4NALOG y el desafío de imponer el rap argentino en los Estados Unidos: “Mi inspiración fue Gustavo Santaolalla”

Después de triunfar como compositor de música para películas y videojuegos, Frank Albrecht se lanzó como solista con un pseudónimo y hoy está presentando un nuevo EP denominado "4", en alusión a los cuatro jinetes del Apocalipsis

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Frank Albrecht
Frank Albrecht

Yo le debo mi carrera a Gustavo Santaolalla”, asegura Frank Albrecht (22). Nacido en Buenos Aires, en 1998, con apenas 17 años de edad se instaló en Boston para estudiar en la Universidad de Berklee, inspirado por el argentino ganador de dos Premios Oscar. Se recibió con honores. Y comenzó a trabajar en la composición de música para películas, publicidades y videojuegos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte y bajo el pseudónimo de 4NALOG, decidió incursionar en el género del rap. Y en medio de un mundo convulsionado, este miércoles lanzó un EP al que denominó “4″ y cuyos temas representan a los cuatro jinetes del Apocalipsis.

—¿Por qué decidiste cambiar tu nombre artístico?

—Empecé mi carrera con mi nombre real, pero después comencé a experimentar con el rap y el trap y, dentro de esta música, es común tener algún pseudónimo. Además, Frank Albretch era hasta difícil de pronunciar en la Argentina. Y yo quería algo que sumara también a la artística. Así que, después de pensar mucho, salió 4NALOG, que al principio era con la “A” pero después lo reemplacé por un “4″.

—¿Hoy te sentís identificado con 4NALOG?

—Mi familia y mis amigos me siguen diciendo Frank. Y los fans que me digan como quieran....Pero ese es el nombre que uso para cantar.

—¿Por qué los ojos en blanco en las fotos?

—Esa iba a ser la estética para la tapa de un tema que después no pude utilizar por una cuestión de derechos, pero me gustó la idea de blanquear los ojos y lo empecé a usar, al punto terminé haciéndolo en todas las fotos. Y, en las que no, los escondía o tachaba. Así que quedó como una marca del personaje de 4NALOG.

Los ojos en blanco forman
Los ojos en blanco forman parte de la estética de 4NALOG

—¿Cómo surgió la idea del EP que acabás de lanzar y que tiene que ver con el contexto en el que se encuentra el mundo?

—Básicamente, cuando arranque a armarlo se empezó a desenvolver todo lo que estamos viviendo hoy. En los Estados Unidos hay una cultura de xenofobia. Y yo he tenido alguna experiencia negativa en ese sentido a pesar de no tener una apariencia de latino, lo que representaría una suerte de “privilegio” que para mí es muy contradictorio. Eso, sumando a todo lo que está pasando con el COVID-19, a las noticias sobre los incendios en Australia y en Brasil, a los problemas de racismo....En un momento parecía que la cosa no paraba.

—¿Sentiste que se venía el fin del mundo en serio?

—Exacto. Y me pareció interesante crear un proyecto que dramatice eso de una forma más narrativa, casi exagerada, pero de un lado más artístico. Algo que pudiera expresar lo que todos venían sintiendo pero a partir de mi punto de vista. Porque, al escuchar las canciones que representan a los cuatro jinetes, no es que estoy diciendo explícitamente que se viene el mundo abajo. Planteo los problemas con un ángulo diferente.

—En el tema Vamos Bien hablás del hambre.

—Claro. Pero no me pongo a hablar sobre la hambruna del mundo, sino que lo planteo desde mi lugar. Por ahí es algo un poco más light, pero yo siento que trabajo y me mato haciendo música, y aún así no llegan los números o la plata que uno quiere. Pero, al mismo tiempo, siento que vamos bien y no me preocupo.

—¿Qué es lo que querés representar en Brindis?

—Ahí hablo de la pestilencia, que para mí es la misma sociedad con los problemas que vemos en el día a día. Así que arranqué la canción contando una experiencia que viví con una ex novia americana, un día que pasó un hombre en mal estado gritando que todos los latinos se tenían que volver a su país. Fue una situación medio rara, porque ella se puso a llorar por mí. Y en el tema hablo de mi propia hipocrecía al ser parte de esa misma sociedad a la que critico. Porque había como en una burbuja que se pinchó cuando llegó el coronavirus y dejó en evidencia lo podrido que estaba todo.

