En la época en la que todos quieren ser famosos, un like es motivo de celebración, un unfollow bordea el límite de la catástrofe y subir un video a TikTok es la forma más productiva de pasar la cuarentena. Cuando pareciera que lo único que importa es salir en televisión y sumar seguidores para hacer canjes en las redes -nuestras ilustres celebridades lo hacen hasta por un paquete de servilletas de papel-, una de las caras visibles del prime time de la televisión abierta nada en contra de la corriente.
Es probable que la mayoría de los lectores no lo conozca de nombre pero al ver su foto diga: “¡Ah! El del programa de Guido”. O por lo menos algo así sucede cuando camina por la calle. Se llama Pablo Giménez y trabaja como productor en los ciclos que Guido Kaczka ha conducido en los últimos siete años por la pantalla de El Trece. Además, forma parte del equipo de Con amigos así, por KZO, y es guitarrista y cantante de la banda de rock Sinema.
Aunque tiene todo para ser famoso y convertirse en una estrella -exposición, química con la figura del programa y buena aceptación de parte del público-, no negocia la fidelidad a su bajo perfil. Hubo que convencerlo para concretar esta entrevista con Teleshow.
—Guido se siente cómodo en su programa porque tiene un equipo que lo arma él. A veces pivotea conmigo, como también lo hace con los invitados y los participantes. Él puede estar tranquilamente hablando con una persona durante todo el ciclo, por eso yo no me veo tan esencial. Lo que pasó en los últimos años es que me empezó a tirar más centros y por ahí tuve más exposición.
—¿Por qué sucedió eso? ¿El público se divierte con tus apariciones?
—Muchos me lo dicen y me causa risa. Mirá: si Hoppe no estuviese en el Bailando, el Bailando sería lo mismo. Conmigo pasa igual, yo soy un productor del programa. Guido a veces me da el pase y, bueno, si no meto el gol…
—Hay goleadores que se erran el gol abajo del arco…
—Sí, pero él sabe a quién le tiene que dar el pase largo, a quién le tiene que dar el pase corto. Riquelme le daba a Palermo el pase que Palermo necesitaba. Si él no me diera el pase a mí se lo daría a otro que definiría de otra forma. Todo eso lo genera Guido. Él me dice algo y yo le respondo, pero él ya sabe lo que yo tengo que responder. Y así como lo hace conmigo lo hace con los demás.
—Insisto: por algo tu rol en el programa tiene tanta repercusión. Se ve en los comentarios y en los videos que se suben a las redes.
—Te agradezco por el comentario, pero es por eso que no doy notas: la única figura del programa es Guido. Él es el número uno. Entiendo que la gente se cague de risa pero en el programa solo cumplo el rol que ameritan las circunstancias. El éxito del programa se debe exclusivamente a su trabajo. Es uno de los conductores más inteligentes y hábiles que vi.
—Siendo de tan bajo perfil, ¿no te cuesta la exposición que te da este programa?
—Si me hacés bailar me cuesta porque no sé bailar. Pero para hablar y desenvolverme frente a cámara no tengo problema. La verdad que nunca la pasé mal. Muchas veces parece que estoy ahí parado sin hacer nada pero mi rol es ser productor de piso y me tengo que encargar de que las cosas salgan medianamente bien en el vivo. Hay veces que tengo más participación y otras veces menos, es algo circunstancial.
Pablo nació en Villa Devoto hace 35 años y estudió Edición de Cine y Televisión en la Universidad de Palermo. En paralelo hizo la carrera de Música en el Conservatorio Manuel de Falla, para darle un marco educativo más “formal” a su pasión . Tuvo trabajos de todos los colores: desde repartidor de pizza en su barrio hasta cadete en el Microcentro, pasando por empleado en una empresa contratista de la ANSES que revelaba rollos de microfilm. Su llegada a la TV fue por medio de su hermana -también trabajadora del rubro-, a quien le llegó la información que estaban buscando un editor para el programa De dónde vengo, de Chiche Gelblung.
Después de trabajar unos años con el periodista, se sumó al equipo de Guido Kaczka, que por aquel entonces estaba conduciendo La mejor elección: “Arranqué haciendo producción y un día Guido me puso delante de cámara. Eso sucedió por la necesidad que tiene el propio programa y porque él lo ve. Me acuerdo de ese día: no fue nada puntual, había que entrar y sacar juegos del estudio, era parte del programa. Él lo tomó como algo natural, si al productor se lo tiene que ver, se lo ve. No es nada forzado”.
