Pettinato plays García es el nombre del álbum con el que Roberto Pettinato le hace un homenaje a Charly García. El saxofonista se sumergió en la obra del prócer del rock nacional para rescatar canciones que siempre le gustaron e interpretarlas a su manera, con guiños al jazz.
Lo que no se esperó es que el ex Sui Generis, además de darle el visto bueno, se iba a comprometer con el proyecto, y terminaría poniéndole su voz y tocando varios instrumentos en distintos temas.
“La gente va a escuchar una obra”, afirmó el ex Sumo en diálogo con Infobae en una conversación virtual por la situación de pandemia que nos atraviesa a todos. Y agregó: “Pasado un año, el entorno cambió para todos pero la idea quedó intacta como el día que llamé a Charly para comenzar con su supervisión de lo que yo quería hacer”.
El también conductor de radio y televisión narró cómo surgió la idea de hacer el disco, cómo fue la experiencia de grabar con Charly, adelantó características del álbum antes de que vea la luz en junio y se refirió a su amistad con el ex Serú Girán. “Todos podemos hacer un homenaje a García pero que el aroma de lo que preparás llame al protagonista a ir a tu cocina... ¡Es otra cosa!”, resaltó.
- ¿Cómo surgió la idea de hacer Pettinato plays García?
- Muchas veces las ideas cuentan mucho más que la pasión, la necesidad expresiva, la persecución de un flash egomaníaco o quedarse en un simple juego de mesa. Y, muchas veces, las ideas son esos juegos de encastre en donde y, dependiendo de quienes lo jueguen, es cuando la música crece o se resiente.
Pasado un año, el entorno cambió para todos pero la idea quedó intacta como el día que llamé a Charly para comenzar con su supervisión de lo que yo quería hacer. En verdad, no creo en los “grandes capacitados” para intervenir obras de otros. De hecho, las intervenciones de Charly a libros con sus pinturas han generado una nueva iluminación sobre lo que antes no era nada. Ahora se convertían uno tras otro en obras de arte, en cuadros nuevos y en un nuevo sentido...
Todo comenzó también porque los eventos suceden desde distintos ángulos en simultáneo cuando me invitó a tocar con él al Gran Rex. Antes, en su casa, descubrí “Happy and real”, un tema que yo no conocía de ninguna parte pero que para él había sido una obsesión. Lo grabó en tres discos distintos y cuando algo sucede o el tema no te suelta a vos o vos no querés dejarlo como quedó...
Fundamentalmente pensé en Triplicate, de Dylan, en donde canta songbooks de J. Stern hasta “Stormy Weather”. Había hecho lo mismo en un disco anterior también. El parecido entre la voz de ambos me hizo pensar que un proyecto así se podía llevar adelante con un grupo pequeño, íntimo y donde todos puedan escuchar la crudeza, la potencia real, la emoción, la melancolía y el despliegue de ese mosaico de cinismos e ironías escorpiones de García.
Los momentos dramáticos para mí fueron aprender canciones, notas, melodías, escalas y dar la idea de cómo tenía que ser cada tema. Iban a ser baladas despojadas del tecladismo y darle un concepto general de arte puro. Esto va desde la idea de que se convierta en una sola obra, con los temas unidos por sonidos y buscar a la vez en esos sonidos referencias y “secretos” que pinten al artista tal como es él. Con esto digo que, al igual que en el álbum de los Stones, en esa fotografía de tapa, ellos habían “escondido a los Beatles” para que nos juegues a encontrarlos...
Así es como este disco tiene muchísimas referencias, juegos sonoros o, digamos, elementos que tengan que ver con la vida suya, como cuando entre tema y tema caen monedas y el sonido se apaga para dar lugar a que entre el siguiente tema. Esas monedas, los pastiches electrodinámicos de cintas, los gritos, los infiernos y el “desorden del profesor demente” sobre su escritorio rodeado de fórmulas, es parte de este disco. Tal vez los sonidos y collages sónicos sean la pincelada del inconsciente de García que representan su historia en milésimas y después vienen las canciones y cómo llega hasta aquí.
