Silvia Freire, en diálogo con Pamela David, advierte sobre la importancia de los pensamientos positivos en esta época de pandemia

En esta nueva emisión del ciclo PamLive, la escritora y guía vivencial da cuenta del trabajo que podemos hacer desde nuestro interior para escapar de las consecuencias emocionales a las cuales nos lleva el COVID-19

Guardar
Silvia Freire con Pamela David, en una nueva edición de PamLive

El coronavirus formará parte del pasado cuando se encuentre la vacuna o un tratamiento adecuado para el COVID-19. Lo que sucederá hasta entonces es que formará parte de nuestro día a día. Y habrá que aprender a lidiar con sus consecuencias. Nada sencillo, por supuesto. Pero en este encuentro con Pamela David para su ciclo PamLive (@pamedavid), la escritora y conferencista Silvia Freire muestra los primeros pasos que debemos dar para empezar a transitar ese camino.

—Lo que nos toca hoy es poder salir con la imaginación y la visualización. Para los que no se animan o no lo pueden hacer, porque nunca conectaron y tienen miedo de la incertidumbre, ¿de qué se trata?

—Nos vamos de ese lugar, de esta realidad por un instante, y sabemos hoy que la neurociencia nos muestra cuáles son las zonas que se encienden cuando vos tocás un objeto que te recuerda a una abuela. Se ven los encendidos y cómo funciona el cerebro. Y si te sacan ese objeto y te dicen: “Recordalo”, sentir es el secreto. Dicen los que saben que el sentido del cerebro es el mimo, el comportamiento de la compumente es igual, teniendo el objeto y no teniéndolo, cerrando los ojos e imaginar. Si es lo mismo, yo puedo cerrar mis ojos e ir a playas blancas, mar azul, palmeras. ¿Cómo comprobarlo? Si vos por un instante cerrás los ojos y te conectás con una foto mental que te hace bien, observás tu cuerpo y liberaste un montón de sustancias que recorren tu cuerpo. Eso nadie lo puede negar. Cuando tenés engranados los recuerdos, se cae una silla o cuando gotea una canilla, vas a sentir un dolor físico sin relacionarlo de manera consciente y revivís lo que te paso. Si esto es mi cuerpo, y poco conocemos de cómo funciona, vamos a ir viendo qué nos está pasando, cuando yo juego a pensar que la pandemia terminó, que nos curamos, que estamos afuera. Lo que hoy nos resguarda del virus es el sistema inmunológico. Y para la inmunidad, las sustancias que nos pongan de buen humor, son buenas.

—Lo puede hacer cualquiera, en cualquier estado.

—La creencia de que algo es más fuerte que yo está instalada. Nada es más fuerte que vos porque vos, sos vos; tus pensamientos no pueden ser más fuertes que vos porque son tuyos. Tiene que haber una conciencia del poder: saber que yo domino mis pensamientos.

—Para todos aquellos que quieran iniciar el camino de "creer en mí”, un tip fundamental sería rodearse de gente positiva.

—Vos, sin jactarme, lo hacés conmigo, y yo lo hago con vos. Yo no me conecto con gente negativa. Cuando quiera revisar heridas abiertas voy a relacionarme con otra gente para ver cuan vulnerable estoy hoy. Y me trato, me quiero, me resguardo, me entreno y me conecto. Hoy está Internet; podés navegar, meterte en esos mares, en muchos autores, y es espectacular. Y cuando te metés en esos mares, te olvidás del territorio de donde saliste, donde están tus creencias. Tu manera de ver el mundo está formada de lo que tenés en la mente, que está llena de programas.

Se le teme a lo que no está ocurriendo. ‘Tengo miedo que pase...’; todavía no pasó. Y cuando pase, vemos Pero miedo, no

—Lo quieras o no, todos, estamos muy atravesados.

