Existen diversas formas para sanar una ruptura amorosa. Algunos arrasan con lo que hay en la heladera y a otros se les cierra el estómago, se puede llorar acurrucado en un sillón o correr hasta que el cuerpo diga basta, refugiarse en el silencio o convertirse en una ametralladora de palabras, salir a seducir o realizar voto de abstinencia. Pero si la vida te privilegió con el don de la música, en lo que dura un vuelo entre Nueva York y Londres, podés componer una canción salvadora. Como “Torch”, el tema tan triste como catártico que escribió Alanis Morissette luego de romper con Ryan Reynolds.
Las crónicas y fotos actuales nos muestran a un Ryan Reynolds súper famoso luego de protagonizar Deadpool, felizmente casado y enamorado de Blake Lively, padre compinche de tres hijos y poseedor del gran tesoro de estos tiempos: millones de seguidores en sus redes.
Alanis Morissette ya no está en la primera línea de la fama. Por decisión propia hace tiempo que dejó las megagiras con megaconciertos. Hoy prefiere los shows íntimos y acústicos, escribe una columna de autoayuda en The Guardian, de vez en cuando participa como actriz en alguna serie y es mamá a tiempo completo de Ever de nueve años, Onyx de cuatro y Winter que nació en agosto del año pasado cuando transitaba sus 45 años.
Pero a comienzos de este siglo, la realidad de ambos artistas era muy distinta. Fue en el 2002 que comenzaron un romance intenso. Se conocieron en el cumpleaños de Drew Barrymore. Ambos eran canadienses y un código común los unía. Quizá por eso Alanis sintió que aunque recién se conocían, lo conocía “de toda la vida”. La simpatía natural de Ryan unida a su cara de eterno chico bueno pero también bonito hizo que se dijera “por primera vez voy a estar en una relación y no estaré insatisfecha”.
Desde su llegada a Hollywood, Ryan había tenido varios romances. En cuatro años había noviado con Melissa Hart, luego con Taylor Howard, después con Krisen Johnston y al final con Rachel Leigh, cada relación había durado exactamente un año. Pero sentía que con Alanis podía pasar de lo efímero a lo perdurable.
Apenas trascendió que Reynolds y Morissette estaban de novios, fotógrafos, periodistas y seguidores entraron en estado de “noticia permanente”. No era para menos.
En los 90, la canadiense estaba en la cima del reconocimiento y la fama. Oriunda de Ottawa, a los 16 años ya había publicado dos álbumes en su país: Alanis (1991) y Now Is The Time (1992). En 1994 se mudó a Los Ángeles y en apenas un año la poderosísima Madonna la llevó a Maverick Records, su sello discográfico donde grabó Jagged Little Pill. El álbum superó los 30 millones de copias vendidas, ganó cuatro premios Grammy y dejó su huella artística en himnos como Ironic o Hand in My Pocket. Con 21 años, se lanzó a una gira de un año y medio donde brindó más de 200 conciertos por todo el planeta. A su vuelta grabó otro álbum, realizó la banda sonora de la película Dogma y participó como actriz en la serie Nip/ Tuck.
Sin embargo y aunque pocos lo sabían la eclosión de fama por Jagged provocó consecuencias muy fuertes en su vida. Años después revelaría en una entrevista en The Guardian que vivió ese tiempo como una “profunda violación” y “sentía que intentaba poner una barrera pero la gente se colaba”. La cantante siempre había sido una persona a la que le gustaba mirar y de pronto ella era la mirada. Ser perseguida por sus fans y fotógrafos le generó una presión que hizo que volviera a recaer en la anorexia y bulimia que había padecido en la adolescencia. Varios profesionales le diagnosticaron “estrés postraumático” y le aconsejaron alejarse un poco de los flashes.
En la escalera de la fama, Reynolds se encontraba varios escalones debajo. Criado en Vancouver era el más chico de cuatro hermanos varones. En la adolescencia había logrado participar en algunos programas canadienses, pero el horizonte le quedó chico y exploró un poco el mundo. Se subió a una moto y anduvo de mochilero por Europa, Latinoamérica y Australia.
Decidido a lograr una carrera en Hollywood se instaló en Los Ángeles, pero sin un dólar en el bolsillo vivió un tiempo en una casa rodante. Poco a poco las puertas comenzaron a abrirse. Hizo algunos pequeños papeles en series consolidadas como Sabrina, la bruja adolescente y en Tres para todo, donde mostró su capacidad para la comedia. Aunque había dado pasos certeros todavía no llegaba “el gran salto”.
