Realidad, Aceptación y Motivación. Esas son las premisas del método RAM creado por Martín Virasoro. Consultor psicológico y escritor (autor de La revolución del counseling), dicta conferencias en Argentina, Estados Unidos y Europa sobre prevención y promoción del bienestar, resolución de conflictos y desarrollo personal. Y en esta charla con Pamela David para el ciclo PamLive (que se emite por su cuenta de Instagram: @Pamedavid), Virasoro nos permite comenzar a desandar el camino hacia una mejor calidad de vida.
—Gracias por estar del otro lado, con ganas de que se difunda todo esto. Qué bueno que puedas compartir tus herramientas con el público.
—Hace muchos años que investigo las emociones y cómo se regulan los estados internos. A partir de una situación personal, empecé a investigar cómo se puede ayudar a las personas preventivamente para no tener problemáticas psicológicas y emocionales que escuchamos a diario, sobretodo estos últimos meses.
—¿Se acrecentaron con el encierro?
—Sí, estamos viviendo la peor crisis: la crisis de los estados de ánimo, sobre todo culturalmente. Los argentinos tenemos algo muy libre en nuestra forma de ser, y claramente esto nos afecta como sociedad: genera una no adecuada gestión de emociones. Me fascina ayudar a las personas a entenderse, a comprenderse. Siempre digo que uno tiene que devolver al mundo esos dones de los que fuimos dotados. Si no te hacés cargo de eso, no tiene mucho sentido. Yo me di cuenta de que a mí me resulta mas fácil poner en palabras situaciones que antes eran difíciles. Mi desafío diario es ayudar a las personas a pensar de una forma más práctica.
—Sos el creador del método RAM. ¿De qué se trata?
—Realidad, Aceptación y Motivación. Si no aceptamos nuestra realidad, es difícil motivarnos a cambiar. A veces es difícil aceptar la realidad que nos tocó. Entiendo que es muy difícil. Siempre digo que me ayudo a mí mismo cuando ayudo a otros. Hay que detectar, no solo las cosas que queremos cambiar, porque no podemos modificar lo que no entendemos o comprendemos. No podemos cambiar cosas que no conocemos.
—Conozco muchos que dicen que tienen más años de terapia que vida, pero quizás no están dando con la tecla. Para cada caso hay una herramienta diferente.
—Por eso nuestro equipo es interdisciplinario, ofreciendo lo que el otro necesita. Con mi equipo no tomamos a nadie sin antes hacer una evaluación. No todos los enfoques terapéuticos tienen la misma eficiencia en las personas.
—Cada caso es diferente.
—En el método RAM intento que la persona pueda gestionar mejor sus estados internos.
—¿Qué significa eso? Una de las cosas que sucede, por ejemplo, es que las personas duermen mal. ¿Cómo aprendés a detectar lo que te pasa y cómo lo acomodás?
—La regulación de los estados internos es aprender a entender cómo gestionamos nuestras emociones. Nuestras sensación es subjetiva: qué sentimos y tenemos etiquetadas. Muchas veces dicen que están angustiados o depresivos, pero quizás no es angustia sino enojo. Hay que aprender a identificar correctamente las emociones.
—Ponerle nombre. ¿Cómo te das cuenta que es la correcta? Porque a veces confundimos a las emociones. ¿Cómo sabemos?
—Ahí es donde viene el entrenamiento: aprender qué significa lo que estoy sintiendo. La tristeza yo la vivo diferente a cómo la vivís vos. El trabajo que no hace es una psicoeducación. Ya Freud nos enseñaba que las emociones son energías. Él las llamó pulsión. La tristeza, en una primera etapa, nos lleva para adentro, y este es un mecanismo inofensivo. “Huy, ¿por qué estoy tan para dentro?”. Bueno es que los mecanismos de defensa nos ayudan a meternos para adentro para resignificar lo que nos está pasando. Las abuelas nos decían: “El tiempo lo cura todo”. Yo digo que el tiempo solo no cura nada.
Aquello que me enamora de esa persona es de lo que yo carezco. No es lo mismo decir ‘Te necesito porque te amo', a ‘Te amo porque te necesito'
—Nos han dado muchos mandatos. Por ejemplo: “El hombre no llora, debe ser fuerte”.
