“Es un momento de una felicidad que no podés terminar de disfrutar”, dice Rafael Ferro respecto de los estrenos que está viviendo en plena cuarentena. Acaba de presentar La corazonada, la primera película de Netflix producida en Argentina, y ya había participado de Casi Feliz, la serie escrita y protagonizada por Sebastián Wainraich que es un éxito en la plataforma. “Una de las pocas cosas buenas que podemos hacer es quedarnos en casa a ver películas”, reflexiona ahora, en esta entrevista con Teleshow.
Semana por medio, Ferro comparte la cuarentena con tres de sus cuatro hijos, y dice que el aislamiento le preocupa más por ellos que por él mismo. “Los veo muy caídos: esto va a hacer mella en lo psicológico”, lamenta, aunque aclara que, de todas formas, entiende las medidas que está tomando el Gobierno para evitar la propagación del COVID-19. En lo personal, en cambio, pasar mucho tiempo en su casa era parte de su rutina antes de que comenzara el confinamiento. Sin embargo, admite que se realiza un planteo constante: “Si no salgo un poquito mejor de esto, fracasé como ser humano”.
—Primera película rodada y producida por Netflix.
—Ojalá sean la punta de lanza, La corazonada y Casi feliz, para que Netflix entre bien fuerte acá. La corazonada es un thriller, de esas películas que te mantienen hasta el final como agarrado porque no sabés quién es el bueno, quién es el malo, quién es el asesino. Un policial negro, un lindo género para laburar.
—El esqueleto de la historia pasa por tu personaje.
—Es un fiscal ambiguo que maneja algunos hilos. Ambicioso. Trabaja con el personaje de Joaco Furriel, que es Juánez, también con una ambición, y con Luisana (Lopilato), Pipa. No sé cuánto puedo spoilear, pero sí, está muy en el hilo de toda la trama.
—¿Cuándo rodaron?
—El año pasado. Se me juntó todo. Salía de Casi feliz a La corazonada y a Los internacionales, que es otra que hice. Estaba pasado de laburo. Me arrepiento de haber estado maldiciendo eso de tener que estar corriendo de un laburo a otro. Ahora estoy: “¡Carajo! ¿Por qué? ¿No será que la convoqué yo a la cuarentena...?”.
—Además de todos estos estrenos, que se dieron muy cerquita, estás subiendo contenido a tu Instagram.
—No era tan activo en las redes. Ahora no queda otra que empezar a usarlas como método de laburo. También es un modo de expresión, algo que quería hacer hace mucho. Esto de la cuarentena, que vivimos a veces obligados en nuestro rubro cuando estás sin laburo, era la pregunta de qué hace un actor cuando no tiene trabajo con sus personajes. Entonces la novia de un amigo, que es guionista y escritora, Josefina Licitra, me empujó a mí y a su novio, que es fotógrafo, a llevar a cabo esta idea con un editor y un montajista de cine.
—Todo un equipo.
—Sí. Lo hacemos con los tiempos que se pueden y cuando uno está con los ánimos, en esta época, que no es siempre. Hay días que por ahí te agarra un bajón y no tenés ganas de hacer nada. Son Teasers por ahora. Se me acercaron algunas partes como para decir: “Lo podemos llevar a capítulos, extenderlo”. Así que estoy viendo.
—¿Cómo estás con la cuarentena? ¿Cómo la estás llevando?
—Con muchos altibajos. Los altos están cada vez más bajitos, y los bajos cada vez más intensos. Paso una semana con tres de mis cuatro hijos porque Toto (por el actor Lorenzo Ferro) vive con su novia, y la otra semana la paso solo. Cuando estoy con ellos me dedico a cocinarles, limpiar, lavar los platos, jugarles y empujarlos a que levanten y se despeguen un poco de los teléfonos.
—¿Lo lográs?
—Me cuesta un montón. Siento que es mi deber como padre. Me está preocupando un poco la cuarentena sobre todo por ellos: los veo muy caídos. Mi hija de 17 es muy amiguera, acostumbrada a ir a fiestas, es deportista, va a entrenar. Mi hijo de 12 también, muy amiguero. Entonces, la estoy padeciendo un poco por verlos a ellos y que, si se sigue extendiendo... Entiendo la manera que está tomando el Gobierno, eso está muy bien, pero no dejo de ver que también va a hacer mella en lo psicológico en ellos. Va a quedar una herida ahí.
—¿Cómo te llevás con el tema de las tareas? Algunos colegios están con bastante demanda.
