Alfredo Casero, sobre Alberto Fernández: “Un tipo que enseña Derecho tiene que saber lo que es la credibilidad y el honor”

Con "bronca por la cuarentena, no por la pandemia", el actor, quien armó su propio espectáculo online, aporta su mirada sobre las políticas que implementó el Gobierno. Además, especula con qué hubiera sucedido esta crisis sanitaria le hubiera tocado a la gestión anterior: "Macri no me hacía sentir un pelotudo", advierte

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Alfredo Casero: "Me voy a poner enfrente de cualquiera que atente contra mi libertad y la de los míos"

“Le tengo terror a caer preso en un sistema en el que dejan a la gente metida adentro de un galpón y se cagan a trompadas por un teléfono”, dice Alfredo Casero, haciendo referencia al incidente en el Centro de Aislamiento de Costa Salguero. El artista pasa la cuarentena en Chenault, una localidad de la Provincia de Buenos Aires alejada de los contagios en aumento del AMBA. “Ante el miedo, me pongo bravo”, explica el humorista.

Desde una carpa de once metros cuadrados en la que empezó a armar su propio estudio, Casero recibe a Teleshow a través de una ventana virtual. “Estoy produciendo lo mío”, cuenta el actor, que se prepara para estrenar -vía streming- su show Casero… y sus tres que son, el 17 de julio a las 23, por Plateanet. Además, planea volver a hacer su mítico programa Cha cha cha, “al menos cada dos meses”. Y liberó su película Cha3Dmubi: ahora, en tiempos de pandemia, se puede ver gratis por YouTube.

Fiel a su estilo y sin darle vueltas a la polémica, Casero avisa que se pondrá enfrente de cualquiera que atente contra su libertad, y que el problema más grave es la mentira. “Tengo que confiar en una persona en la cual no confío. El que tiene que cuidar, mi salud me ha mentido infinitas veces”, reflexiona el humorista.

—¿Vuelve Cha cha cha?

—Está buenísimo. El último programa de Cha cha cha dije que era imposible en la televisión porque es como un tema de Virus: pertenece a la gente, es lo más pop. No recibo un peso por nada que hagan de Cha cha cha, Canal 2 (América) no lo digitalizó, y tiraron a la mierda todos los tapes. Eso es dolorosísimo porque es tu obra. Fue emblemático para muchos. Tengo que seguir produciendo, también, porque si no ya me muero. ¡¿Qué voy a hacer?! La televisión fue un gran amor para mí; hoy, está muerta. En el 92, 93, lo dije: “Voy a ser el último cómico que haga esto”, y fuimos la última troupe que se convirtió en una cosa de la gente. Por eso digo que es pop, y volverá a serlo.

Alfredo Casero vuelve con un
Alfredo Casero vuelve con un show por streaming

—Decís que la televisión está muerta. ¿No te gusta nada de lo que ves hoy?

—Ayer leí la carta de Polka, de (Adrián) Suar, y me acongojé muy mal. Por mis compañeros, los trabajadores; con ellos empecé y todos crecieron junto conmigo, y porque es uno de los últimos bastiones que había de producción de televisión con un estudio, un comedor, un bar donde la gente paraba a comer. ¡Había comida! Televisión de esa manera, con un director, un director de fotografía, cameraman, maquilladoras, no creo que sea posible ahora. Y es doloroso por todos lados.

—¿Y por qué pensás que dejó de ser eso que fue?

La televisión, de haber sido una idea creativa para poder llevar entretenimiento y alegría a la gente, pasa a ser una especie de link panfletario del que paga. Todo el mundo sabe quién es el dueño del canal, a quién obedece, amigo de quién es. A la televisión la han matado los nihilistas. Murió, no acá, en el mundo, cuando para que haya rating no importaba nada. “Corto la bombacha, maltrato un enano, me cago de risa de…”. Cuando hay una causa, hay un efecto. No hay nada que haga que prenda la televisión por aire.

