Naty Franzoni compartió con Pamela David su “maletín de herramientas” para construir un estilo de vida saludable

La profesora de yoga brindó una profunda y distendida conversación con la conductora, para su ciclo online "PamLive"

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Naty Franzoni y su charla con Pamela David para "Pamlive" (Video: @Pamdavid)

Las responsabilidades, las exigencias y la velocidad con la que vivimos hoy en día, sumadas a la incertidumbre por la pandemia, nos pueden presentar complicaciones y obstáculos. Pero cada uno de nosotros tiene la capacidad de encontrar su propia receta para “bajar un cambio”, como se dice habitualmente, relajarse, y alcanzar de esa manera el objetivo primordial: el bienestar. Por supuesto: a veces es necesario una ayuda, otra mirada, que nos lleve a conectarnos con las cosas sencillas de la vida, y agradecer lo que tenemos en vez de valorar lo que nos falta. Naty Franzoni puede ser quien nos muestre ese camino.

Conductora de televisión y profesora de yoga, Franzoni enfrentó en su adolescencia problemas de salud originados por una enfermedad psicosomática. Pero luego de un cambio drástico, logró conservar un estilo de vida saludable. En diálogo con Pamela David para su ciclo PamLive, que produce Jotax Digital y se emite a través de su cuenta en Instagram, Naty narra su propia experiencia. Y además, cuenta las claves de su propio “maletín de herramientas”, que le permite buscar la plenitud.

—¿Cómo se empieza a tener un estilo de vida saludable?

—Se empieza queriendo. Eso es lo más importante. Y diciendo: “Sí, voy a poder cambiar mi estilo de vida; sí, voy a poder sonreír; sí, voy a poder lograr la vida de mis sueños”. Desde chica sufrí mucho. Nací así. Vivía enojada, angustiada, lloraba mucho, me quejaba todo el tiempo de absolutamente todo. Y mi cuerpo se enfermó, porque todas las emociones que tenemos, cuando son negativas o de tanto enojo, nos enferman. Sale siempre por diferentes tipos de cuestiones. Quizá colon irritable, o tenés psoriasis, o no podés dormir; ansiedad, ataques de pánico, y cientos de enfermedades que el cuerpo nos muestra. Me pasó a los 14 años, una edad tremenda, donde sos adolescente y te querés ver bien. Yo soñaba con ser modelo. Ahí me di cuenta de que si no cambiaba, cada vez iba a estar peor. Estaba toda brotada de pies a cabeza, llena de ronchas, y aparte, con un enojo… Era constante, y cada vez crecía más. No sabía qué hacer con eso, era muy chica. Un médico me dijo que era psicosomático. Era una enfermedad de la piel que mis emociones generaban. Me cayó la ficha y dije: “¡Basta con esto!”. Empecé a leer un libro: Las 7 leyes espirituales del éxito, que fue como mi puntapié. Lo hice carne. Me miraba al espejo todos los días con una sonrisa, me empecé a decir que estaba sana completamente, me empecé a amigar con mi cuerpo. Hoy lo cuento así, livianamente, pero fue un trabajo de muchos años. Lo sigo haciendo. Nunca más me broté, nunca más me enfermé, y cada día logro más cosas. Hoy animo a todos a que también empiecen a trabajar con sus emociones, con lo que les pasa. A sanar el corazón de cada uno.

—Lo seguías haciendo porque sanabas y te sentías mejor…

—Me di cuenta que la que tenía que cambiar era yo. Yo tenía que sanar en mi interior. Amigarme conmigo misma: con mis emociones, con mis angustias, con lo que me pasaba. Cosas nos pasan todo el tiempo, estamos lidiando con eso constantemente. Más durante esta cuarentena que estamos todos viviendo: todos los días es ir adentro y poder liberar eso que nos pasa. Decirle que sí a todo: sí al enojo, sí a lo que me pasa. Y desde ese lugar, intentar sonreír todos los días.

Me dicen que el cambio no es fácil. ¿Y qué es fácil? ¿Vivir enojada y triste es fácil? Es una actitud de vida

—Durante esta cuarentena, ¿qué hacemos con nuestras emociones?

—La incertidumbre que siempre hablan sobre la pandemia, existió siempre. Vivimos en un mundo de incertidumbre porque nunca sabemos lo que va a pasar. El único momento que tenemos es este, el aquí y ahora. Esa conciencia de vivir el aquí, y el disfrute del momento. ¿Qué puedo hacer ahora en este momento para conectarme y sentirme mejor? En vez de preocuparnos, ocuparnos de hacer cosas en el momento, y que lo estamos necesitando.

—Para aquellas personas que nunca lo hicieron, para los que están encerrados, sin trabajo, o que están en un momento muy difícil, ¿de qué manera no enfermar el cuerpo con esa preocupación? ¿Cuál es el tip o el ejercicio?

