Hace casi cinco meses que Guido Süller está viviendo completamente solo en un cabaña de Zárate, a orillas del Río Paraná. Venía de dos años muy intensos a nivel emocional. Y había decidido pasar unos días de descanso ahí, aislado del mundo, cuando llegó la pandemia del coronavirus. Desde entonces, no tuvo más contacto con otros seres humanos que no fueran los dueños del complejo que habita, algún que otro pescador que le acerca una pieza recién salida del agua o los comerciantes del pueblo al que, cada tanto, va en busca de provisiones.
Sin embargo, en estos días de introspección, el mediático aceptó recibir a Teleshow para dialogar sobre su nueva vida en cuarentena, alejada de los escándalos y enmarcada por el deseo de poder encontrar, por fin, su felicidad. “Elegí un lugar maravilloso, en medio de la naturaleza, con animales, plantas, silencio...Acá puedo caminar. Y acá no me puedo contagiar nada porque no hay seres humanos, así que estoy solo”, asegura Guido.
—¿Por qué este lugar?
—La cabaña es hermosa. Y tengo todo. La verdad que soy muy feliz acá. De repente te podés cruzar con un carpincho, una gallineta, hay liebres, hay ardillas, hay todo tipo de pájaros, peces... Es todo muy rústico, todo muy agreste. Yo toda mi vida volé en Aerolíneas y me alojé siempre hoteles cinco estrellas. Pero ahora pasé a conocer este tipo de vida y me encanta. Esto tiene que ver con lo simple, con ver un amanecer, con ver un animal...No sé, yo creo que la felicidad está en estas cosas.
—¿Cómo es un día tuyo acá?
—Me acuesto tarde: no me puedo acostar temprano por las redes sociales. Me quedo contestando mensajes de mis seguidores hasta cualquier hora, porque hoy ellos son mi única compañía. Así que me levanto al mediodía, no puedo despertarme antes. Me preparo un café con leche, me hago un súper desayuno y me empiezo a informar. Me googleo a ver si hay noticias mías, porque a veces soy noticia y no lo sé. Y así fue como me enteré de lo de mi hermana, yo ni sabía.
—¿Te enteraste de que Silvia había sido internada con problemas cardíacos por los portales?
—Sí, porque no tengo televisión.
—¿Y nadie te llamó para contarte?
—Sí, me empezaron a llamar, pero yo ya estaba enterado por los medios. Pero esto es un poco a propósito, para desintoxicarme. Porque tanta exposición hace mal, ¿entendés?
—Claro.
—Después limpio la casa, ando en bicicleta, cuando hacía calor hacía wakeboard, ando en cuatriciclo...Y cocino un montón.
—¿No te sentís solo?
—Siempre me siento solo, desde que nací me siento solo. Así que mi novia se llama Soledad. Estoy acostumbrado a eso.
—¿Y en qué pensás en estos días?
—Me pasó que estoy descubriendo que la felicidad va por otro lado. Uno siempre quiere plata, quiere joyas, quiere, no sé, cosas materiales.... Y creo que la felicidad está en lo sencillo, en lo simple. En un buen amigo, una charla, una risa, un asadito hecho aunque sea sobre fierros o sacar un pez y comerte el pescado que conseguiste vos con tu caña. No sé, creo que es esto, la naturaleza. Ya te dije, son 24 años de estar en hoteles cinco estrellas. Yo no bajé del Sheraton, Four Season, Hyatt y todo eso a, de repente, estar en un lugar que es como para filmar una película.
—¿Qué pasa con tus afectos?
—A mí se me juntó todo. Yo no tenía experiencia con la muerte. Mi primer golpe fue Ricardo Fort en el 2013. Después, mi papá Hugo murió en el 2018. Mi mamá Nélida, en el 2019. Se me juntó la experiencia con la muerte. Y la pérdida de los padres que son la familia, porque al no tener hijos los padres son la familia. Y me dejó Tomás, Tomasito, hace unos meses, así que no tengo a nadie. Y no tengo casa, porque vendí la de Maschwitz para hacerme una de campo pero el constructor no pudo terminar los arreglos antes de la cuarentena, así que estoy acá. Solo.
—¿Con tus hermanos no hablás?
—No, no, no, no. Después de lo que pasó con mi madre, no los perdono más. Mi familia terminó cuando falleció mi mamá. No hay más familia Süller para mí acá.
—¿Por qué decís eso?
—La descuidaron mucho a mi mamá. Ella tendría que estar viva en estos momentos. Mi hermano Marcelo ejerció violencia de género para con mi madre. Yo me la llevé a vivir conmigo, tenía las piernas todas pateadas, llenas de moretones. Y la quiso ahorcar. Está bien, estaba drogado pero no lo puedo perdonar.
—Claro. ¿Y a las mujeres por qué no las perdonás?