—Estamos viviendo un momento súper difícil, una pandemia que genera una crisis mundial enorme y particular en la Argentina. Compararla o asimilarla a la dictadura, ¿no es mucho con la historia que tenemos los argentinos?

—Todo tiene un relato que termina siendo un cuentito, un librito que leen los chicos. Dictadura es cualquiera que se pone al frente fuera del orden republicano, que es el que tiene que darnos el equilibrio pensado. La democracia es un equilibrio pensado absolutamente perfectible; no es perfecta. Todo lo que está afuera de ese orden, hay alguien que lo decreta. El decreto tiene que ser basado en la confianza que el pueblo le tiene al que lo decreta, debido a que no puede defenderse. El pueblo no gobierna si no es por medio de sus representantes, que son los que ahora se tienen que poner un gorrito con una hélice para entrar al Congreso. Este momento y la dictadura… El neologismo infectadura me parece hasta un neologismo... Decir dictadura en este momento, es peor que una dictadura porque en una dictadura vos sabés que enfrente tenés una pared que termina cuando terminan tu vida o tus derechos. Esto no. No existe esa pared. El problema más grave es aceptar la falta de libertad, la mentira. Tengo que confiar en una persona en la cual no confío, y no es que no confío por una cuestión partidaria. El que tiene que cuidar mi salud, decir qué va a ser bueno o malo para mí, me ha mentido infinitas veces y miente para taparse el culo. Se llame Alberto Fernández, (Axel) Kicillof, (Mauricio) Macri, el que quieras. Me voy a poner enfrente de cualquiera que atente contra mi libertad y la de los míos.

—Permitime insistir: ¿no es un montón compararlo con una dictadura?

—Viví una dictadura y la pasé muy mal, no podías salir a la calle si no tenías determinado tipo de ropa porque pertenecías a los perseguidos o los no perseguidos. Jugaba al béisbol, iba al KDT y tenía que llevar el bate, y fue un drama. Me han bajado del colectivo para preguntarme qué era. “Es un bate de béisbol”; “¿Y por qué lleva un palo?”. La dictadura empieza con nada. Bajar la gente de un colectivo, palparla, sacarla porque… La dictadura es la realidad que no nos permite ser libres, es la falta de libertad. Si me preguntás si esto es una dictadura, tengo que decirte que sí. El problema es: ¿alguien nos ayuda? No. En medio de esta dictadura, alguien nos mete quilombos y quilombos para sacarnos la tranquilidad en este momento, exactamente.

—¿A qué te referís?

—Acabo de putearme con infinidad de gente por los dichos de (el gobernador de Mendoza Alfredo) Cornejo. Decir en medio de este quilombo, en el que la gente no sabe si va a comer mañana, “hay que separarse de la Argentina”. Ahora no se pueden tomar otras medidas más que las que necesitamos. No pueden ponerse a hacer política. Me cago en Vicentin, me cago en todo. Han sido ineptos, inoperantes y mentirosos, abiertamente. Te dicen un día una cosa y al otro día, otra. Faltos totalmente de una cosa elemental que es el honor. Un tipo que enseña Derecho tiene que saber lo que es la credibilidad y el honor, porque el basamento del derecho romano es el honor.

—¿Alberto Fernández no tiene honor?

