“Ver a mi papá es lo que más quiero en este mundo. Lo necesito para poder seguir el tratamiento”.
Solange Musse sabía que moriría pronto: el cáncer de mama no le había dado tregua. Pero no quería morir en soledad, presa del desamparo emocional, sin su padre al lado sujetándole la mano. No pudo ser. O más bien, no se lo permitieron.
En la mañana del viernes el corazón de esta joven de 35 años dejó de latir en el Sanatorio Allende de la capital cordobesa, luego de que días antes fuera trasladada en grave estado desde Alta Gracia. Y Pablo, su papá, no estuvo allí, en su último suspiro: le prohibieron ingresar a Córdoba -a la que llegaba desde la localidad neuquina de Plottier, acompañado por una hermana suya- debido a la rigidez con la que los funcionarios locales aplicaron los protocolos sanitarios establecidos por la pandemia de COVID-19. Incluso, debió regresar a Neuquén escoltado por móviles policiales.
Y así, Solange Musse murió en absoluta soledad, a cientos de kilómetros de su familia.
La dramática situación se hizo visible a partir del reclamo de su papá. Y hoy, el dolor y la impotencia por el fallecimiento de Solange atraviesa por completo a la sociedad. Los famosos no resultan ajenos a esa conmoción.
“Los desalmados nunca te pedirán siquiera perdón, Solange. Gracias por tu ejemplo de vida hasta el último momento y la última palabra”, escribió la periodista Cristina Pérez en su cuenta de Instagram, acompañando su posteo con una frase de la carta abierta que había escrito la joven horas antes de partir: “Hasta el último suspiro tengo mis derechos”, había advertido.
Laurencio Adot empleó el mismo recurso: colocar la frase de Solange, aquella que en pocas horas se replicó en miles de otros publicaciones en las redes sociales. Adot definió lo ocurrido con una palabra de invención propia: para el diseñador, una situación semejante solo puede tener lugar en “Progeland”.
El periodista Osvaldo Bazán venía reflejando en sus redes sociales el drama de Pablo y su hija apenas se hizo público. Al morir Solange, compartió la frase y un tramo de la carta (que a su vez retuiteó el director de cine Juan José Campanella). También compartió otro caso muy parecido que involucra a una amiga suya, quien también vive en Neuquén: “Tiene (a su) madre en Santa Fe. La señora fue internada y quedó ciega. La hija pidió autorización para viajar a verla. La policía le dijo que solo (podía ir) con certificado de defunción. Pero no hay cuarentena”, concluyó Bazán, con ironía.
En tanto, su colega Liliana Franco interpeló: “¿Cuándo nos convertimos en tan insensibles?”. Luego, la panelista de Intratables se explayó, también en su Twitter: “La indignación por lo que le pasó a Solange no pertenece a un partido político, debe ser de todos. Y si no lo es, lamentablemente hay un sector de la sociedad que avala la crueldad y la falta de sentido común en la aplicación de las normas”.
Verónica Lozano, quien en su momento fue criticada por burlarse al aire de Nicolás Wiñaski, quien lamentaba que por la cuarentena no había podido conocer a su sobrina recién nacida (luego se disculpó), exigió “protocolos a la hora de asistir, contener y seguir dando amor a quienes nos necesiten y estén en situación de enfermedad y riesgo”. Y le envió un “abrazo a la familia”. Coincidió de esta manera con la doctora Mariana Lestelle, quien pidió “humanizar la pandemia”.
El conductor Horacio Cabak reflexionó este sábado: “(Su padre) pidió autorización para verla VIVA. Pero, los tiempos de la justicia manejan su propio huso horario. Porque evidentemente es lo mismo despedirte de tu hija en su cama, que en su féretro”.
“Estoy escuchando a la madre de Solange por la radio y te dan ganas de salir a romper todo -escribió la periodista Valeria Schapira-. No dejar a una hija ver a su papá (y viceversa) antes de partir es de una hijaputez imposible de comprender. Es lo más triste que he escuchado en el último tiempo”.
A fines de julio los actores Julieta Cardinali y Guillermo Pfening le habían pedido al presidente Alberto Fernández “un protocolo para velar a nuestros muertos, con o sin coronavirus”. “Hay gente haciendo filas para comprar helado, pero no podemos despedir a nuestros amigos y familiares”, dijo Pfening. Días después Lourdes Sánchez reveló que la mamá de Fabián Peloc -más conocida como La Floppy, asistente de Lizy Tagliani- no pudo participar de su entierro porque debió cumplir los protocolos sanitarios. Peloc había muerto por una leucemia.
En tanto, Tití Fernández celebró ayer que los cementerios de la Ciudad de Buenos Aires vuelvan a abrir sus puertas. “Vamos a poder llevarle una flor a Sole”, dijo emocionado el periodista. La hija de Tití perdió la vida en un accidente automovilístico en Brasil, en 2014.
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