La portada de "4", el
La portada de "4", el nuevo EP de 4NALOG

—También hablás de la guerra en Turok...

—Correcto. El tema está dividido en dos mitades. La primera habla de una guerra constante contra mí mismo, porque es como que siempre tengo que estar peleando contra mis propias inseguridades, imperfecciones y enojos, para no convertirme en esa persona que no quiero ser. Después hay un punto de inflexión y, en la segunda parte, muestro mi faceta negativa, cuando soy corrompido por todo eso contra lo que lucho y empieza mi guerra contra los demás.

—Finalmente, te referís a la muerte en Chau.

—La gente que me conoce sabe que soy una persona tranquila. Pero, al mismo tiempo, la personalidad de 4NALOG y las letras del rap son bien agresivas. Siempre hubo una contradicción entre este personaje y Frank. Y lo que noté en estos últimos años, es que ciertas cosas de esta construcción se empezaron a filtrar hacia mi propia persona. Quizá no tanto lo negativo, sino más bien lo que tiene que ver con la confianza y la seguridad. Bueno, esta canción simboliza el fin de Frank y el nacimiento de 4NALOG.

—Si para los músicos argentinos siempre fue difícil triunfar en el extranjero, para alguien que quiere hacer rap en los Estados unidos debe ser muy complicado....

—Cien por ciento. Yo soy tanto productor como rapero. Así que, a la vez que estoy lanzando este EP, estoy produciendo a una variedad de artistas que van desde el reggaeton hasta el funk. Y, definitivamente, se nota la diferencia entre una actividad y la otra. Porque, siendo productor, mi nacionalidad o mi idioma no influyen en nada y estoy en igualdad de condiciones con cualquier colega. Pero, al ser un rapero con música argentina, definitivamente es muy difícil.

—¿Y tu idea es triunfar a nivel internacional o te interesa más ser profeta en tu tierra?

—Como productor, me encanta la idea de trabajar internacionalmente y estar un día haciendo una canción para un americano y, al otro, para alguien de Bahrain. Pero, en cuanto al rap, que tiene que ver con la identidad y se canta en castellano, me atrae más la idea de que la pegue en la Argentina. Aunque, si pudiera elegir, me gustaría que la funcione en todos lados.

4NALOG lleva casi cinco años
4NALOG lleva casi cinco años viviendo en Boston; sus pasos se pueden seguir desde su cuenta de Instagram, _4nalog

—Vos llevás casi cinco años viviendo en los Estados Unidos, ¿no?

—Sí: vine apenas terminé el secundario y no me tomé vacaciones. Así que me recibí en tres años y pico con un doble título que es Música para películas y Música profesional, que es un poquito de todo. y una concentración en Música para videojuegos. Y ahora me dieron un año más para quedarme en este país trabajando.

—¿Cómo fueron los primeros tiempos en la universidad, lejos de tus seres queridos?

—La verdad es que no fueron para nada fáciles. Pero fue una fortuna enorme haber podido venir acá. Se tuvieron que dar mil cosas para que esto ocurriera. Definitivamente, tuvo sus aspectos difíciles como mudarme a la otra punta del mundo sin mi familia, para verlos sólo una o dos semanitas al año. Y estar lejos de mi país y de mis amigos. Pero tuve mucha suerte...

—A la suerte la ayudaste aprobando un examen de admisión, ¿o no?

—Sí, hubo mucho trabajo. Pero lo bueno es que me encontré con un grupo de estudiantes que estaban en la misma que yo, mandándose en una aventura con el mismo miedo y las mismas ganas. Así que al toque ya me armé un grupo de amigos. De hecho, hoy vivo con un argentino que conocí en la universidad.

—¿Es verdad que empezaste con la música de manera autodidacta?

—Sí y no. El primer instrumento que aprendí a tocar fue la batería, porque mi viejo era baterista de una banda de rock y andaba con pelo largo. ¡Hoy es todo lo contrario! Así que yo, siendo un bebé, me sentaba a tocar la batería para jugar. Así fui aprendiendo. Y después tuve un par de grupos...Si un baterista me ve, le agarra un paro cardíaco porque toco todo al revés. Lo normal es cruzar las manos y yo no lo hago. O sea que, técnicamente, está todo mal. Pero aprendí así y me sale.