Muchas veces he dicho sobre lo que escucho, no sé: “Spinetta debería poner la voz más adelante y que se entienda mejor lo que cante”. Se lo dije, nos peleamos a los gritos. Después, amigos... Y aquí me dije: “Esa voz, esa ‘vozzz’ (extiende la palabra) que se abrió de una generación a otra y no baja de la ‘nube de los grandes’ desde que nació... No puede estar escondida, sino volver”. Y le dije: “Vamos a poner este micrófono de tal forma que no haya necesidad de sufrir. No vinimos a sufrir”.
- ¿Cómo fue la experiencia de grabar con Charly? ¿Qué es lo que más te sorprendió de él en pleno proceso? Tengo entendido que grabaron de un tirón en un día... ¿Cómo fue eso?
- Es mucha la gente que piensa que juntarse con García es un delirio, un problema o algo incomprensible. Los que han tocado con él, y han tenido la suerte y la gracia que Dios les dio, saben de lo que hablo. Sin embargo, descubren que entenderse sin ojos ni palabras es muchísimo más sencillo y abre el camino de la creación y no deja caer jamás el entusiasmo.
Pensé: “Haremos este disco y si viene viene; y sino pues haremos este disco de todos modos”. Sentir la necesidad de sacar esto de adentro... Comenzamos los ensayos y Mecha, su mujer y compañera, se encargo de “curar” el disco trabajando en la búsqueda, las charlas, los llamados, la voz de Charly al teléfono, etcétera, etcétera... De unir los pedazos.
Charly bajó las escaleras, se sentó al piano mojado por la torrencial lluvia de ese día que cayó sobre la ciudad y su cabeza dos cuadras antes de bajarse del taxi. Comenzó a tocar y no quiso escuchar lo que estábamos haciendo. Era ahora. Aquí y ahora. Y esa ansiedad crónica empata a la perfección con la mía. (Risas).
Y el disco comenzó a viajar hacia otro lugar. ¿Por qué? Porque nunca sabemos a dónde van los planes. García cantaba un tema tras otro y todo se desarrolló en vivo y en un día. Lo mágico es saber dónde terminar, dónde cortar, dónde seguir... Todos parecíamos dirigidos por un mazo de Tarot.
Y hoy lo pienso y digo: “Bueno... Todos podemos hacer un homenaje a García pero que el aroma de lo que preparás llame al protagonista a ir a tu cocina... ¡Es otra cosa!". (Risas). Es como estar grabando un homenaje a Paul McCartney y, de pronto, se aparezca a participar y tras cuatro horas se vaya feliz a su casa.
Porque ojo. El hecho de su gigantesca participación y supervisión no garantizaba su llegada al estudio. Podía venir como llamar para preguntar cómo va todo. Y, sin embargo, optó por lo primero.
- ¿Cómo definirías el disco y con qué se va a encontrar la gente cuando lo escuche?
- La gente va a escuchar una obra. Cuando lo digo así es que no podemos mirar un cuadro por la mitad o decir: “Este tema es muy largo, yo escucho siempre la primera parte”. Sólo la ignorancia o la impaciencia logra semejante atrocidad.
Aquí hay una fucking obra completa que comienza con el sonido de radio, de la búsqueda de alguien en el dial sintonizando canciones de García y encontrándolas entre encantamientos evocativos sónicos como si nadases en un río de barro y se detiene en la siguiente canción.
Lo mejor que me podría suceder, y sé que a Charly también, es que nos tomemos 50 minutos ahora que tenemos tanto tiempo, tomemos auriculares y lo escuchemos completo. La idea del grupo en el living y García en tu cara misma fue lograda. Y la música intensa en su totalidad nunca perdió energía ni se apagó. Es intenso, lo sé, pero: ¿Qué otra cosa te queda en la vida si no lo sos? Seamos intensos, profundos y no dudemos de la dirección tomada.