—El tema de las creencias es interesante. Volviendo al llanto, es un momento para revisarse y ver, resignificando lo que nos pasó y dejando que la energía salga. Por eso la tristeza nos mete para adentro. Hay que entender que la tristeza no es una emoción negativa, depende el signo que le pongamos. Esta emoción nos viene a mostrar algo. Es muy importante entender el condimento subjetivo que le ponemos a las emociones. Son información sobre nosotros mismos. Nos determinan.
—Miramos las emociones con otros ojos.
—Las emociones son flores que nos van marcando el camino. Cuando aprendemos a mirarlas y nos acercamos, nos damos cuenta de que son muy sabias y nos cuentan por dónde ir. ¿Sabés por qué nos sentimos bien, y a veces no? ¿O por qué a veces estamos en modo creativo o en modo defensivo? Tiene que ver con el autodiálogo: cómo nos hablamos a nosotros mismos. Cuando estamos en nuestro lado creativo es cuando estamos felices, enamorados. El problema es cuando estamos en modo defensa: nos metemos en el autoboicot.
—En el modo defensa ¿no nos protegemos también?
—Sí, tal cual. Cuando uno pone esa energía para ubicar a los otros donde debe ubicarlos. Uno puede decir lo mismo sin llegar a una situación de violencia y frustración. El cómo es lo que siempre marca la diferencia. Cuando entendés el por qué y el para qué, siempre vas a encontrar el cómo.
—Es un trabajo importante encontrar el por qué y el para qué, sobre todo cuando estás tan mezclado con las emociones.¿Cómo hacés para pensar siempre en positivo?
—Venimos de una cultura en la cual nos enseñaron que si no hay sacrificio, no hay recompensa: como que todo tiene que ser un sacrificio. Pero no siempre uno tiene que ir por el camino difícil. En estos momentos a veces está muy bueno poder aprender que en la vida hay caminos que son más simples, que se puede caminar más liviano, sin sentirnos tan poco valorados. Que la culpa no siempre la tienen mamá y papá. Una madre y un padre no se determina por ser buenos o malos. Entendamos que, desde la biología, un hombre y una mujer se convierten en padres cuando hay una unión del óvulo y el espermatozoide. Ser padre no te convierte en bueno o malo. Habrás escuchado la teoría de “Hay que matar a los padres en vida”, pero hay otra que dice: “Hay que practicar el perdón”. Y terminamos mas confundidos. Tenemos que aceptar nuestra realidad tal cual es, por qué esta mamá o papá, sean abandónicos o abusivos. Veo personas enganchadas en el enojo, y nos damos cuenta de que la vida se nos empieza a pasar. El sentido es aceptar: son los padres, y la vida que me tocaron. Que sean buenos o malos es otra discusión. Cuando ubicas a tus padres donde deben estar, entendés que lo que está adelante es tu vida, y que los padres deben ir atrás. No podemos armar una vida si seguimos teniendo el eclipse de mamá y papá adelante. La vida es lo más valioso que tenemos; el tema es qué vamos a hacer con ellos. Cuando podés ubicar esto, sentís una liberación enorme.
—Voy a leer una pregunta que llega del público: “Los hombres me abandonan, y creo que es porque mi padre me abandonó a los 16 años”. ¿Qué le dirías?
—Cada caso es subjetivo. En mi experiencia, observé que la madre nos conecta con la vida, tomar la vida. También la madre nos relaciona con cómo nos vinculamos y nos relacionamos amorosamente con la pareja que elijamos. El padre nos conecta con el dinero, el éxito, el tipo de oficio, presión o carrera que hagamos; con lo social. Entonces habría que revisar desde qué lugar cada uno está eligiendo. Si es desde el vacío existencial, donde el padre se fue a los 16 años, donde hay mucha inseguridad. Porque muchas veces elegimos desde la carencia y no desde la plenitud. Aquello que me enamora de esa persona es de lo que yo carezco. No es lo mismo decir “Te necesito porque te amo”, a “Te amo porque te necesito”.
—¿Cómo distinguís el amor de la necesidad de no quedarte sola?
