Para los nacidos en este siglo, el nombre de Linda Cristal resulta desconocido, pero los que ya pasaron el medio siglo seguramente recordarán a la hermosa morocha argentina que en los 60 enamoraba a todos como Victoria Cannon y que falleció a los 89 años en los Estados Unidos, tal como confirmó la Asociación Argentina de Actores. Su hijo, Jordan, la despidió a través de sus redes: “Con tristeza inimaginable perdí a mi mejor amiga y mamá, Linda Cristal. Un ángel enviado desde el cielo, que todos tuvimos la suerte de tener durante casi 90 años. No tengo duda de que ella está en el cielo, ya que no solo nos trajo tanta alegría a mí y a mi hermano, sino que cambió la vida de millones, Voy a tratar de no estar triste ya que eso no es lo que a ella le gustaría”.
Linda Cristal nació en estas pampas, más precisamente en Rosario, en la provincia de Santa Fe. Su padre era un editor de revistas italiano, y su madre, de origen francés, la bautizaron con un españolísimo María Victoria. La niña creció querida y mimada, pero a los 13 años su vida cambió para siempre. Sus padres murieron en un accidente de tránsito en Uruguay y ella -que viajaba con ellos- fue la única sobreviviente. Su hermano mayor asumió su cuidado y la apoyó cuando dijo que quería ser actriz. Para mostrar que era en serio, se anotó en el Conservatorio Franklin de Montevideo, donde estudió canto y baile. Cuatro años después de la muerte de sus padres, se casó con el actor Tito Gómez, no por amor, sino porque ambos querían probar suerte a México, un país con una poderosa industria cinematográfica.
En tierra azteca consiguió papeles en distintas películas, pero en roles de reparto, hasta que obtuvo un protagónico en Con el diablo en el cuerpo, junto a Antonio Aguilar. Su trabajo fue observado por un productor de Hollywood que buscaba actrices que salieran del biotipo rubias de ojos claros, y la convocó. Así fue como con 21 años llegó a Hollywood, sin marido, ya que se separó de Gómez, y con un nuevo nombre: Linda Cristal. El productor Raúl de Anda la bautizó así porque era linda sin discusión y con una piel transparente como el cristal.
Logró su primer papel hablado en inglés en un western, la película Comanche. Aunque su rol era pequeño, como se besaba con el héroe, su rostro apareció en todos los afiches promocionales. Siguieron otras películas, como El álamo, donde compartió elenco y fue dirigida por John Wayne. En 1958 interpretó a una “sexy argentina” que intentaba separar a Tony Curtis de Janet Leigh en la comedia Vacaciones sin ropa. Ese papel le trajo su primer gran reconocimiento: ganó un Globo de oro como mejor nueva actriz.
A los Estados Unidos llegó sin saber inglés, y en un año ya dominaba el idioma. Como gracias a sus padres hablaba italiano y francés, decidió probar suerte en Europa. Filmó Las legiones del Nilo y La mujer del faraón. Dicen que estas películas podrían haber sido un exitazo si no hubiera sido porque los estudios las boicotearon temerosos de opacar la película Cleopatra, protagonizada por Liz Taylor.
Entre película y película, Linda tuvo tiempo para el amor. Invitada a la inauguración de un hotel en La Habana se enamoró del petrolero Robert Champion. Los once años que él le llevaba no fueron un problema, y en 1958 se casaron en secreto. Sin embargo, once meses después se separaron más que por incompatibilidad de caracteres por “incompatibilidad de agendas”. Ella pasaba muchas horas filmando, y él residía la mayor parte del tiempo en Venezuela.
Se le atribuyeron romances con el director Hugo Fregonese y con los actores Adam West y Cary Grant. También se rumoreó que fue una de las novias inventadas para ocultar la homosexualidad de Rock Hudson. A fines de 1960, Linda volvió a casarse, esta vez con Yale Wexler, actor por vocación y millonario por herencia. Con él tuvo dos hijos, Jordan y Gregory. Por un tiempo se alejó de los sets para criarlos. Aunque Wexler fue su gran amor, el matrimonio se disolvió en 1966, pero siguieron siendo grandes amigos.
Aunque sus primeros papeles fueron en cine, la gran popularidad le llegó gracias a la televisión. En los 60 dos series eran dueñas absolutas de las audiencias. Una era Bonanza y la otra, El gran chaparral; en esta, Linda, como Victoria Cannon, tenía un rol estelar. La serie se estrenó en 1967 y duró cuatro temporadas, con un total de 98 episodios. Narraba la historia de las familias Cannon y Montoya, que como colonos y aventureros debían luchar contra la naturaleza y diversos peligros para mantener su rancho en Arizona, cerca de la frontera con México. Linda encarnaba a Victoria, hija de un poderoso ranchero y esposa de John, el protagonista. Su personaje era bastante revolucionario, porque ponía la cuota de “civilización”. Les enseñaba a todos modales en la mesa y prestaba libros de poesía. Este personaje le valió dos nominaciones al Emmy.
Los capítulos fueron un éxito global por la suma de diversos elementos: locaciones hermosas, personajes queribles alejados del estilo “hombres rudos y mujeres de adorno” y relaciones familiares reales. Además se introdujo algo muy novedoso para la época, a veces los personajes dialogaban en español, lo que aseguró un tremendo éxito en el público latino.
Después de semejante éxito, Linda realizó apariciones especiales en algunas series, y filmó Mr Majestick, con Charles Bronson. De su patria natal jamás se olvidó. En 1968, junto con Adam West, que protagonizaba Batman, visitaron el programa Sábados circulares, de Pipo Mancera. Condujo un programa en Canal 13, El show de Linda Cristal, y protagonizó la novela Rosse, por el Nueve. El coprotagonista era Gustavo Bermúdez. Cada episodio empezaba con una canción de Sabú, que decía “se llamaba Rossé, era fina y gentil, como el vino francés”.
A fines de la década del 80, Linda decidió alejarse de la pantalla. Sin problemas económicos –supo invertir en propiedades y tenía una empresa de importación y exportación- solía disfrutar de alguna de sus casas en California y pasaba tiempo en la Argentina. Esa tierra que la vio nacer y a la que solía volver para disfrutar sin pausa y sin prisa.
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