“Hace unos años una multinacional ordenó un testeo y surgió que Tusam era ‘el mago más famoso de Latinoamérica’” Lo que parecía un halago para la persona en cuestión resultó un problema. Desde hace 70 años, primero su padre y luego él dicen, reiteran y se esfuerzan por explicar que no son magos. Juan José del Pozo y Leonardo son mentalistas, hipnotizadores y especialistas en control mental. Ellos desarrollaron un conjunto de técnicas y habilidades que tienen nombre propio: Tusam.
“Las técnicas Tusam no son magia. No hay trucos ni aparatos ocultos. Si una persona quiere adelgazar o dejar de fumar y sigue nuestro método no implica que entra fumadora y sale libre de nicotina. Brindamos pautas que luego acompañanos pero que dependen del trabajo, la ejecución y la perseverancia de cada uno”, explica Leo y pide que no lo nombremos así ni “el hijo de” sino como Tusam y explica el por qué “A Sandro no le decían Roberto Sánchez ni a Palito el público lo llama Ramón. Tusam es como me identifico, mi marca”.
La historia de esta identidad comienza con Juan José del Pozo que tenía el raro don de manejar sus órganos internos a voluntad. Esto le valió que lo usaran como conejillo de indias para tratamientos médicos. De joven, a su habilidad le sumó su curiosidad por aprender hipnotismo. Agregó conocimientos y en la década del 50 desarrolló técnicas que ayudaban a las personas a dejar de fumar. La fórmula se conformaba con “Técnica, “Unción”, “Sabiduría”, “Amor” y “Mística”. Las iniciales de estas palabras dieron origen al nombre Tusam.
“Mi padre fue pionero en abordar las adicciones desde lo físico pero también desde lo psíquico. Por un lado brindaba técnicas para desintoxicar el cuerpo y por otro, técnicas para bajar la ansiedad o el estrés”, explica Tusam. Una de esas técnicas es hoy muy popular entre los que quieren dejar el tabaco. “Los niños pueden ver una película varias veces. Lo hacen porque saber lo que vendrá, anticiparse a lo desconocido los relaja. Eso mismo ocurre con un fumador, si sabe cuánto va a fumar puede manejar cierta ansiedad y no pasar la cantidad pautada”.
“Para dejar de fumar, para adelgazar, las personas contamos con una herramienta de control mental, que llamo armonización, se trata de reprogramar la mente para armonizar la vida. Hoy las personas se cargan con programaciones negativas. En esta sociedad vivimos a tanta velocidad y con tantas preocupaciones que empezamos perder contacto con nosotros y nos llenamos de programaciones negativas”. Por eso, Tusam lo que propone es, entre otras técnicas, “destrabar la ansiedad de quienes buscan que las cosas ocurran de manera inmediato, acercar herramientas para que cada persona pueda lidiar con sus costados negativos. En suma aceptar que en la vida todo ‘puede fallar’”, dice recordando la frase que es lema y latiguillo.
Tusam destaca que tanto él como su padre tuvieron características inusuales pero también innatas. En el caso del precursor fue el dominio orgánico y en él una memoria prodigiosa y poder permanecer más que la mayoría de los mortales bajo el agua. “Todas las personas tenemos fortalezas y debilidades. Hay que apoyarse en los puntos fuertes y trabajar sobre los débiles, así se aprende hasta donde se puede ir, dónde se encuentra el límite en el que se puede trabajar”.
Aunque las técnicas de control mental y la hipnosis ayudan, no son milagrosas. “Si fuera así sería muy fácil. Haríamos una universidad para que salgan todos jugadores como Messi y en otra, artistas como Picasso”, ejemplifica pero agrega “lo que siempre tratamos de transmitir es este mensaje: Todos somos capaces de hacer posibles cosas que creíamos imposibles”.
En los 50, Tusam padre comenzó a difundir en radios sus técnicas para dejar de fumar. Pero las tabacaleras, principales anunciantes, no apoyaban a alguien que aconsejaba cómo abandonarlas y debió llevar sus presentaciones a teatros y sociedades de fomento. Al tiempo se sumó “la sugestiva Sulma” como la presentaba, una bellísima bailarina que conoció en Canal 7 y que se transformó en su esposa y su mejor compañera.