—Me pregunto: “¿Estoy con esta persona porque quiero construir, o viene a llenar un vacío?”. Eso tiene que ver con los apegos afectivos, la inseguridad que arrastramos de chicos, y creemos que esas personas nos vienen a salvar, a rescatar. La pregunta es: “¿Qué me pasa con lo que me pasa? ¿Para qué o por qué quiero estar en pareja y desde qué lugar estoy eligiendo estar en pareja? ¿Porque la sociedad lo dice?”.
—Esas preguntas sirven para todo, no solo para el amor. ¿Cómo derribamos los mitos que fueron construidos?
—Siempre que hay error, hay aprendizaje. El descuido está asociado a una situación de no cuidado: con los autoboicot, situaciones autoabusivas. “Yo lo sabía, sin embargo decidí no prestar atención”; entonces, vuelve a ocurrir. Viste que hay mucha gente que decide quedarse en la cama mirando tele, y llama un amigo y cuenta que está re bajón. Y después revisás un poco y en realidad no estaban deprimidos sino que estaban cansados de la cuarentena, porque esto lleva a sostener nuestras emociones.
—Lo importante es la prevención de que sucedan malas cosas, y la promoción del bienestar. Si te pregunto el concepto de la infidelidad, ¿que tenés para decir?
—Los infieles son personas inseguras que necesitan saltar entre sus conquistas porque no tienen seguridad. Siempre terminan mordiendo ese anzuelo, enamorados de esa persona que les dará la seguridad de la que carecen. Necesitan poner el foco en personas que los mantengan tensionados, porque ponen el foco en el otro y no revisan sus propias inseguridades.
—Hay un dicho que dice que de la muerte y de la infidelidad nadie se salva. Como que esa máxima, tranquiliza.
—Yo siempre digo que no podemos vivir pendientes de lo que el otro hace o deja de hacer porque termina pegándonos en nuestra valoración.
Nos pasamos toda la vida buscando el amor y la felicidad, y hay que entender que es una decisión. Cuando aceptás tu realidad es cuando empieza el cambio
—Cada pareja tiene un contrato, algunos aceptan y otros no; lo importante es establecer ese contrato. Cada pareja es un mundo.
—Cada vínculo es un mundo, y está atravesado por acuerdos. Ahora, si no nos comunicamos, estamos sufriendo, y seguimos poniendo el foco en el otro, y seguimos estando con personas que nos hacen daño. ¿Qué es lo que nos genera más sufrimiento? ¿Nuestra no actividad? ¿O tomar las riendas de mi vida?
—Tenés la oportunidad de decidir: “No quiero más esto”. Supongo que a veces el que perdona también sostiene ese vínculo. Hay que tomar decisiones: seguir o romper, pero con decisión.
—Antiguamente la felicidad pasaba por construir una vida: una casita, que tengamos salud, irnos 15 días de vacaciones. Hoy nos encontramos con otras prioridades que tienen que ver con la conquista. Nos enseñaron que la vida de una manera y otra es llenarla de experiencias: tenemos que estar obsesionados por la ropa, la playa que s e puso de moda, conocer la ciudad de ultima moda. Cuando no se puede lograr, todo eso genera frustración y ansiedad. La ansiedad es el inicio del estrés, que genera frustración y depresión: tenemos que ser cancheros, empáticos.
—De solo escuchar los estándares, ya me frustré ¿En qué momento disfrutamos?
—Caemos en la victimización o nos ponemos perfeccionistas con aquellos que tenemos. Yo lo que entiendo es que esto no es la felicidad. Siempre estamos en búsqueda del amor y de la felicidad, y de eso se trata mi último libro: Un camino a Roma. Encontrarnos con la realidad que nos toca vivir y aceptarlas. El amor está en eso, en la realidad.
—Si empezamos a practicar la amorosidad todos los días, ¿nos acerca a estar mejor? ¿Debemos empezar a hacerlo?
—Nos pasamos toda la vida buscando el amor y la felicidad, y hay que entender que es una decisión. Cuando aceptás tu realidad es cuando empieza el cambio.
—Muchas veces víctimas de abusos no pueden perdonar, y termina modificando toda tu vida.
—Yo los invito a que trabajen el perdón hacia sí mismos. A uno lo determina haber sido abusado, es algo tremendo que no puedo imaginar. Pero sí entiendo que uno, cuando puede perdonarse a sí mismo y (entender) que no fue culpable, y trabajarlo desde nosotros, aprendemos la vida desde un lugar más saludable.
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