Aída Elena Picardi, más conocida como Coca Calabró, se fracturó la cadera al sufrir un accidente doméstico en la madrugada del sábado. Se encuentra internada en la clínica Bazterrica, en Palermo, donde será operada mañana.
En diálogo con Teleshow, Marina Calabró, una de sus hijas, contó qué fue lo que sucedió: “Aparentemente se enganchó el camisón con un perchero de acrílico que tiene en su cuarto, perdió la estabilidad, se cayó y se fracturó la cadera. Estaba con la persona que la asiste, Roxana. Ella se comunicó con Iliana, que vive a media cuadra, y llamó a la ambulancia para trasladarla a la clínica”.
Según contó la periodista, desde el centro médico ya le confirmaron que consiguieron el clavo necesario para operar a Coca de la cadera. A cargo del equipo del doctor Alejandro Druetto, la intervención, de no mediar inconvenientes, se realizará mañana.
Marina y su hermana, Iliana, se turnan para cuidar a su madre en este momento tan difícil no solo por este accidente, sino por los temores ante la pandemia del coronavirus. “Estamos acompañándola con Iliana y Stéfano -el hijo menor de la actriz-. No podemos estar todos al mismo tiempo por las disposiciones en relación al COVID-19. Por suerte (Coca) está en la parte de maternidad, que es un área muy protegida”.
A pesar de todo, la viuda de Juan Carlos Calabró se encuentra de buen humor. “Está animosa, es muy fuerte y tiene la cabeza muy bien. Entonces está poniéndole onda. Como dato de color, estuvo charlando con Mirtha Legrand. Está poniéndole onda… Nosotras estamos preocupadas por la operación y todo el post que vendrá después. Pero la cosa, gracias a Dios, está encaminada”, aseguró la conductora de Confrontados.
Coca conoció a Juan Carlos Calabró en la década del ’60. En el programa de Susana Giménez, el histórico actor fallecido en 2013 recordó su historia de amor: “Estaba esperando a una señorita, tenía una cita en un bar que estaba en Viamonte y San Martín. Como siempre, llegué antes. Estaba solo en la mesa y veo enfrente que entraba gente a raudales a Las Catalinas. No sabía qué hacía la gente el Jueves Santo en la iglesia, así que me metí”.
Y continuó con el relato: “Se pasaba delante del altar y se salía por el otro lado. Cuando salgo, veo entrar a una morocha con el padre y la madre a la iglesia. Quedé flechado, amor a primera vista. Entonces esperé a que salieran, y fueron a otra iglesia, y de ahí a la Catedral. Si iba para allá me perdía a la chica que estaba en San Martín y Viamonte. Llegué siete y cuarto y le dije que estaba en la oficina, pero me quedó (en la cabeza) la morocha que estaba a la salida de la iglesia”.
“Pasan cuatro días y me cruzo con ella, estaba con unas amigas en San Martín y Corrientes. De nuevo a seguirla. Entraron a un bar que se llamaba Ipanema. Ahí dejé mi timidez de lado y le dije ‘te vi entrar a la Catedral el jueves pasado, te venía siguiendo de Las Catalinas, venías con tus viejos’. Me dijo que sí y le pregunté si la podía pasar a buscar a la salida del trabajo. ‘Seis y media estoy esperándote’, le dije. Desde entonces andamos juntos”, contó, muy enamorado.
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