Muchos la recuerdan por sus papeles protagónicos en el drama La fuerza del cariño (1982) junto a Shirley Mclaine, Peligrosamente juntos (1986) con Robert Redford o la exitosísima Reto al destino (1983) donde enamoraba a un súper joven Richard Gere. Lo cierto es que esta chica que tenía todo para triunfar tomó la decisión más inesperada, y optó por el alejamiento de la vida de la ciudad de la fama.
Las tres veces que fue nominada al premio Oscar no fueron suficientes para Debra, ni tampoco los cientos de miles de dólares que ganaba en cada una de las películas. La actriz decidió quedarse en su casa antes de que Hollywood le dijera que era muy vieja.
El inicio de su carrera
Nacida bajo el nombre de Mary Debra Winger en 1955, pasó parte de su adolescencia en un kibbutz de Israel y formó parte de las Fuerzas de Defensa de ese país. De regreso a los Estados Unidos, y luego de recuperarse de un accidente que la dejó inmovilizada durante 10 meses tras de caer de un carrito en un parque temático en el que trabajaba, Winger comenzó su carrera artística en diferentes publicidades. Pero su aparición en la película Slumber Party 57 fue el inicio en la pantalla grande.
Entre los años 1975 y 1979 formó parte de la serie estrella de esos años que era La mujer maravilla, como la hermana menor de la protagonista. Allí comenzaron los primeros atisbos de la personalidad definida y fuerte de Debra. A pesar de que había investigado sobre los cómic de esta superheroína y llevaba esas ideas al set de filmación, los productores la desanimaban y decían que solo girara sobre sí misma porque esa era “su función”. En una entrevista a la revista Esquire afirmó que el vínculo con Lynda Carter -la protagonista de la serie- era sólo porque estaba preocupada para que no llevara la mismas sombras en los ojos que ella.
Winger tuvo que luchar entonces con el estereotipo de estrella de la época que la consideraba poco “agraciada” para ser una nueva star. A fuerza de talento logró escalar hasta lo más alto.
Pero este enojo y desacuerdo con el establishment hollywoodense le jugó en contra y rápidamente se empezó a difundir la idea de que Debra Winger era una actriz “difícil para trabajar”. Con estas contradicciones la actriz recuerda que durante el rodaje de Reto al destino le obligaron a tomar pastillas para eliminar la retención de líquidos y parecer más delgada. El final de esta película es un emblema dentro de las historias del cine y se convirtió casi en un hito. La joven Debra es rescatada de la fábrica en la que trabaja y alzada en los brazos del personaje de Richard Gere, al que definió como un “muro de ladrillos”: “En cuanto me sacaron en brazos de aquella puta fábrica me di cuenta de que no quería volver a hacer algo así”, afirmó Winger mirando hacia el pasado de su carrera. Así fue como se resistió a formar parte de la promoción del filme.
De esta manera se fueron sucediendo las nominaciones al Oscar, las broncas con Shirley Maclaine durante la grabación de La fuerza del cariño y la mala fama sobre su carácter, que no dejó de crecer. Luego llegaría Olvidate de París junto a Billy Cristal, que quiso emular el éxito de Cuando Harry conoció a Sally pero no logró acercarse al éxito de taquilla de aquella mítica comedia romántica.
Tener 40 años en Hollywood
La vejez en Hollywood no es un tema que corra la misma suerte que el paso del tiempo en otra industria. La llegada a los 40 significa un antes y un después para las actrices que se sienten obligadas a reinventar su carrera. “Mi único consejo, si les preocupa envejecer, es que tengan menos espejos en casa”, afirmaba una Debra Winger alejada de la industria que de hecho también se animó a opinar sobre sus colegas contemporáneas: “Michelle Pfeiffer y yo tenemos la misma edad. Empezamos en este negocio juntas, pero ahora parece mi hermana pequeña. ¿Cómo puede ocurrir algo así?”, decía Winger defendiendo el paso del tiempo en el rostro de las mujeres.
La leyenda cuenta que un día conduciendo un auto junto a su marido por Irlanda se bajó de coche y se dijo a sí misma: “Se acabó, me harté”. Así, Debra decidió alejarse de la actuación para vivir en su granja junto a sus hijos (uno de ellos fruto de su relación con el actor Timothy Hutton). Entonces dejó de leer guiones, de esperar esa llamada de algún productor o director y se sintió libre después de mucho tiempo.
En el año 2002, la actriz Rosanna Arquette se animó a rodar un docufilm llamado Buscando a Debra Winger, en el que diferentes actrices de arriba de 40 años daban su opinión acerca de las presiones de formar parte de la industria y las exigencias estéticas para las mujeres. La maternidad y los horarios a contramarcha de la vida escolar hizo que muchas actrices se alejaran de Hollywood. En el documental se ven las opiniones de Diane Lane, Whoopi goldberg, Emmanuelle Beart, Meg Ryan, Vanessa Redgrave, Jane Fonda, Laura Dern y la mismísima Debra Winger, entre otras. Todas reflexionan sobre las presiones con respecto a su imagen y la necesidad de encontrar un equilibrio entre la maternidad y la vida de actriz. “El hecho de tener que sentarme una hora frente al espejo para arreglarme cada mañana me deprimía”, dice Debra en este documental. Y afirma que eligió su vida alejada del entretenimiento para dedicarse a sus hijos.
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Una mujer alejada de la Industria
Actualmente tiene 65 años y de vez en cuanto la vemos participar de alguna serie o película. Formó parte de The Ranch, la ficción de Netflix que tenía como protagonista a Ashton Kutcher y de In treatment, así como también en el filme La boda de Rachel.
Pero el retiro de Debra Winger es un hecho y ya casi nadie la reconoce por la calle. Como le sucedió a la gran actriz Bette Davis, que llegó a publicar un aviso clasificado pidiendo trabajo luego de haber sido una estrella de los años de oro de Hollywood, parece que la historia personal de Debra tomó como base lo que le sucedió a Davis y logró adelantarse al desenlace inevitable de las actrices en su época. “Veo algo de mí en Debra Winger”, afirmó Bette Davis.
Una rebelde que supo decirle no a Hollywood, a los mandatos patriarcales y las presiones sobre el cuerpo y la vida vacía más allá del set de filmación.
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