Si bien funciona como un loop –luego de una determinada cantidad de meses incurre en otra equivocación–, vale decir que el yerro de Susana Giménez nunca es el mismo. Tropieza con la virtualidad, pero con una piedra distinta cada vez. En ese sentido, puede ser el posteo de un chat privado cuando pretendía cumplir con un agradecimiento comercial, o una selfie a cara lavada tomada desde la cama en el momento en que probaba la cámara de su celular. Y hasta un vivo en Instagram habilitado sin querer, haciendo comentarios sobre Marcelo Tinelli y Mirtha Legrand que no tenían un destino de declaración pública.
Su nieta, Lucía Celasco, mucho más desenvuelta en estos menesteres tecnológicos, llegó a darle clases improvisadas sobre redes sociales y celulares de última generación. Fue entonces cuando los errores cometidos se espaciaron. Hasta estas horas.
La imagen que Susana publicó sin intención en su cuenta de Instagram –donde tiene casi dos millones y medio de seguidores– es incomprensible: un semicírculo blanco con una línea celeste cruzada. Tal vez haya sido ampliada en demasía –por eso aparece pixelada–, al punto de perder cualquier referencia. Aunque quizás le falte una aclaración. Y aquí, todo el problema, porque la explicación está: “Mandar a Inés”, se lee al pie. Desde ahí puede empezar a reconstruirse el fallido.
La diva, que desde mayo se encuentra alojada en La Mary, su mansión de Punta del Este, habría intentando ordenarle a su smartphone, a través de un dictado de voz, que le enviara un mensaje –la imagen en cuestión– a su asistente Inés Hernández. O bien, otra posibilidad, quiso dejar un recordatorio en el aparato para hablar con su productora de confianza en el momento oportuno. Pero sin darse cuenta terminó posteándolo en sus redes como si fuera una captura de pantalla, apretando vaya uno a saber qué función del celular.
Luego de la incredulidad inicial, muchos de sus seguidores le hicieron notar el error a la conductora. A los pocos minutos la cuenta ya no dejaba huella del posteo. Al fin de cuentas, nada grave. No esta vez.
Susana continúa en Uruguay, adonde arribó en medio de una polémica pronto aclarada y que se terminó diluyendo por el accidente doméstico que le provocó la luxación de un codo, una lesión que no se correspondió con un susto tan grande. La diva se había tropezado al intentar subir por las escaleras con una de sus mascotas en brazos, la revoltosa Rita.
Días atrás la cachorra tuvo su momento protagónico en las redes sociales de su dueña, al caerse en la laguna de La Mary cuando la diva estaba sentada en un pequeño muelle. La situación quedó registrada en un video: “¡Qué loca de miércoles! Es muy bruta”, se la escucha decir a Giménez cuando Rita es oportunamente rescatada del agua. Acto seguido la perrita continúa como si nada hubiera pasado, en esa desfachatez tan propia de Susana.
Esta semana, quien atravesó una situación preocupante fue su estilista personal Miguel Romano, quien fue víctima de un hecho de inseguridad en su peluquería. “Me llevaron muchísimas pelucas de Susana, las que usaba para los sketch, la de La mujer del año… Incluso me rompieron el vidrio donde tenía una foto de ella de hace 25 años, que la tenía de recuerdo. Tengo la de Graciela Borges también, que no la rompieron. La de Susana se la llevaron con el vidrio entero”, lamentó el amigo de la diva.
En la entrevista con Intrusos en la cual narró el robo, Romano también contó que Mercedes Mecha Sarrabayrouse acaba de viajar a Punta del Este para acompañar a su mamá en La Mary. “Susana pasó por la peluquería antes de irse a Uruguay –reveló el peluquero–. Se sacó las extensiones para descansar el pelo y le hice color; el famoso ‘blanco oro’ que creé para ella hace ya 50 años. Hace unos días también estuvo Mecha. La atendí, le puse extensiones y viajó”.
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