—¿Te acordás que a mí se me hinchó toda la cara y estuve internado en el Hospital Austral? Ahí tuve que alquilar un departamento. Y se encargó mi hermana Norma de ella: le agarró las tarjetas de crédito, la pensión, la jubilación...Quedó todo en cero. Y bueno, había un pastillero que mi mamá tenía que tomar y había una pastilla muy peligrosa, que si una anciana de noventa años toma dos, directamente, la mata.
—¿Entonces?
—Mi mamá llegó a la clínica del Banco Provincia con la sangre envenenada. Yo adentro mío no le echo la culpa a nadie. Pero hacía una semana estaba comiendo en la pizzería de la esquina del departamento que yo le alquilé. Y después estaba muriéndose en una cama de un hospital... Entonces son cosas que no puedo perdonar, no puedo olvidar.
—¿Fue un error?
—Quiero creer que fue un error, quiero creer que sí.
—¿De doña Nélida, que se equivocó al tomar una pastilla de más?
—De mi mamá no porque a mi mamá se la daban. Ella no distinguía qué pastilla había que tomar, le armaban el pastillero... Saquen sus propias conclusiones.
—Sabemos con con Silvia no te hablás. ¿Con tus sobrinos tenés trato?
—Con Marilyn sí: acaba de ser mamá, tuvo un segundo varón..
—¿Cómo se llama?
—Ah, no me acuerdo (se ríe). El primero se llama como el papá, Francisco. Y el segundo, varón también... no sé, no me acuerdo. Mi mamá murió, y a los días Marilyn quedó embarazada.
—¡Qué fuerte!
—Yo fui a un parapsicólogo y me dijo que el hijo de Marilyn es mi madre. Fuerte, sí. Me dijo: “No te preocupes, no la extrañes tanto a tu mamá, porque tu mamá es tu sobrino. Reencarnó”. Creer o reventar, pero eso me dijeron. Vamos a ver. Yo lo conozco por fotos al nene, todavía no lo vi en persona por la cuarentena. Pero eso me lo dijeron dos parapsicólogos, fui a dos lugares porque lo quise corroborar. Me dijeron: “Sí, si”.
—¿Te dieron alguna explicación?
—Que mi mamá no tenía que irse todavía, tenía que quedarse en este plano. Se fue antes. Por más que era viejita, aunque sea un año o dos, se fue antes. Y hay que irse cuando hay que irse. Entonces, está acá. También me hicieron Constelaciones Familiares y Registros Akashicos.
—¿Y?
—Me dijeron: “¿Alguna pregunta? Le digo: “Sí, ¿voy a conocer el amor, va a aparecer alguien?”. “No”, me respondieron. “Encontrate con vos mismo, con tu interior. Sos un ser de luz. Tenés mucho amor para dar”, me explicaron. Pero que no ven a nadie al lado mío, por ahora. Por eso te digo que mi novia se llama soledad. Y por eso tengo que aprender a vivir solo y a convivir con ella. A ser yo mi mejor amigo y mi compañero.
—Vos habías caído en una pequeña depresión por todo lo que te ha pasado. ¿Cómo estás hoy?
—Es muy difícil ser Süller. Y es muy difícil tener una hermana como mi hermana Silvia. También fue muy difícil vivir con mi mamá que tenía principio de Alzheimer y estar con ella las 24 horas del día. Mi madre no lo quería a Tomasito. Yo estaba recién casado, pero estuve seis meses sin verlo por respeto a ella. Y de repente tuve que hacer de enfermero, tuve que bañarla, tuve que vestirla, darle de comer en la boca...Ver cómo la persona más importante de tu vida se va apagando también es muy triste. Y después, cómo se desencadenó todo me shockeó mucho. Yo creo que, después de esto, voy a tener que hacer una terapia importante.
—Ya ayudaste a tu hermana, a tu mamá, a tu familia...¿No será momento de ocuparte de vos?
—Eso es lo que me dijeron: “Ahora es hora de fijarte vos ¿Por qué siempre tenés que ser segundo? ¿Siempre ayudando? ¿Y vos? Ocupate un poco de vos, no estés siempre pensando en la otra personal”. Y eso es lo que voy a tratar de hacer.
—¿Cómo te imaginás tu vida cuando termine esto?
—Solo quiero divertirme y ser feliz. Estoy haciéndome una casa hermosa frente a un lago, con playa, muelle y velerito. Y tengo mi cabaña en Ushuaia, donde yo voy todos los meses. Entonces, mi vida va a ser tratar de hacerme la menor mala sangre posible, Esta cuarentena es un aprendizaje. Me dí cuenta de que no iba por el rumbo correcto hacia la felicidad. Que la felicidad, por ahí, está en otras cosas.
—Tal como dijiste al comienzo de la charla, está en lo simple...
—Sí. Hoy quiero paz, quiero tranquilidad, quiero reírme... Y nada más. Yo hice de todo en la vida: ya tengo un título universitario, trabajé, soy jubilado....Tuve parejas y me encantaría tener un compañero, pero no lo tengo. La vida no te da todo, no puede todo. Pero me dio un montón. Y tengo que ser agradecido.
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