—Son herramientas para la vida. Cuando las necesitamos tenemos un maletín lleno de herramientas, y a cada uno le funciona algo diferente. Por ejemplo, una buena herramienta y súper fácil es agradecer. Uno dice: “Yo soy agradecida”, pero de verdad… ¿agradecés todo? El agradecer es multiplicador. Te hace ver lo que tenés, que todo es suficiente. Porque sino, uno siempre se enfoca en lo que le falta. Uno dice que va a estar bien cuando la pandemia termine, cuando consiga ese trabajo, pero mientras tanto, ¿qué? Tenemos que poder agradecer todo. Cuando estaba enferma, cuando no tenía nada en lo económico, recuerdo que vivía angustiada y quejándome. Empecé a agradecer, pero me costaba horrores. Hoy puedo estar horas agradeciendo. Me levanto y digo: “Gracias por estar viva, gracias por levantarme”. Al principio hay que trabajar la práctica. Yo todos los días practicaba el enojo y la queja, me costaba tanto salir de ahí, por que todo era motivo para quejarme. Yo era experta en quejarme: encontraba quejas hasta en las cosas buenas. Ahora soy experta en encontrar cosas para agradecer. Para eso se trabaja. Entonces una buena forma de empezar a agradecer es: “Cambiá eso por lo que te vas a quejar, por gratitud”. Cuando entramos en la gratitud, empezamos a ver que lo tenemos todo.

—Hoy tuve un día espantoso. ¿Cómo se sale de un día así?

—Cuando nos enojamos, cuando estamos angustiados o la situación nos supera, enseguida nos ponemos duros. Cada vez que nos entumecemos, nos endurecemos porque una situación nos puso nerviosos; hay que empezar a soltar. Primero, ablandar el cuerpo: soltar con movimientos de liberación. Empezar a sentir en el cuerpo y liberar esa emoción que nos pone tensos, que nos enoja. Y empezar a tratar de sonreír: liberar la boca, la mandíbula y dibujar una sonrisa. Este dolor, esta angustia, este enojo que siento en el cuerpo, esta tensión que tengo en mis hombros, empezar a ponerla en palabras y en voz alta. Cuando sentís la tensión de lo que te está pasando, empezar a ablandar, darnos un mimo y sentir lo que nos pasa. Nos cuesta llorar, decir que estamos enojados, que estamos frustrados, que tenemos un mal día; nos cuesta reconocerlo. Esa aceptación y esa emoción puede ser liberada. Y podemos empezar a sonreír. Si no me hago cargo de lo que está pasando y me enojo, el cuerpo se empieza a tensionar. Esa tensión te va a generar un dolor, malestar, angustia, y eso va creciendo. Cuando algo nos pasa es hablarlo, decirlo, a una persona o a mí misma: “Me acepto total y profundamente”. Y así, voy liberando esa tensión que tengo en el cuerpo y en la mente.

—¿De qué se trata el hachazo emocional?

—Después de que empecé a sanar y logré cambiar un montón de cosas, así y todo adentro mío tenía mucha angustia del pasado. A pesar de la vida hermosa que tenía, igualmente seguía enojada por pavadas; me agarraban enojos muy grandes. “¿Por qué detrás de todo esto sigo tan enojada?”. En esa búsqueda, de esa niña lastimada o no escuchada, empecé a hacer el hachazo emocional con técnicas de yoga. Cuando me curé de psoriasis, empecé a trabajar en los medios. Cuando yo me ponía mal, me quedaba muda. Empecé a trabajar con una fonoaudióloga, porque el cuerpo habla. La vida siempre te va a poner algo adelante para que sigas sanando. Esto es un trabajo constante, de todos los días. Como ya no trabajaba desde mi cuerpo, me quedaba sin voz. Con las prácticas de yoga empecé a sanar el cuerpo, me quedaba muda porque tensionaba todo acá. La angustia me quedaba en la garganta, se me achicaba, se me cerraba la tráquea y me quedaba muda. Y empecé a soltar con el yoga, encontré este hachazo que lo hacía frente al espejo, cada vez que me enojaba. Es una técnica en la cual pongo esa emoción en mi mano, y decía: “Bueno, ¿qué me pasa hoy?”. Hacía contacto con esto que me pasa. Voy a llevar la queja, la angustia, el dolor, lo que sea, lo agarro con una mano, lo agarro con la otra y trato de visualizarlo, voy a llevar todo eso a mi mente, a visualizar ese momento, y lo voy a sacudir. Lo hacho liberándolo, y lo corto con un grito. No me la agarro con nadie; yo misma suelto, me libero, corto con eso que me hace daño. Las emociones pasan, todo pasa. Estos ejercicios son tremendamente liberadores.

Comprobé que es un pérdida de tiempo querer cambiar al otro. Tenemos que aceptar cómo somos y cómo son. Todo empieza por uno: cuando yo me acepto, puedo empezar a aceptar al otro

—¿Hay algún momento del día donde se pueda hacer estos ejercicios?