—Hasta que vos tomás el toro por las astas y decís: “Mamá, esa era tu manera de mirar al mundo; mi manera es otra”. También nos pasa que hacemos un pacto con los adultos, porque es difícil romper sus propias pautas. Yo les recomiendo que entren en Internet y vayan de un autor a otro autor que sabe, y que no se queja: la queja es lo que mas desperdicia energía. Vos te levantas a la mañana y te aseguro que dos quejas te bajaron el bidón de energía. Tenemos tres bidones: el del cuerpo, el emocional y el mental. Esos bidones se agotan durante el día. Si querés bajar los bidones, quéjate y criticá, y vas a ver cómo te quedás sin energía. Vas a estar fatal, abajo, en el subsuelo. Hoy se sabe que la mala vibra es verdad. ¿En qué lugar me quiero parar? El chamán te dice que somos poderosas, y somos hadas, que podemos entrar a un lugar y cambiarlo. La mujer entra a un lugar y lo modifica; la mujer, embellece. Entonces yo puedo usar mi capacidad para embellecer ese lugar de mala onda, o no.

—La mujer transmuta la energía. Con una sonrisa se puede cambiar la energía.

—Sí, pero con la consciencia de que lo podés hacer. Así que no te quejes: embellecé los lugares, pero sabiéndolo. Antes de entrar, decilo: “Yo voy a embellecer este lugar”.

—Creo que el hombre, con un universo femenino interno, también es transmutador. Nos llega un comentario que dice: ”Me vivo quejando y, como soy miedosa, debo exteriorizar lo que me pasa”.

—No al desahogo. Esta idea de que “ahora que me desahogué me siento mejor” porque ya lo dije: no. Vos sentís esto porque te agotaste, no significa que estés mejor, sino que agotaste la energía. “Ahora estoy más tranquila porque se lo dije a todos”: eso no te quita peso, te lo multiplica. Además, dejás a la otra persona pensándote enferma. Cuando me mandan un mensaje y dicen: “Estoy mal, me siento mal, la vida es una porquería”, yo te recuerdo en mal estado. Cuando pienso en vos, te recuerdo en mal estado. Si me gusta pensar en vos, me quedo; sino, hago zapping. Cuando abrís el placard elegís qué ropa ponerte, vos elegís cómo peinarte; bueno, elegí por dentro las emociones que querés sentir.

—Quiero relacionar todo eso con el miedo, que está. ¿Qué pasa con el miedo?

—Yo tengo un edificio lleno de habitaciones, y cada una tiene un nombre. Vos elegís la habitación en la que entrás, por el nombre que tiene. Vos elegís entrar a la habitación del miedo; yo no quiero. Yo al tren fantasma no me quiero subir. Se le teme a lo que no está ocurriendo. Esta imaginación mental de viajar donde algo todavía no esta ocurriendo, yo no voy a hacerlo si para colmo es malo. “Tengo miedo que pase...”; todavía no pasó. Y cuando pase, vemos. Pero miedo, no. El miedo se alimenta de tu energía. No le voy a dar de comer al miedo.

—¿Y qué pasa con esos presentimientos, con esa corazonada, eso que sentís y sucede?

—Hay unos libros para niños que se llaman Elige tu propia aventura. En el libro te cuentan, por ejemplo, que aterriza una nave espacial en medio del camino, y si querés que el extraterrestre entre en tu living, vayas a la página 29, y ahí entrás en esa historia, y si querés que el extraterrestre te invite a la nave, vas a la página 63. Vos elegís cómo sigue.

—Como la vida misma...