"Empezaron de muy chiquitos recorriendo toda la Argentina y después los países limítrofes. Él siempre decía que mamá era su eterna partenaire y fue la única bailarina que lo acompañó en su trayectoria", apunta Leo.
Los años 60 lo encontrarían a Tusam en la televisión, un lugar en el que se destacaría durante varias décadas. Su primera gran aparición tuvo lugar en Sábados continuados. Allí por primera vez Tusam batió un récord de permanencia bajo el agua y comenzó a ser convocado a realizar distinto tipo de pruebas físicas.
A la par de sus presentaciones en la televisión comenzó a montar shows donde agregó vestuario, música y despliegues poco vistos, por ejemplo, una gran inversión en luces, lo que provocaba que llenara teatros en cada una de sus presentaciones. En los 70 tuvo su propio espacio televisivo y en los 80, su hijo Leonardo se sumó a las presentaciones.
Con tantos años de trayectoria, se suceden las anécdotas para compartir. La más conocida todavía se recuerda. Ambos Tusam estaban en el programa Finalísima, conducido por Leonardo Simons y Leo se metió en un tanque tipo el de Houdini para realizar una prueba de apnea. Pero algo falló. Hubo que cortar la transmisión, abrir el tanque a hachazos y llevar a Leo de urgencia al Hospital Fernández. Lo increíble es que no solo se recuperó sino que seis meses más tarde, batió el récord de permanencia bajo el agua. Estuvo sumergido 6 minutos y 19 segundos.
No fue la primera vez que afrontó el peligro. “A los tres años, mis padres se dieron cuenta que podía permanecer bajo el agua hasta dos minutos. Mi papá empezó a incentivar ese talento. En la piscina de casa colocó un parlante subacuático para guiarme”. Pero un Leo adolescente decidió ir por más. “Recuerdo sumergirme, una sensación de bienestar y al rato despertarme fuera del agua y con mi papá reanimándome”, cuenta sin ningún trauma.
Una situación que recuerda como “muy graciosa” fue en Punta del Este. “Mi madre acompañaba a mi padre en el escenario con su porte, su traje de lentejuelas. En un momento, él invitaba a algún espectador a subir para superar el temor a los animales. Alguien aceptó y mi padre tomó una serpiente que escapó y comenzó a reptar. Mi mamá se subió el vestido, olvidó las luces y las lentejuelas y salió corriendo y a los gritos”. Superó ese temor para tranquilidad de su familia y sobre todo, por el bien del espectáculo.
En la ciudad esteña vivió otro momento que empezó mal pero terminó bien. “Tendría 12 años y animaba cumpleaños de chicos de mi edad. En un show tenía que manipular el equipo eléctrico, pero mi asistente faltó y me ayudaba alguien que mucho no sabía. El equipo de electricidad era viejo y había que tener cuidado. Entonces, tomo un caño, me da un shock y quedé electrocutándome ante un montón de chicos que me miraban aterrados. Con los dientes apretados, logré decirle al asistente que cortara la electricidad. Cuando desenchufó, comprobé que estaba bien y pregunté: ¿quién quiere participar?”. Obviamente debió recurrir a todas las técnicas de convencimiento para que alguien aceptara.
Como conductor de Superhumanos vivió otro momento tragicómico. “Viajé a los Esteros del Iberá para fascinar a un yacaré. A los animales no se los hipnotiza sino que se los fascina, se paraliza s centro locomotor” aclara y sigue con el relato “Nos trasladamos en dos lanchas con cámaras, asistentes, productores y lugareños. Vemos un animal, nos acercamos y empiezo mi tarea. Pero el yacaré pega un salto y me muerde el hombro”. Como estaba bien abrigado, las fauces del animal se cerraron sobre su ropa sin dañarlo. Todos lo miraban espantados, hasta que uno logró cortarle la campera y alejar al animal. Después del susto, vino la peor noticia. “No quedó nada registrado, por el susto nadie atinó a grabar”.
Aunque estas anécdotas pueden espantar a más de uno, Tusam asegura que el riesgo mayor nunca se vivió en el escenario sino en lo que denomina “el laboratorio”, el taller donde preparaban los elementos y ejercitaban sus pruebas. “Me pasaba y me pasa de invitar alguna persona a mi casa y que piensen que va a entrar a una ‘Baticueva’ llena de elementos extraños. Pero donde desarrollamos nuestros equipos es en un taller. Allí están las peceras, los tableros de electricidad, los elementos que usamos”, detalla. Pícaro, reconoce que era el lugar ideal para impactar chicas.
