Los sitios especializados hablan de una recaudación de 476,7 millones de dólares. Con un éxito rutilante, Mi pobre angelito (Home Alone entre los angloparlantes) quedó segunda en el podio de 1990, en un año repleto de estrenos que hasta la actualidad son recordados y celebrados por el público (el primer lugar fue para la memorable Ghost, con Demi Moore y Patrick Swayze, y el tercero para la sorprendente historia de amor de Mujer bonita, protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere).
Por la potencia de sus imágenes, por la forma en la que llegó a verse –en salas de cine, pero también en los formatos hogareños muy populares entonces como el VHS y luego en infinitas repeticiones televisivas–, por el impacto que supuso la imagen del carismático Kevin McCallister solo en una casa enorme, durante 30 años el largometraje que tuvo como protagonista saliente a Macaulay Culkin sigue presente en la memoria de varias generaciones, que se rieron, se conmovieron y también se asustaron con la película.
Tan arraigadas en el imaginario están varias secuencias y diálogos del largometraje producido John Hughes y dirigido por Chris Columbus que hasta la actualidad reaparecen en forma de memes, de gifs o de bromas en redes sociales.
A 30 años de la aparición de esas escenas (llegó a los cines estadounidenses en noviembre de 1990 y no faltan, como en toda buena comedia física tropiezos, imágenes con fuego, persecuciones y algunos golpes), vale la pena repasar algunos secretos del rodaje y cómo nació una película que conquistó al mundo.
1. Un casting multitudinario. “John de alguna manera escribió el guión pensando en Macaulay”, asegura el director Chris Colombus en el episodio del documental de Netflix Las películas que nos formaron (The Movies that Made Us, 2019) dedicado a Mi pobre angelito. El cineasta se refiere a John Hughes, la mente creativa detrás de la película, quien la escribió y había trabajado con el niño en un largometraje de 1989 llamado Uncle Buck. Sin embargo, la producción decidió encarar un arduo casting.
“Así que vi a un niño tras otro, tras otro, tras otro”, asegura en ese mismo documental Janet Hirshenson, la encargada de casting. Llegaron a entrevistar a más de 100 chicos hasta que optaron por el pequeño que terminó encarando a Kevin McAllister, quien a la hora del rodaje tenía 10 años.
Para la madre de Kevin, Hirshenson eligió rápidamente a Catherine Anne O’Hara porque había trabajado con ella en Beetlejuice.
Según contaron los productores en diversas entrevistas, una de las cuestiones más debatidas a la hora de elegir a los actores que encarnarían a los ladrones era que los intérpretes debían infundir algo de miedo sin perder de vista que se trataba de una comedia familiar.
Se llegó a pensar en Robert De Niro para alguno de esos papeles hasta que la producción se decidió por Joe Pesci y Daniel Stern.
2. Una escuela, el centro de operaciones. Tal como revela parte del equipo de la película en la producción de Netflix dedicada a recrear cómo se llevaron a cabo grandes largometrajes de todos los tiempos, Hughes prefirió alejarse de las típicas grabaciones montadas en los estudios de Hollywood e instalar el equipo en las afueras de Chicago.
El lugar elegido, que luego también sirvió como escenario para recrear tomas que supuestamente transcurrían en la casa de los McAllister, fue una escuela abandonada en Chicago. Allí trabajó la producción y desde allí se lanzaron en la búsqueda de una casa que debía ser lo suficientemente imponente y cálida para que tuvieran lugar las escenas más memorables de Mi pobre angelito, que debía contar de alguna manera una historia navideña y familiar.
Finalmente la encontraron en la localidad de Winnetka, Illinois, en una zona residencial.
Según contaron los propios vecinos del lugar a fines del año pasado en una entrevista con el diario Chicago Tribune, a tres décadas de la película la zona sigue siendo recordada por el largometraje que cambió la vida del lugar para siempre.
“Cuando la gente del estudio vino de visita al barrio antes de empezar las grabaciones, nos dijeron que iban a ser unos ocho días. Pero terminaron quedándose casi treinta”, recordó un vecino y señaló que hasta la actualidad siguen recibiendo curiosos y turistas que pasan en búsqueda de la mansión que se mantiene casi igual, salvo por el detalle de que fue enrejada.