—Me hacés tocar cosas que me mueven el corazón, estoy enardecido con eso. Si yo te digo que esta persona es la peor persona del mundo, que va a hacerle daño a todos… Ellos se olvidan de lo que dijeron ayer. Era la persona que denostaba de una manera excelsa, era el ideal contra la maldad. Nadie me explicó mejor el caso Nisman que Alberto Fernández y nadie dijo las cosas más justamente. Después, pasa todo lo contrario. Ves, al mismo tiempo, decir: “La persona que me ha puesto acá...”. Que un presidente sea presidente porque lo puso un vicepresidente, ya hay tongo, ya no creo. Que la vicepresidenta sea Cristina Kirchner, con el daño y la locura que nosotros tenemos... Que el pueblo está aguantando porque ama la democracia y porque es temeroso de la violencia. Que ese tipo me venga a querer imponer a mí… Cuando te pierden el respeto es porque ya no tenés honor. Entonces, puede ser que él tenga los honores de ser un catedrático macanudo; ahora, los errores que comete como persona de la ley son horrorosos. Lo que estoy diciendo ya todos lo sabemos. Ves cualquier cosa que haya dicho el tipo un año atrás y te das cuenta que me está tomando de pelotudo, y a vos también, y a todos. Si él siente que eso es la honra, entonces yo no seré honrado. No tengo ninguna idea partidaria, me importan tres carajos los partidos políticos, al igual que ya me importa muy poco la plata. Después de que estuve muerto, me tuvieron 200 días tirado en un hospital, me cago en la muerte. En la mía, no en la de mis hijos ni de la gente que quiero.

Alfredo Casero: "Macri no me hacía sentir un pelotudo"

—¿No te da miedo el virus?

—Sí, claro.

—Nos enojamos mucho con la cuarentena. Me pregunto si el problema no está en el virus del que nos estamos cuidando.

—¿En tu casa vos tenés un cuchillo?

—Un montón.

—¿Tenés miedo a tu cuchillo?

—No.

—Porque sabés que con ese cuchillo no matarías a nadie. Podés tener un problema grave, gravísimo, y sabés que lo tenés que manejar. El problema no está en “le tenemos bronca al virus o a…”. Le tengo terror a caer preso en un sistema en el que dejan a la gente metida adentro de un galpón y se cagan a trompadas por un teléfono. Ante el terror, me pongo bravo. Si caigo (contagiado de COVID-19), me voy a cagar muriendo porque soy de mucho riesgo; he estado muy mal y mucho tiempo hospitalizado, tengo secuelas de haber tenido un virus intrahospitalario que casi me mata. En un sanatorio top. Imaginate que le pase a una persona que no tiene los medios. Claro que tengo miedo. Tenemos bronca por la cuarentena, no por la pandemia. A ver, una cosa es la otra. Estamos en una guerra. ¿Qué es el virus? El bombardeo. ¿Quién bombardea? Fulano, Mengano. ¿Quiénes son? El virus viene de China, es así. China hoy está levantando a los jóvenes, los está haciendo mierda. (Donald) Trump habla de China. ¿Entonces te gusta Trump? No. Nosotros somos un país con gobernantes que apoyan a (Nicolás) Maduro. Hoy por hoy, no podemos ponernos en boludeces de aliados de nada. Tengo miedo de que haya cuatro hijos de puta que hacen el negocio de la política cuando tienen que ser lo más humanos que puedan. La guerra pasa por otro lado. Están matando pibes que salieron a la calle y eso se va a replicar en todos lados porque en Latinoamérica seguimos siguiendo a dictadores.

—Decís que tu postura es apartidaria y que estás harto de los políticos en general. De todas maneras, te pregunto: ¿creés que Macri hubiera liderado mejor esta situación?

—Bueno, si mi abuela se hubiera casado con mi tío yo sería primo mío... No hubiera podido hacer nada porque la única resistencia que tienen todas estas mentiras es la gente diciendo lo que pasa. Es la única resistencia contra la cantidad de dinero que utilizaron para voltear a Macri. La cantidad de tipos, de movimientos, los micros, las asociaciones obreras, las asociaciones de los barrios de pie de pobrecitos descalzos, (Luis) D’Elía, (Juan) Grabois. Vamos a ser claros. Me preguntás si él (por Macri) lo hubiera podido llevar adelante bien; por lo menos hubiera podido confiar en una persona que tiene sentido de que no se le puede mentir a la gente y vivir tranquilo. Lo único que sentí con Macri fue que no me hacía sentir un pelotudo.

