulos como Boeing Boeing, la obra en la que actuó junto a Osvaldo Miranda y Ernesto Bianco, dos de los colegas que más admiraba. Y en televisión supo lucirse en La banda del Golden Rocket: encarnaba a la abuela de los personajes interpretados por Adrián Suar, Diego Torres y Fabián Vena.
“Nunca dejé de ser cómica en el escenario, pero en lo cotidiano no soy tan alegre como muchos creen”, confesó alguna vez quien supo hacer reír aún cuando la vida no le sonreía.
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