En 2011, la mansión, que cuenta con tres pisos está ubicada en la Lincoln Avenue de Winnetka, fue valuada por 2.4 millones de dólares.
3. El miedo de Kevin. Entre otros secretos de producción, al cumplirse 25 años del estreno trascendió que para darle cierto realismo a las situaciones, Joe Pesci quería que el pequeño Culkin sintiera algo de miedo al interactuar con él.
Se decidió entonces que durante las grabaciones se cruzaran lo menos posible en el set.
Pero esta intención se le fue de las manos mientras grababan la célebre escena de los ladrones colgando a Kevin de un gancho. Ocurrió en la escena en la que el personaje de Pesci dice “Voy a morder todos sus dedos, uno por uno”.
Impulsivamente el veterano actor le mordió un dedo al entonces pequeño Macaulay y debieron cortar el rodaje por unos instantes hasta que el niño se recuperara del susto que sufrió.
4. Una tarántula que aterró al planeta. La escena quedó en la memoria de multitudes. Una enorme tarántula camina por la cara del ladrón Marv Merchants, que grita aterrado. ¿Se trataba de un animal real? ¿Hubo algún truco?
La respuesta la dio el propio Daniel Stern al cumplirse 25 años del estreno de la película en su cuenta de Facebook.
“La gente me preguntaba si la tarántula era real, si acaso no estaba asustado o quizás loco, o ambas cosas. La respuesta a las tres preguntas es sí. Cuando leí el guión por primera vez y hablé con el director, pensé que la tarántula sería una réplica. Les dije que podría hacer la escena más real (con una réplica) pero no los convencí. Trajeron a un tipo con una jaula y dentro había una tarántula llamada Barry”, apuntó el actor.
Desde ese momento, Stern hizo todo lo posible para evitar la escena, pero no hubo caso.
“Pregunté si la había entrenado y me dijo que era complicado entrenar tarántulas. Les pregunté si le habían quitado el veneno y me dijo que si lo hacían, el animal podía morir. Pensé: ‘¿¡Cómo me voy de aquí!?’. Me dijeron que estuviera tranquilo y no hiciera movimientos bruscos. Recuerdo a Barry arrastrándose por mi cara. Traté de no hacerla molestar. Luego me acostumbré y creo que la tarántula llegó a ser una gran compañera de trabajo”, detalló.
5. Un gesto improvisado y una sorpresa. La toma fue elegida para el poster y se convirtió en el ícono del largometraje: Kevin pega un alarido luego de usar por primera vez un producto para afeitar y se agarra la cara con las dos manos.
Según estaba estipulado en el rodaje, el pequeño actor debía quitarse las manos luego ponerse la loción, pero, sin pensarlo, las dejó así un buen rato. Ese gesto totalmente espontáneo cautivó a quienes estaban entonces en el set y la toma quedó en la versión final de la película.
Con los años, aquella imagen del niño frente al espejo fue parodiada, incluso por el propio Culkin.
6. Una película falsa. Quizá sea una de las frases de la película más repetidas a lo largo de las últimas tres décadas: “Guarda el cambio, inmundo animal”. Es parte de un diálogo que escucha Kevin en un largometraje en blanco y negro que mira mientras se queda solo en su hogar supuestamente llamado Ángeles con almas sucias.
Pese a que muchos creyeron que existía, se trata de una falsa película, que fue especialmente grabada para la ocasión (más adelante se hizo una especie de secuela, para la segunda parte de Mi pobre angelito).
De hecho, en 2018, a partir de un tweet del comediante Seth Rogen se reveló este detalle, que para muchos fue una verdadera sorpresa. El actor escribió: “Pasé toda mi niñez pensando que la antigua película que ve Kevin en Mi pobre angelito, Angels with filthy souls era real”.
Ante la gran repercusión de ese comentario, el propio Macaulay Culkin respondió sorpresivamente: “¡Yo también!”.
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