—¿Qué opinás sobre la causa de espionaje y los detenidos de esta semana?

—A mí con las escuchas se me hace agua la boca porque escuchás cómo nos mienten. Por favor, que aparezcan todas las escuchas de todos los hijos de puta que nos cagan. Todas. Escuché cosas horrorosas de la Porota (por Cristina Kirchner), (Oscar) Parrilli, cómo maltrataba a la gente. Quiero escucharlas porque para mí todo eso sanea. Si van a meterse en la mierda, se meten porque son cuestiones políticas. A mí me importa tres carajos. Vicentin me importa tres carajos. Lo único que me importa es que la gente no dé por sentado que alguien puede hacer por vos o decidir por vos si algo es tuyo o no, porque eso no es libertad y no es democracia. La gente que piensa que es la República, está equivocada. La gente que piensa que el Estado es el Gobierno, está equivocada. La gente que piensa que la Nación es el Gobierno, está equivocada. No me importa, son chusmeríos de alto nivel donde se refriegan en la cara el sorete del perro. Cosa de ellos; a mí no me vengan con esas boludeces: que limpien todo lo que tienen que limpiar. Lo que me duele es: “¿Cómo? ¿Hay unas escuchas que sí y otras que no? ¿Hay cosas donde se cometen atrocidades y no pasa nada? ¿Por qué no está presa Cristina de Kirchner si tiene todas las causas que tiene?”. En este río revuelto, la ganancia de los pescadores se les va a venir en contra esta vuelta. Lamentablemente, como soy viejo y como gracias a Dios, soy viejo, lo estoy viendo. Esto que te estoy diciendo, más allá de hacerlo por esta nota, te lo estoy diciendo porque mis hijos tienen 35 años.

—¿Cómo están ellos?

—Están bárbaros. Sufriendo. Pero nosotros no mostramos el dolor: los Casero somos un clan que se ríe. Las madres me supieron elegir. Por eso les digo a las chicas que soy una excelente elección.

—¡Cuánta humildad!

—(Risas) ¿Por qué voy a ser humilde? No soy un buen marido, se lo digo a todas las personas que quiero; pero soy un buen padre porque me encanta. Los quiero tanto... El problema es que tengo una manera de tratar medio como los tanos de antes. Mis nietos vienen y ponen la cabeza para que los cachetee. Los chiquitos dicen: “Este gordo que me está gritando”, y a los dos minutos, se dan cuenta y se acercan y después me aman. Los valores que hubo en la casa son de antes. El Neno (Nazareno Casero) es un gran consejero, él ahora me enseña. Guillermina es mamá de cuatro chicos que son divinos. Mi nieto mayor empieza a actuar y está estudiando. Minerva es un ángel y lamento tanto que todos sus proyectos (como actriz) se vean truncados ahora hasta nuevo aviso. Nazareno está haciendo la serie de Maradona, la de Amazon. Tengo otros hijos del alma, tengo hermanos del alma…

—Se viene el show: Casero... y sus tres que son.

—(Risas) Casero... y sus tres que son es una frase de un amigo, un señor que fue como mi padre putativo. Acá estoy solo, y voy a tratar de hacer Cha cha cha para hacer reír, a ver si me aman un poco.

—¿Cómo recomendás prepararse para ver el show?

—Te comprás un pedazo de queso rico, duro, un vino, y quedate tranquilo que voy a ver qué puedo hacer para hacerte reír y darte lo que tengo en el alma, que es lo único que me sale, en este momento, que tengo que ser piloto de esta pequeña tormenta. Si no la paso queriendo hacer reír, sería un idiota o un psicótico. No me interesa que la gente se sonría: quiero que se caguen de risa a carcajadas, como hacían en Cha cha cha. ¿Para quién lo hago? Para los que están trabajando, para la gente. ¿Y quién lo paga? Aquel que quiera. ¿Cómo me esperás? Yo te diría que con algo celeste, azul eléctrico.

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