—A la mañana es ideal, porque nos predisponemos. El momento ideal para empezar a agradecer todo. Es un hábito. Antes yo tenía en las paredes papeles escritos con “Gracias por...”, mensajes para agradecer y recordarme que confío en mí, me acepto y me amo tal como soy. Es mucha voluntad. Me dicen que no es fácil. ¿Y qué es fácil? ¿Vivir enojada y triste es fácil? Es una actitud de vida. No podemos elegir lo que nos pasa. Yo abro los ojos, me levanto, respiro y doy 5 gracias, que ya lo tengo incorporado. Me quedo un minuto respirando, inhalo por nariz, siento cómo inflo el abdomen cada vez que ese aire entra, y saco por la boca. Lo hacés un minuto con los ojos abiertos, y podés percibir cómo te cambia la vida.

—Hablemos de la gente que uno percibe que no tiene la mejor energía. ¿Cómo se puede transformar esa energía?

Tenemos que ser la energía que queremos atraer. Somos un imán. Tenemos que poder ser eso que tanto deseamos aprender. Yo no puedo pedirte a vos que cambies si yo no soy ese cambio. Una buena forma es no hacer foco que no me está gustando de vos. Elegir yo cómo quiero vivir. Si alguien tiene energía negativa y yo quiero sentirme bien y tengo que empezar sentirme bien conmigo misma, tengo que empezar irradiarlo, a no hacer foco. Estaba tan ocupada para yo sentirme mejor y sanarme, que empecé a dejar de prestarle atención a todo lo que estaba a mi alrededor. Esa energía también empecé a generarla a mi alrededor. Y mi alrededor empezó a cambiar. Es mágico, porque somos un imán.

—¿Hay que abrazar a los que están con mala energía?

—¿Qué más lindo que devolver una sonrisa? Por ejemplo, vas a un local y te atienden con mala gana, y yo me engancho en tu onda: ya pierdo el poder. El poder te lo entregué a vos y a tu mala energía. En cambio, si yo voy a ese mismo local y me contestan mal y yo le digo: “Qué lindo lo que tenés puesto, qué lindo tu color de pelo...”, me engancho con lo que yo quiero. Yo tengo el poder de elegir cómo me quiero sentir, cómo quiero vibrar, cómo quiero comprar en ese negocio. No le di el poder. Todo parte de uno. Y si se puede abrazar, mejor, porque nada es más lindo. Todo se sana con un abrazo y una palabra linda. Cuando estamos con mala energía es porque necesitamos ayuda, necesitamos un abrazo.

—¿Cómo funciona lo del vampiro energético? La gente que te tira para abajo…

—Yo no creo en esas cosas. Yo no estoy en ese lugar. La pregunta es: fíjate qué te está pasando que te enfocas en eso, en la persona que te puede envidiar, por ejemplo. Enfocate en cosas que te hagan bien, escuchá a personas que te hagan bien, que te inspiren. Leete un libro que te sane el alma; hacé yoga; ponete música y bailá. No te enganches. Todo el tiempo estamos eligiendo. Antes elegía quejarme, ahora elijo pasarla bien.

—Pensemos en aquel que tiene un ser querido con mala energía, o bajón…

—Comprobé que es un pérdida de tiempo querer cambiar al otro. Tenemos que aceptar cómo somos y cómo son. Todo empieza por uno: cuando yo me acepto, puedo empezar a aceptar al otro. Si tengo una mamá que está conviviendo conmigo, muy enojona, muy angustiada, tengo que poder abrazar a esa madre. Tengo que entender que ella aprendió a vivir así, o eligió vivir así. No enojarme, sino tratar de ayudarla sin querer que ella sea como vos. Es tan válido como lo que hago yo. Respetarse a uno mismo, elegir momentos para estar sola, tener horarios…

—Tu estilo de vida va cambiando de a poquito, no es de la noche a la mañana.

—De a poco, con lo que cada uno pueda. cuando pueda. Hay un día que te cae la ficha. Cada uno tiene su tiempo, no hay que acelerar los tiempos de nadie. No hay que pretender que el otro sea como uno quiere que sea. Es aceptar al otro como es. También validarse uno. Es armar acuerdos con tu ser querido, poder encontrar esa comunicación asertiva de poder decirnos lo que el otro necesita sin exigirle nada al otro, sino desde mi necesidad: “Yo necesito esto para estar bien, este momento para mí. Necesito que me digas las cosas de otra forma, necesito poder hablar de esto con vos. Yo quiero un cambio en mi vida y me ayudaría mucho que vos también cooperes con esta necesidad”. Es entablar acuerdos con los que estamos conviviendo hoy, que es tan difícil...

—Cuando uno quiere cambiar al otro es una pérdida de tiempo. Es así. Aceptemos.

—Hay que validarse a uno. Todos tenemos cosas que no nos gustan del otro pero tenemos que saber que no las podemos cambiar. Hay que aceptar. Si yo elijo quedarme con una persona, no tengo que intentar cambiarlo. Tengo que sacar lo mejor de él, mirar todo lo que sí tiene para darme, y tratar de remarcárselo.

—¿Cómo hacés para sacarle una sonrisa a alguien cuando esa relación está desgastada?

—¿Estoy en esta relación por amor o por miedo? Ahí uno elige. Si uno está por amor, todo vale la pena. Si estás con miedo, replantéatelo. Funciona para cualquier ámbito de la vida. Todo el tiempo estamos eligiendo.

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