Pero volviendo a esta historia de amor vintage, en ese cumpleaños de Drew Barrynore ella no era una megaestrella ni él un carilindo actor. Ambos eran dos jóvenes canadienses dispuestos a vivir eso a veces cursi, a veces esquivo llamado amor. “Es un criatura tan solidaria. Me siento muy amada, en una especie de sueño. Siempre me siento feliz a su lado”, declaraba ella en la revista People.
La relación parecía consolidada. Vivían juntos. Ella le mostraba los demos de sus canciones y él de los guiones, viajaban a lugares donde disfrutaban de su intimidad, pero también posaban abrazados, sonrientes y enamorados en galas y eventos. Todo fluía, tanto que luego de dos años de noviazgo comenzaron los planes de boda y hasta hubo una reunión familiar con pedido de matrimonio en Canadá. Alguna campana de alerta sonó cuando Ryan declaró: “Estamos disfrutando mucho de esta fase. Sentimos que ya estamos casados”, pero no parecía preocupante. El amor iba en serio.
Pero, ya lo dijo Albert Camus “Si bastase con amar las cosas serían demasiado sencillas”. Porque Alanis siguió amando a Ryan, pero en algún momento él dejó de amarla. Así de simple así de doloroso.
Nunca se conocieron las causas reales de la ruptura. Trascendidos hubo muchos, certezas pocas. Se dijo que él había tenido un romance tan corto como intenso con Jessica Biel. Se intuyó que vivían tiempos muy diferentes, Alanis ya había alcanzado la fama y el éxito y Ryan no lograba saltar de “joven promesa” a “actorazo”. Se aseguró que Reynolds era muy competitivo y no soportaba que su novia tuviera mejores oportunidades laborales. Se aseguró que la presión de ser “la pareja del momento” y que cada uno de sus movimientos quedaran expuestos se volvió intolerable. Se especuló que no estaban preparados para pasar de un buen noviazgo a un comprometido matrimonio. Se especuló que ella vivía el amor de forma intensa y que él prefería una relación más liviana.
Los ahora ex novios informaron su ruptura al estilo Hollywood: con un breve comunicado. Anunciaban la separación pero no daban razones y mucho menos detalles. Aclaraban que se separaban en buenos términos y que se mantendrían amigos. Todo tan cordial y políticamente correcto que no se podía menos que dudar.
Y las dudas se convirtieron en un “te lo dije”. Porque a dos meses de la ruptura, Ryan apareció feliz y sonriente de la mano de su nueva novia. Nada más ni nada menos que Scarlett Johansson. Pero si la noticia del noviazgo de su ex sorprendió a Alanis, la siguiente directamente la devastó. Al año siguiente, su ex se casó. Sí, ese mismo hombre que le había propuesto matrimonio y que luego se había arrepentido ahora se casaba demostrando que su problema no era comprometerse sino comprometerse con ella.
Alanis quedó destruida. Durante dos años no logró componer una mínima melodía ni cantar. Destrozada por la pena decidió “tomar un descanso para atender su vida personal”. Se alejó de la fama y del foco de atención. Su mundo quedó en pausa.
Hasta que en un viaje a Londres y en apenas doce días concibió el álbum Flavors of Entanglement. En Moratorium donde mostró que estaba dispuesta a salir adelante: “Declaro una moratoria en asuntos de relaciones, declaro un respiro de labores de enlace, necesito una pausa de los sabores de complicaciones, me declaro a tiempo completo fuera de compromisos ”.
Pero es en el tema “Torch” que puso en letra y música el abismal dolor que sintió por la separación. En esa canción, detalla todo lo que extraña de su amado, aunque sabe que “no son tiempos para tener el corazón débil”. Compruebe el lector, si Torch no es la prueba de un gran amor pero también del desgarro de un desamor.
Hoy tanto Reynolds como Alanis tienen vidas plenas y felices. Cada uno siguió su camino. “Fue un momento crítico y crucial. Todo se rompió. Fue alucinante y horrible”, admitió ella de ese tiempo y reconoce que escribir Torch “fue catártico, aunque la catarsis no significa necesariamente curar. Fue bueno para sacarlo de mi sistema y ver con claridad lo que me estaba pasando”.
Reynolds logró convertirse en una de las estrellas de Hollywood. Sus tuits suelen ser desopilantes y con un humor negrísimo como cuando escribió: “Feliz día del Padre a mis tres hermanos que también son unos padres increíbles. Parece que hemos conseguido llegar juntos hasta aquí. ¿Quién diría que cuatro condones rotos podría acabar en tanto amor?”.
Alanis también sigue con su vida. Si le pregunta por su romance con Ryan contesta sin dudar:“A cada persona que quiero, este a mi lado o no, le deseo mucho éxito y amor en su vida. Que vaya con Dios”. Lo que en criollo se podría traducir con un categórico que se vaya bien a la m…
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