—Es complicadísimo. El de 12 estaba haciendo el ingreso a un colegio de los buenos del Estado, y está teniendo muchas clases por Zoom. Por un lado me parece muy bien que tengan la ocupación de hacer una tarea, pero por otro lado veo que son demasiado exigentes. No estoy de acuerdo con que sea una época para exigirlos tanto. Me hace repensar mucho como ser humano que, con semejante ejemplo de lo que nos puede pasar como sociedades mundialmente, habría que poner el foco en otras cosas. La matemática dura, el lenguaje duro... Si no te das cuenta acá que también tenés que enseñar otro tipo de cuestiones, y no lo mismo pero a través de una pantalla, no aprendimos nada. Como persona, me planteo todo el tiempo que si no salgo un poquito mejor de esto, fracasé.
—¿Cómo estás llevando la situación que viven los actores?
—En principio es un contraste tremendo. De golpe verte que estás en Casi feliz, en Los internacionales, que repusieron Nina, ahora La corazonada. Es un momento de una felicidad que no podés terminar de disfrutar. Es bravísimo para los actores: cuándo va a volver a haber teatro y cómo, cuándo se va a poder filmar. Está complicado y parece que tenemos para rato. Nuestro ambiente está muy difícil.
—¿Te angustia en lo personal la situación o sabés que después se regulariza?
—Toda crisis, es un cliché que dicen los japoneses, la tenés que tomar sí o sí como una oportunidad de crecimiento. Si no hubiera pasado esto, nunca hubiera hecho esos teasers que es algo que quería hacer mucho, no hubiera escrito un libro. ¡Escribí un libro! Lo tengo que recontra laburar, pero tengo el esqueleto. A mis hijos los veía poco y nada porque cada uno con sus actividades, y como son todos de distintas gestiones... Esto de volver a tenerlos mucho tiempo... Siempre hay cosas buenas. No veo cómo va a ser el horizonte de cuándo vamos a salir, pero vamos a salir con muchas ganas. Nos está pasando a muchos que estamos como muy bipolares. De golpe le ponés toda la garra, pero de repente te caes a pedazos.
—Dijiste en una nota que tuviste que pedirle plata prestada a amigos.
—Siempre me voy de boca y tengo unos sincericidios tremendos. Lo de la plata... Era una manera de decir. Tengo tres hijos, a Toto ni lo cuento porque se recontra mantiene solísimo, pero... ¿cuánto podés resistir con los ahorros, con esta estructura y con estos gastos?
—¿Cómo ves la situación de la industria en este contexto?
—La ficción, con respecto a los canales de aire, ya venía perdiendo desde antes. Cada vez hay más programas de entretenimiento y de chimentos, sin hablar en contra de eso, pero cada vez hay menos ficción. Cuando empecé estaba la ficción de la tarde, dos a la noche, un unitario. Entonces, que Netflix ponga un pie acá, u otras plataformas también, es buenísimo porque es el nuevo modo de laburo. Mientras tanto el ambiente la está pasando muy mal.
—¿Tarea de la cuarentena más odiada?
—Me amigué mucho con el tema. Empecé a respetar muchísimo a las amas de casa, más todavía, y a la gente que se dedica a la limpieza. ¡Guau, qué laburo titánico! Vivo en una casa bastante grande y hay algo ahí medio zen que me sostiene: lavar el plato, pasar el trapo, barrer. Por supuesto que hay días que me tiro en el sillón a mirar el techo y no hago nada, pero no hay ninguna en general con la que me peleo más. Bueno, no soy un gran cocinero. Cuando se van mis hijos estoy a queso y aceitunas (risas).
—¿Y a qué le tenés ganas, pero no lo hacés porque romperías la cuarentena?
—Eso no lo padezco tanto porque soy mucho de estar en casa con mis libros, de leer, de tomar mate. Soy bastante de la cueva. Extraño deambular por la ciudad, leer en un café, andar con la libretita y anotar. Pero te vuelvo a insistir, lo que más sufro es a través de mis hijos. Quiero que ellos puedan volver a sus fiestas, a sus actividades, a sus amigos. Esto del encierro me hace revalorizar... Estaba demasiado encerrado antes. Ahora voy a salir con más fuerza a celebrar la amistad, el asadito, la copa de vino compartida.
—Me gusta la mirada optimista de que salgamos mejor de esto.
—Sí, por lo menos vamos a ver las cosas desde otra perspectiva. El que vuelve después de esto y sigue siendo el mismo tonto de siempre, se la perdió. Tenés que salir y festejar más que nunca el tiempo, los amigos, la gente, el laburo y todo.