Ya sea porque “el formato lo requiere” -como Pablo prefiere explicar- o porque Guido encontró en él un buen compañero de equipo, con el paso de los programas se lo empezó a ver cada vez con mayor regularidad frente a cámara. Siguiendo con la jerga futbolística previa, el conductor tira el centro y también va a cabecear, de eso no hay dudas. Pero su productor acompaña y sabe el rol que ocupa dentro de la cancha: nunca se lo vio hacer un enganche de más. El pase siempre a los pies del capitán.
“Yo estoy atento a todas las necesidades que tiene él durante el programa. Es muy espontáneo y las cosas van surgiendo. Por supuesto que cada envío se prepara y tiene ciertas estructuras, porque Guido es un fanático y además de conductor también es productor y tiene una cabeza gigante. Pero las charlas salen en el momento”, explica.
Si hay que señalar un momento en el que su popularidad creció notablemente, fue en junio de 2017, en el programa Las puertas. En una de sus secciones se llevaba a cabo una competencia gastronómica entre los participantes, en la que Pablo oficiaba de jurado. La consigna del día era que los concursantes presentaran pizzas originales, no tradicionales. La que más le llamó la atención fue, paradójicamente, una bastante simple, que tenía mozzarella y papas fritas.
Al momento de probarla se tentó y casi se atraganta mientras intentaba hablarle al conductor. “¿De qué te reís?”, le preguntó Guido. “En los cumpleañitos, en los cumpleañitos… ¿Viste? Le ponés papitas a todo. A los sandwichitos, a la pizza. Me hizo acordar a eso”, le explicó Pablo. La cara de Guido, entre sorprendido y desconcertado, y la ocurrencia del productor se viralizaron en las redes. “Los cumpleañitos” pasó a ser una marca registrada.
Lejos de agarrarse de esa ráfaga de fama o de los comentarios positivos que se publican diariamente en las redes sociales, Pablo siguió haciendo el mismo trabajo de siempre, mientras el formato del ciclo se sigue adaptando al paso del tiempo -pandemia mediante-. “La gente peca de pensar que el programa es súper improvisado y la verdad es que tiene un montón de laburo atrás. El comentario fácil es decir que se hace con dos mangos o creer que cualquier persona entra al piso como si fuese un shopping. Es cierto que Guido tiene una capacidad gigante que te hace un programa de tres horas con un vaso de agua, pero hay mucho trabajo: pensá que nunca tuvimos un problema y laburamos con un montón de gente”.
En el ciclo Con amigos así cumple una función distinta. El Pollo Álvarez es el conductor, y está acompañado por Cale Ruggeri, Magui Bravi, Javi Ponzone y Pablo, en el rol de panelistas o co-conductores. “El otro día me jodían en el programa y me decían: ‘En lo de Guido sos más ortiva que acá’. Y no es que sea ortiva: si jugás de defensor no vas a pasar la mitad de cancha, te quedás en tu posición, pero si en un partido sos delantero vas a buscar hacer goles. En lo de Guido hago producción y en Con amigos así soy parte del staff, entonces si viene un invitado vamos a charlar, y si hay que joder vamos a joder”.
Cuando no está trabajando en los programas de televisión, está en su casa, cumpliendo con la cuarentena junto a su esposa, con quien está en pareja hace diez años. Aprovecha el tiempo de encierro para rodearse de lo que más le gusta: el cine y la música. Es guitarrista y vocalista de la banda de rock Sinema: “Hace dos años sacamos nuestro primer disco y nos fue muy bien, tocamos en Niceto, en The Roxy y varios lugares más. Es un laburo de otro palo y tiene otros caminos, pero dentro de la escena del rock, gracias a Dios nos va muy bien. La idea era sacar el segundo álbum para fin de año, y ahora estamos medio frenados pero si todo se arregla la idea es hacerlo igual”.
Mientras tanto sigue ensayando junto a los otros cuatro integrantes de la banda: su hermano Mariano -también en guitarra y voces-, un tecladista, un bajista y una baterista. “En un momento se nos fue nuestro batero, así que hicimos una especie de casting y vino Rocío, que es una genia, y quedó -recuerda-. Lo importante en una banda es que los músicos sean buenos y aprendan a vincularse, el sexo es lo de menos”.
En lugar de caer en el flash de las cámaras y el ruido de la fama, prefiere seguir siendo simplemente “el productor de Guido” o “Pablo Sinema”, como bautizó su cuenta en Instagram en honor a su banda. Lejos de la grieta musical, se declara fanático tanto de Los Rolling Stones como de Los Beatles. Tampoco se deja arrastrar por la corriente del trap o el reggaetón, por el contrario, sigue tocando Rock & Roll. “Tenés razón, estoy un poco a la inversa de todo”, dice antes de despedirse.
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