—Claro, vos elegís, no tiene que ver con la premonición; todas las posibilidades están ahí. Podés ir y elegir algunas de las posibilidades; una. Vos sos una posibilidad y tenés el poder de elegir ir con la nave o invitar al extraterrestre a tomar el té a casa. Vos elegís tu propio desenlace: si elegís ir al país del miedo, nos vemos en Disney; yo ahí no me subo. Soy una insistente con el tema, insisto en contagiar y que todos conozcan la práctica. Con que vos una vez te sientas bien, sientas el momento, el instante, es impagable. La palabra meditación para el occidental tiene mala chapa: da como aburrido. “Meditar, quedarme en silencio, y ¿cuánto tiempo? ¡Ay, 20 minutos!”. Suena terrible, suena a castigo. Los que aun no empezaron a meditar, sugiero que cuando estén en casa y vayan a hacer pipí, aprovechen, sentadas, y miren el entrecejo con los ojos cerrados. En ese entrecejo se encuentra un vacío. Quiero que estés ahí solo un instante, no te atormentes, es solo un instante, es ese vacío. Acompañalo y respiralo. Estás mirando el entrecejo, estás entrando en el vacío y respirás. Y terminaste de hacer pipí y saliste. Tomá el hábito de que cada vez que vas a hacer pipí, entrás al vacío. Yo te aseguro que lo vas a empezar a necesitar. Que con un instante de desaparecer de este lugar, y después volver, vas a necesitar irte al vacío, vas a ver las cosas de un modo más luminoso, vas a ver al otro mas bello, porque el otro va a notar en tu mirada que lo ves bello, y eso lo convierte al otro. Las mujeres somos hadas, tenemos la posibilidad de convertir. Hay miradas que te bañan, cuando te miran con amor es un flash. Tratá de tener como objetivo: ponelo al otro en modo flan, al que tengas adelante. “Te miro y te veo bello”.

Mi paz no se negocia, porque yo quiero tener paz, porque yo quiero ver paz, quiero ser útil, no una inútil maloliente, porque los malos humores tienen mal olor

—Nos dicen que no soporta más a su marido, la tiene podrida y saca lo peor de ella; prefiere encerrarse y no verlo.

—Adoro la idea “saca lo peor de mí”; es tan ilustrativa esa frase. “Gracias, no sabía que tenía una banana podrida en mi cartera. Vos sacaste lo peor de mí. No sabía que tenía este odio, que tenía esta herida abierta". Seguramente tu marido esta recordándote algo del pasado que merecés sanar, estoy segura de que tu marido te recuerda a alguien que te irritaba, o irritaba a tu mamá. Vos veías que tu papá irritaba a tu mama, por ejemplo. Todo sucedió antes de tus siete años y hoy lo que pasa es que hay repetición. Antes de los siete sucedieron cosas que llenaron tu compumente de programas. Reprogramá tu mente. La técnica del Hoʻoponopono es simple y chiquita. Me irrita, gracias. Quiere decir que acá tengo una herida abierta. Lamento haber unido nuestras historias de dolor. Nosotros unimos nuestras memorias del dolor. Estamos acá para sanar. Vos y yo, yo y mi marido: vos y tus conceptos. Gracias creencia, no te quiero más acá, porque no me das paz. Mi paz no se negocia, porque yo quiero tener paz, porque yo quiero ver paz, quiero ser útil, no una inútil maloliente, porque los malos humores tienen mal olor. El malhumor tiene mal olor. Me baño, no quiero malhumor. Quiero aportar alegría. Así que convertilo a tu marido, tomate ese desafío. En vez de encerrarte en tu furia y en tu habitación llena de desprecio, ¿Por qué no probás con apreciar? Vos elegiste a tu marido, a ese hombre. En algún momento elegiste a ese que te enamoró, del que te querés escapar. “Sí, pero ahora cambió”. ¿Y por qué cambió? ¿O lo cambiaste? Si era simpático, ¿por qué no te fijas si podés sacarle una sonrisa vos, convertirte en hada como decía el chamán? ¿No podes convertirlo? ¿Por qué no ves si podés sacarle una sonrisa a ese ogro, al mejor estilo La Bella y la Bestia, y dejás de criticarlo? Porque lo que leímos en el corto mensaje fue: “Criticar, quejarse y despreciarte”. ¿Te gustás?

—Uno no se da cuenta cuando habla de desahogo; no se llama desahogo.

