El momento más divertido de la emisión del sábado pasado de PH, Podemos Hablar, el ciclo que conduce Andy Kusnetzoff por la pantalla de Telefe, estuvo protagonizado por otro conductor: Mariano Peluffo. Con mucho sentido del humor, retrocedió en el tiempo y revivió su proyecto laboral más decepcionante, que duró tan solo tres días. Pero como dice el dicho: “No hay mal que por bien no venga”. Y, según su testimonio, si no hubiese sido por aquel hecho jamás hubiera llegado a trabajar en Gran Hermano, su gran éxito.
Peluffo viajó en hasta el verano del 2001, cuando fue convocado por América para conducir el ciclo infantil Animérica en vacaciones, junto a la cantante Twiggy. Como muchos otros programas que se emiten en los primeros días del año, la dupla viajó hasta Mar del Plata para realizarlo. El envío salía al aire de lunes a viernes desde el Torreón del Monje.
“Salíamos en vivo con el móvil de América pegados al programa que tenía Carmen (Barbieri), Movete, con Marcelo Polino. Cuando nosotros salíamos al aire medio que caía bastante (el rating). Salimos lunes y martes. Yo estaba entusiasmado, mirando los dibujitos a la noche para ver cuáles poníamos, era un programa infantil. Estaba viviendo en el hotel Dos Reyes. Al tercer día hicimos el programa y directamente ni medíamos”, recordó Peluffo entre risas. En un principio parecía raro que al conductor le causara cierta gracia aquel traspié profesional…
Pero lo bueno se hace esperar. Peluffo siguió con su relato: “El jueves, cuando me levanto para hacer el cuarto programa, pongo América: uno va viendo qué pasa en el canal en el que trabaja. Y veo que Carmen, en un avance de su programa, dice: ‘¡Hoy vamos una hora más! ¡Vamos hasta las seis!’ Yo pensé: ‘No van a correr toda la programación, sería una boludez…’ Entonces llamé a América”.
Según su relato, como era 4 de enero no había mucha gente trabajando en el canal. Una joven empleada atendió el teléfono. Peluffo se presentó y le explicó su situación. “Esperá que averiguo”, le respondió la chica. Después de un rato de música de espera, volvió y le dio la noticia: “El programa no sale más”. “¿Y ahora qué hago?”, le preguntó el conductor, preocupado y decepcionado por lo que estaba ocurriendo. “Qué se yo”, se limitó a responderle la chica.
Peluffo volvió al hotel, le comunicó la noticia a Twiggy y juntos se subieron al Ford Ka que tenía el conductor y emprendieron el regreso a casa, cuando recién comenzaba la temporada de verano. “Cuando me voy con las valijas del hotel me dicen: ‘Che, tenés que pagar los consumos’. Porque yo comía ahí. Les dije: ‘Voy a firmar el contrato y vuelvo’. No volví nunca… Por eso, con este chivo les estoy pagando la reserva”.
Ahora bien, llega la parte agradable de esta historia. Sin trabajo y desconsolado por la lamentable experiencia, unos días después Peluffo recibió el llamado del productor Marcos Gorbán. “Si no hubiesen levantado Animérica yo hubiera pasado de largo (para trabajar en Gran Hermano). Me dijo: ‘Estoy con Gran Hermano, esto es top secret. Mandame material tuyo’. ¡Yo creía que me querían meter adentro de la casa! Me dijo: ‘No, estúpido’. Yo ya estaba entregado…”
“Voy a una reunión y me dicen: ‘En una semana empezamos’. Y a la semana estaba Solita (Silveyra) diciendo: ‘Adelante, mi compañero Mariano Peluffo’. ¡Yo tenía que estar en Mar del Plata haciendo Animérica con Twiggy! Pero me eligieron a mí porque estaba en Buenos Aires. Originalmente mi rol lo iba a hacer Horacio Cabak, pero no sucedió porque él estaba haciendo 1-2-3 Out en Mar del Plata. Los productores dijeron: ‘Tiene que estar acá, no puede ir y venir’”, reveló.
El conductor dijo que la cancelación de Animérica pudo haber sido obra del “destino”, que puso en sus manos el trabajo más importante de su exitosa carrera: Gran Hermano. Y aunque resulte llamativo, a pesar de que solo duró tres días, el ciclo de América no fue el más corto de la historia de la televisión. “Escribí al Récord Guinness, tienen un mail al que te podés comunicar. El récord lo tiene un programa de los Estados Unidos, que lo levantaron en el primer corte. ¡Tan mal no estoy!”
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