- Tengo entendido que no querías grabar sus temas más conocidos. ¿En cuáles, si se puede decir, terminó participando Charly?
- Eso fue lo más gracioso, cuando nos pusimos de acuerdo en que tema sí y cuál no, pero no hablábamos de hits o no. Sino de canciones que en su mente quedaron como hits personales y que merecían ser revisados y sacados a la luz. Como quien limpia una estatua con un plumero y la deja pelada con los huesos y la vibración real. Quedó afuera un tema que le encantaba de La Máquina de Hacer Pájaros, que no llegábamos a ensayarlo siguiera.
Pero sí pudimos abrir esos baúles y ver como “Película sordomuda” escondida, al bajarla de velocidad y convertirla en un balada, escondida como digo: una melodía gigante y que ahora se podía disfrutar de otra forma, con tranquilidad y atención.
“Nunca escuchamos un Charly así... y esas melodías por Dios”, me decía Mecha, su mujer. Es que existe una intensiada lírica, y una lógica de componer, que es insólita y tan difícil de imitar.
García es inimitable y parte de la genialidad es también eso. Como Los Beatles. ¡Cualquier persona que intente hacer una versión de “Yesterday” va a ser una bosta! (Risas).
Entonces, ¿qué deberías hacer?, me dirás vos. Bueno, lo que hicimos: otro mundo, otros planos, otra vida. ¡El jazz! Y no intentar la imitación o seguir las notas, sino mezclar esa épica como lo hacía Coltrane o el Gato Barbieri con temas que venían de ser tratados en otro mundo: el del rock.
- ¿Tienen fecha para la salida del álbum? ¿La intención es que salga en formato físico también?
- Por ahora serán las plataformas y después el disco en la mano. Es posible que saquemos también el CD. Les debemos la película y el libro ilustrado. (Risas).
Junio será el mes. Las plataformas hicieron que el arte que tanto hablaba de la música incluida, se perdiera. No hubo más arte de tapa ni información que te ayudara a comprender lo que el artista quiso hacer. Bueno, las cosas son así. La música sigue sonando y los instrumentos se siguen vendiendo. (Risas).
Este disco se grabó en un día, se mezcló en dos en un pequeño departamento del pianista y tardamos un año en hacerlo realidad. Dijimos: “Hasta que la naturaleza no encierre a media humanidad no lo sacaremos”. ¡Y nos escuchó! (Risas).
Todo muy artesanal y directo. La portada es un collage hecho por mí mismo y la compañía Club del Disco es gente sincera, profesional y con el buen corazón de los que saben controlar su ambición. ¿Qué más podemos pedir?
- Por último, ¿qué significó la obra de Charly para vos a lo largo de tu carrera? ¿Fue un sueño hecho realidad grabar este disco con él?
- Con Charly hemos llevado una amistad de muchísimos años. Nunca fui el clásico cercano o pegado. Nuestra amistad, como con Luis Alberto Spinetta, fue siempre cósmica y real. Verse y hablarse no significa nada. La amistad, tal como se la conoce, está sobrevalorada. La verdadera es la que te hace sentir que las almas se alinearon desde antes de nacer, que somos especiales uno para el otro, que el mundo “si tira para abajo, es mejor”... Tampoco estar agarrado a ella. Estamos en un momento especial del planeta. ¡No de Larreta! (Risas).
Y hace unos días su mujer me dijo: “Con el único que quiere hablar es con vos”. Y sé que nos llevamos en la cabeza uno al otro más de una vez y eso es la “Realidad con R mayúscula” como la entiendo yo.
Los discos pasan. Las fiestas, la comida, las chicas, los instrumentos, los grupos, los contratos... La música queda y es la única que nos mantiene, a menos a él y a mí en dos pedazos de atmósfera. (Risas).
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