—No, al contrario: te ahogás. Estamos ahí, ahogados, asfixiados. Entonces, no lo quiero más. Esto no lo quiero más para mí. Yo quiero aportar algo bueno. Salí de tu habitación.

—Me gustaría que hagamos el ejercicio de visualizar, para los que nunca lograron conectar con una visualización. Imaginar que esta pandemia terminó. ¿Querés guiarnos?

—Lo ideal es que pudieran cerrar los ojos y guiarse con mi voz y poner una mano sobre otra. Esas manos conservan la caricia de alguien que nos amó alguna vez, o que amamos alguna vez. Con las manos lo que uno puede hacer es pedirle a esa criatura, que todavía vive ahí, que nos lleve al momento más feliz. Recordando lo que nos hizo feliz en el pasado, puedo tomar esa emoción y transportarla al futuro. Si no te gusta lo que estás sintiendo, vos decidís. Dejá ir al pensamiento. Conectacte con tu cuerpo; estás respirando, estás vivo, conéctate con lo bueno de tu cuerpo y agradecé. Somos muchas personas unidas en esta meditación, intentando aportar algo; eso está bueno. Entonces agradecemos el cuerpo, la posibilidad de estar en esta sala, a Pame que nos invitó, y visualizar que esto termina. Que nos dan la noticia de que apareció la vacuna, que terminó la pandemia. Pero que la noticia nos encuentre transformados. Que haya servido para algo, porque si no sirvió de nada y sigo siendo la misma desagradecida, la verdad que me quiero quedar acá, encerrada un rato más. Hasta que esta pandemia, este aislamiento, termine convirtiéndome en mejor persona. Yo aspiro a convertirme en algo mejor. Levantá el guante del poder y convertí tu vida solo con una sonrisa.

—Me encanta lo que dijiste: cambiar la actitud. Eso hace que a la otra persona no le quede más remedio que cambiar la suya. Si vos cambias con tu energía, la energía del otrocambia, es inevitable.

—Una vez que apliques todo esto, lo vas a saber. Probá y vas a saber.

SEGUÍ LEYENDO

Guardar

Últimas Noticias

Bebe Contepomi: “Fui un busca y logré tener el mejor trabajo del mundo”

Una aventura que comenzó durante su adolescencia, en plena efervescencia por la vuelta de la democracia, cuando escuchó la música que le cambió la vida
Bebe Contepomi: “Fui un busca

Mariana Verón y su emocionante historia de adopción: “Es muy cruel saber que hay familias adoptivas que devuelven niños”

En una charla íntima, la conductora de Telenueve repasa su camino hacia la maternidad. Los momentos difíciles y la hermosa familia que formó con su colega Gabriel Sued
Mariana Verón y su emocionante

Daniel Grinbank: “Ojalá no especulen con el mundial para patear para adelante los despelotes tremendos que tenemos como país”

En una charla íntima con Teleshow, el empresario presentó su flamante biografía en la que repasa sus 50 años de carrera y las vicisitudes de la industria. La música, el fútbol, la familia y un análisis de la realidad actual
Daniel Grinbank: “Ojalá no especulen

El fanatismo por Horacio Cabak, el robo de comida y una extraña práctica sexual: las creadoras del fenómeno teatral Las Chicas de la Culpa

En diálogo con Teleshow y en una entrevista descontracturada, Connie Ballarini, Nati Carulias, Malena Guinzburg y Fer Metili recordaron los orígenes del fenómeno teatral que protagonizan y se animaron a los más graciosos desafíos
El fanatismo por Horacio Cabak,

Alejandro Lerner: “Nos falta un buen terapeuta nacional para poder arreglar el quilombo interno que tenemos”

En una charla íntima con Teleshow, el cantante repasó sus cuatro décadas con la música, adelantó cómo será su show celebratorio y se refirió a la realidad actual
Alejandro Lerner: “Nos falta un