—Entiendo.

—De guitarra tome sólo unas clases siendo muy chico. Y el resto de mi vida, fui practicando yo solo. Lo que es composición y producción lo empecé como diversión cuando me hice fan de Gustavo Santaolalla y lo quise copiar haciendo mi propia música.

Frank Albrecht haciendo música de película en la universidad

—¿Cómo te hiciste fan de Santaolalla, siendo que no es un músico al que sigan los jóvenes de tu edad?

—Yo no conocía ni su nombre. Pero Gustavo le hizo la música a un juego que se llama The Last of Us, y yo como cualquier pibe jugaba a la play y lo escuchaba. Un día busqué quién era el compositor y, cuando vi que era argentino, le pegunté a mi viejo: “Che, ¿vos lo conoces a Santaolalla?”. Y el me miró y me dijo: “¡Obvio!”. De ahí empecé a escuchar más de su música, vi que ganó los Oscar... En ese momento, yo ya estaba por terminar la secundaria y listo para estudiar Administración de Empresas o una cosa así. La música era mi hobbie. Pero me di cuenta de que se podía vivir haciendo música para películas y juegos, algo que yo nunca había pensado.

—¿Le viste la veta comercial?

—Claro. Ahí decidí copiar el estilo de Santaolalla y hacer un par de cancioncitas con la guitarra. Y dije: “Esto está bueno”. Porque no era la típica que le decís a tus viejos: “Quiero ser un rockstar”. Esto era algo más viable, era un trabajo para la industria. Los primeros intentos fueron malísimos, pero con cada tema iba mejorando. Así que me plantee que, si para fin de año seguía así, iba a llegar a un nivel aceptable. Y averigüé que Berklee era el mejor lugar para estudiar música del mundo.

—¿Entonces?

—Convencer a mis viejos de aplicar en esa universidad fue mucho más fácil que decirles: “Tiro todo y me voy a estudiar música”. Ellos me dijeron que me bancaban y que, si entraba, significaba que tenía potencial. Y así fue como me mandé sin saber ni siquiera leer música. Pero me preparé y se me dio.

—El resumen sería que embaucaste a tus padres diciéndoles que ibas a estudiar música para la industria y, ahora, reapareciste como rapero...

—¡Claro! Ahí es dónde muchos me preguntan: “¿Qué onda?”. A mí me sigue gustando mucho la música para películas y sigo haciendo propagandas o videojuegos. Pero la verdad es que la producción de rap era algo que hacía por diversión, hasta que un día decidí hacer un disquito. Y, como me canceló uno de los cantantes que había llamado, no me quedó otra que hacerlo yo. Ese disco, que se llamaba Go, no estaba bueno y ya lo bajé de Spotify. Pero, como cuando arranqué con las composiciones, me di cuenta de que cada tema me salía mejor. Y me mandé.

Frank Albrecht produce también a
Frank Albrecht produce también a otros artistas

—¿Lo llegaste a conocer a Santaolalla?

—No, pero sí a uno de sus asistentes, Juan Luquí. Y a su socio, Anibal Kerpel. Y me encantaría conocerlo. En frente de mi escritorio, donde hago todas mis producciones, tengo el disco de Gustavo de ese juego por el que lo descubrí, enmarcado. La música para películas, toda esa cuestión narrativa y de experimentación de sonidos, influye en mis canciones. Así que, creanlo o no, tengo una gran inspiración de Santaolalla en mi música de rap y trap.

—¿Cómo es tu rutina hoy?

—En cuarentena, no pasa mucho. Me despierto, limpio el cuarto, me preparo un café y voy a mi home estudio, dónde tengo parlantes, micrófonos, guitarras... Y en la compu tengo una listita en la que voy actualizando todos los proyectos en los que estoy trabajando: “Tal canción para tal artista que me acaba de mandar las voces”, “Tal track para un videojuego”, y así. Es un día de trabajo normal, sólo en que en lugar de ir a una oficina estoy en mi departamento. Y, al ser freelance, los fines de semana no varían. O sea que la vida del trapero es mucho más aburrida y mundana de lo que parece.

—¿Qué extrañás de la Argentina?

—A la familia y a los amigos, obviamente. Pero , sobre todo, a la comida. Las empanadas de allá son imposibles de conseguir...Y las milanesas o los asados, acá no existen.

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