Esta vez no voy a adelantar una serie, o recomendar alguna producción, como hago todas las semanas. Hoy quiero compartir con ustedes, los que fueron fanáticos de Lost como yo, la experiencia de haber disfrutado la historia que dio inicio a la adicción por las series. Porque nos sorprendió y nos atrapó sin pedir permiso. Nada fue igual después de Lost y, aunque en ese entonces no lo sabíamos, nos tiramos de cabeza. Con solo ver el el piloto (primer episodio), ya no había forma de abandonar, había que seguir hasta al final. Y si alguno nos decía que no se había enganchado, lo poníamos en el bando los otros, nuestros enemigos en el mundo series.
En una época en la que las plataformas de streaming no existían, la producción creada por J.J. Abrams y Damon Lindelof llegaba a la pantalla de la televisión para revolucionarlo todo. Y cuando decimos todo, nos referimos justamente a todo. Ya nunca más nuestro vínculo con las series sería el mismo. Todas las formas de consumo de ficciones cambiarían por completo y comenzaríamos a exigir “series a la carta”.
Lost se estrenó en septiembre de 2004 con el recuerdo todavía latente de los aviones del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Esta serie relataba la historia de los sobrevivientes de un vuelo en una isla llena de misterios y en la que el espectador se preguntaba cómo habían podido salvarse tantas personas luego de que la aeronave se partiera en dos y aterrizara de emergencia en la orilla del mar. Pero que el árbol no tape al bosque: la serie se merecía una oportunidad y nosotros se la íbamos a dar.
Impensadamente, nos sumergimos de cabeza en esta historia. Así Kate, Sawyer, Jack, Charlie, Locke, Hugo y Sayid, entre otros, comenzaron a ser nombres habituales entre los que devorábamos la serie. Porque Lost se consumía como pan caliente. No había lugar, ya sea en las oficinas, escuelas o reuniones sociales donde no se hablara de ellos. Y no lográbamos entender cómo todavía había gente que no se sumara a la pasión que despertaba esta historia.
Se crearon foros en Internet para debatir sobre los capítulos y personajes, y en muchos programas de radios se entrevistaban a los fanáticos de la serie. El universo Lost había comenzado de la mano de los seguidores de sus hermanos mayores del cine, los Star Wars fans. El boca en boca funcionaba a la perfección, así como también los préstamos de DVD’s -muchas veces en dvds de dudosa procedencia-. Y sí, eran tiempos en los que los más ansiosos bajaban por Internet los capítulos que recién habían salido en los Estados Unidos y los que los compraban en donde los consiguieran. “No me cuentes nada”, decíamos en ese entonces, porque la palabra spoiler (arruinar en inglés) aún no se usaba. De pronto los sobrevivientes del vuelo Oceanic 815 se habían metido en nuestras vidas como si fueran familiares nuestros.
Tampoco conocíamos el concepto de maratón, asociado a estas jornadas en la que vemos varios episodios juntos, ni el de cliffhanger, que significa dejar en suspenso una acción con la desesperada necesidad de continuar. “Uno más y me voy a dormir”, jurábamos. Así, vírgenes de conceptos narrativos de las nuevas series, estábamos haciendo historia siendo los espectadores contemporáneos de la ficción que iba a cambiar todo.
La utilización de los flashbacks y flashforwards (historias que iban atrás y adelante de cada personaje) le dio un condimento a la trama, hasta ese momento novedoso. ¿Por qué cada personaje estaba en ese avión? ¿Qué los unía? ¿Qué pasaba después de abandonar la isla?
Íbamos dormidos al colegio, al trabajo, llamábamos por teléfono (todavía no usábamos Whatsapp, Twitter, ni Instagram) a todos los que conocíamos para comentar lo que había pasado o usábamos el Messenger (¡qué antigüedad!) para actualizar las novedades. “¿Viste quién era ‘Henry Gale from Minnesota?' Y el hermano de Locke, ¡qué desgraciado!. Y ¿Desmond, el eterno enamorado de Penny, viviendo en la escotilla durante años?". Así, llenos de ansiedad, nos dedicábamos a ver a este grupo de perdidos. Pero, ¿cómo iban a poder cerrar todas las historias?
¿Quiénes eran los otros? ¿Eran los malos? Eran los que estaban en la Isla antes de nuestros amigos sobrevivientes. Así nos hicimos expertos de la iniciativa Dahrma y de los videos en blanco y negro que nos contaba el origen de todo.
Y una vez más, ¿qué final le iban a dar a tantos nudos que se habían formado? Las dudas se nos presentaban permanentemente, pero ante la falta de respuestas lógicas, decidimos imaginar desenlaces y nos entregamos a las disparatadas ocurrencias de los guionistas. Hoy, a 10 años del último capítulo, seguimos renegando con ese final, que parece ser ya un axioma.
“The numbers are bad” que repetía sin cesar Hugo Reyes, el “Bad Robot” al finalizar cada capítulo, el famoso “Previously on Lost…” que daba inicio a cada episodio, se convirtieron en las frases que marcaron mi vida como amante de las series, y seguramente la tuya y la de todos que amamos Lost.
A veces pienso cómo hubiera sido el estreno de esta serie en pleno uso de las redes sociales. Quién sería la estrella en TikTok o quién se llevaría la mayor cantidad de seguidores. O peor aún, cómo hubiéramos podido evitado los condenados spoilers. Prefiero quedarme con el recuerdo, que parece remoto y de hace millones de años, pero ocurrió hace solo una década.
Cómo cambió el mundo. Cómo cambiamos nosotros.
Recuerdo estar mirando el episodio en el que Charlie se escribe en la palma de su mano “Not Penny’s Boat” con mi hijo de menos de un año en el carrito, con ese llanto sin causa y que no aturde pero es constante, y yo tratando de terminar el capítulo. Imploré a todos los santos para que se calmara. Y como una iluminación divina, el silencio llegó y pude disfrutar de una de las escenas más emotivas de Lost. Así, se suceden seguramente miles de anécdotas de cada uno de nosotros, los fanáticos que llegábamos a dejar todo por esta serie.
Nada fue lo mismo después Lost. Hubo muchas series que desearon copiar su modelo. Pero, ¿hay otra mejor que Friends, que Breaking Bad, que Game of Thrones o que Lost? Los clásicos no se pueden emular, eso ya lo aprendimos.
¿Queríamos otro final? Claro que sí. Pero creo que necesitábamos que fuera eterna. Que nunca nos hubiesen dicho que en realidad estaban muertos. Porque ellos vivían en nosotros, y siempre lo harán.
Larga vida a Lost.
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