También admite que más de una vez, sus técnicas de memoria lo ayudaron a enamorar a la chica de sus sueños. “Muchos días después de un primer encuentro podía repetir las palabras en el orden exacto y en el momento exacto que las habían pronunciado”. No hay manera de no imaginarse la situación. Con los Tusam más que el “no te acordás lo que te digo” el reproche parece ser “jamás olvidas lo que te digo”. De hecho, él señala que su problema “no es recordar datos sino olvidarlos”, aunque humilde aclara que “no hay que confundir buena memoria con inteligencia”.
A 21 años de la muerte de su padre, ¿quedó algún reproche por los peligros que afrontó? “Mucha gente no lo sabe pero fui yo el que tuvo que convencerlo para que me incluyera con la prueba de apnea. Mi papá no quería saber nada. Estuve un mes ‘taladrándole’ la cabeza para que aceptara, cuando dijo sí, necesitamos otro mes para convencer a mi madre y luego otro para practicar” explica y afirma “mi padre sabía que sería cuestionado, sin embargo me dejó un espacio, respetó mi deseo y soportó las críticas a las que respondía con humor ‘el problema no es que lo dejo si no el lío que me arma si no lo dejo’”.
Con un infancia y una adolescencia donde los shows y las giras eran constantes, al terminar el secundario se preguntó si quería seguir en ese camino. Le gustaba lo que hacía pero no lo que implicaba esa vida. “Parece todo lindo, pero también es duro tener todos los fines de semana ocupados más la exigencia de los entrenamientos y pruebas en la semana. Se van perdiendo afectos”. Decidió hacer un parate y anotarse en Arquitectura. Lejos de enojarse, sus padres acompañaron su decisión. Como despedida lo invitaron a viajar a España donde harían una presentación. “Era un gran show con un despliegue de 300 personas. En un momento regulan las luces y todo se ilumina de un modo diferente mucho más claro”. Fue un momento mágico o tratándose de un Tusam un momento hipnótico. “Vi todo con una luz distinta y me dije ‘qué voy a hacer estudiando arquitectura, esto es mi pasión”.
Esa pasión ya lleva 37 años. “Mi padre, por su gran dominio orgánico realizaba pruebas con su cuerpo”. Aún hoy circulan videos donde se lo puede ver introducir un sable en su boca, mascando vidrio o tragando una lámpara encendida y mostrando cómo se iluminaba su estómago. Su hijo en cambio realiza propuestas más multitudinarias. En la ciudad de México hipnotizó a 698 personas. En el 2009, como homenaje a su padre fallecido hacía 10 años, permaneció encerrado en un cubo de hielo de dos metros de altura y 1,60 de ancho, durante 24 horas frente al Obelisco. En sus shows, la hipnosis y el control mental son los principales protagonistas junto a las conocidas frases “puede fallar” y “duro, duro”.
Lejos de la espectacularidad, pero con las herramientas del método desarrollado en 1950 y perfeccionadas, continúa dando conferencias con técnicas para dejar de fumar, adelgazar, vivir en armonía y el muy requerido “Puede fallar”. “Aunque la pandemia afectó los shows, no sucedió lo mismo con los cursos. Hace tiempo que desarrollo el programa Tusam Medita de modo presencial o via streaming”.
Con cualidades reconocidas y un espectáculo profesional ¿nunca recibió la propuesta de montar un show en Las Vegas? “En mayo de 1999 mi padre tenía pautado presentarse con David Letterman, pero murió el 27 de abril de 1999. Ahora anda rondando una propuesta de la cadena ABC y la posibilidad de asistir al programa de Jimmy Fallon. Hay que esperar que esta ‘anormalidad’ se calma y ver qué sale”. Y si sale, ¿se imagina al método Tusam entrando por la puerta grande en los Estados Unidos? “Puede ser, pero nunca me iría de la Argentina. Tengo mi casa y es mi casa”. Es que la Argentina es un país donde muchas veces parece que todo “puede fallar”, pero como Tusam demostró, siempre hay revancha.
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