“Con un plan de orden, limpieza y cocina para mantener todo prolijito”: Aníbal Pachano dice que así atraviesa la pandemia. Ya lejos de aquella frase contra el aislamiento por la que fue fuertemente criticado tras los primeros anuncios del presidente Alberto Fernández, el artista pasa sus días en total cumplimiento de las medidas que establece el Gobierno, y ayudado por los vecinos. “Estoy bien, en mi casa, acostumbrado a vivir solo”, explica el coreógrafo a Teleshow.
El comienzo de la cuarentena lo encontró en Chile, participando del jurado de la versión transandina del Bailando Después de varias reprogramaciones de su vuelo, logró regresar al país. “Apenas llegué estuve en un hotel, me hicieron el hisopado que dio negativo y ahí me dejaron venir para acá”, dice Pachano, que ahora se solidariza con los varados por el mundo. Además, armó un proyecto junto a Mosquito Sancineto para ayudar a artistas a atravesar el difícil momento económico que representa la crisis mundial. “El arte no tiene política. En Artistas Solidario, la agrupación desde la que nuclean la ayuda, encontré cariño, respeto y estar para todos”, cuenta.
—¿Cómo estás de salud? ¿Es un buen momento?
—Estoy meditando y haciendo todos los ejercicios que trabajaba con Fundación Salud por el tema de mi cáncer, y me está haciendo bien. Tengo un poco de tos porque el EPOC, con los cambios de temperatura, siempre me la genera. Pero fuera de eso estoy fenómeno, no tengo fiebre. Hice la cuarentena en un hotel apenas llegué de Chile. Terminé la primera cuarentena, entré en la segunda y ahora en la tercera, digamos...
—Parece que no termina nunca...
—Lo que más me molesta es que ya se transformó en un viva la pepa. Todo el mundo hace lo que quiere, sale sin barbijo, con barbijo, con el perro, sin el perro. Veo en la calle un montón de situaciones y me siento un tarado. Al final, hacés bien las cosas para que los demás hagan todo mal.
—¿Ves mucha irresponsabilidad en la calle?
—Mucha, sí. Todo eso va a generar, lamentablemente, que se vuelva atrás con una restricción más compleja.
—¿Vos salís para hacer las compras de tu casa?
—Bajé dos veces. Cuando terminé la primera cuarentena, a los dos días, una vez 20 minutos, y me agarró un vértigo... Después, una segunda vez, y me pasó lo mismo, pero tenía que buscar plata porque no tenía efectivo. Hay momentos que digo: “Voy a dar la vuelta a la manzana”, pero me arrepiento y me quedo en mi casa.
—¿Te asustaste mucho al principio?
—Sí. También porque estaba fuera del país, las noticias estaban todas cruzadas... Lo que se vivía en un lugar no era lo mismo que se vivía acá. Hubo un momento que nos suspendían los vuelos. Yo vine en el penúltimo vuelo de Latam que entró al país desde Chile. Era el último, en realidad, y junto a Mercedes Ninci pude hacer que trajeran a 250, 300 personas que estaban varadas allá. El avión llegó a la Argentina, volvió a Chile, y volvió a traerlos. Nos enteramos el mismo día porque habíamos hecho una cadena telefónica.
—¿Fue parte de ese miedo lo que en ese momento te llevó tal vez a decir esa frase?
—Jamás dije que no iba a hacer la cuarentena. Esa frase fue sacada de contexto. Me referí a un tema laboral y utilizaron mal las cosas. El periodista sabe perfectamente quién es y no le pienso dar nunca más una nota. Es la segunda vez que me la hace, siempre el mismo mecanismo. No estaba de acuerdo en que no se pudiera trabajar porque me parecía una imposición y me lo sigue pareciendo. Por más que sea de riesgo, estoy en buen estado de salud, me cuido, tengo mis protecciones. Después, cuando vino el cuentito de que los de 70 años no podían salir, saltaron todos. Resulta que yo quedé como el boludo de la historia.
—¿Cómo estás con la situación del trabajo?
—Estoy trabajando en dos cosas. En Varados por el mundo, desde mi casa, para tratar que la gente vuelva. Hemos hecho un par de videos con artistas. Cuando tuve que volver, tenía un vuelo para un jueves. Fue el día anterior a que se tomara la cuarentena en la Argentina, y lo suspendieron. Me lo pasaron para el lunes; suspendieron. Lo pasaron para el martes; suspendieron. Miércoles; suspendieron. Recién el jueves volé. Teníamos el vértigo de que, si entrábamos al aeropuerto, nos íbamos a tener que quedar ahí.
—¿Eso te hizo colaborar con gente que está pasando esto a través del mundo?
—Claro, ahí empezó. Por otro lado, estoy con Artistas Solidarios, que es un grupo que se armó con Mosquito Sancineto y otros actores para ayudar a todos los artistas de segunda, tercera y cuarta línea, de todas las disciplinas: actores, bailarines, cantantes, músicos, acróbatas, artistas callejeros, vestuaristas, maquilladores, técnicos, etcétera. Tenés que escribir a artistassolidariosok@gmail.com o al Instagram ArtSolidarios, y te dan toda la información. Podés depositar una donación económica o alimentos no perecederos.
—Hay mucha gente que la está pasando mal.
—Muy mal, y nadie está haciendo nada. Está todo divino con que se diga que van a ser los últimos en salir por el contacto físico... Y resulta que después tenés toda una calle llena de gente que no cumple las normas. Los artistas somos los olvidados. Los que no son monotributistas, no figuran en ningún lado. Hay mucha gente que la está padeciendo desde antes de la pandemia. Ya veníamos mal con el teatro de muchos años en los que iba decayendo la actividad, y con esto, todo es peor. Unirme a esta organización, donde no existe la grieta, está re bueno. Ahí se comprueba que la grieta es una cosa provocada. Acá pertenecemos a distintas ideologías y todos estamos tirando para el mismo lugar, que es ayudar. No estamos haciendo un partido de ping pong político; estamos haciendo una función social.
—¿Este perfil solidario te llegó con esta pandemia, o siempre lo tuviste?
—Mi perfil solidario era medio callado… Tampoco me metía tan de cabeza como con esto. Me di cuenta que es una profesión necesaria para que la gente tenga un entretenimiento, pero evidentemente, es la que está más olvidada. Se provocó una grieta dentro de mi profesión horrible. El arte no tiene política. Desde chico me gusta el mundo del espectáculo y nunca viví esta separación y esta bronca entre artistas que pensamos distinto. Me metí en Artistas Solidarios porque encontré cariño, respeto y ayudarnos entre todos.
—¿Nos ves un poquito más cercanos a los argentinos atravesando esta crisis? ¿Notás un poquito menos de grieta o nos seguís viendo peleados?
—Los veo más unidos a todos pero cada tanto empieza. Siempre se genera desde la política, no desde lo social ni desde la gente común. Cuando está politizada la situación es un problema, sobre todo los sindicatos… Por eso estoy absolutamente compenetrado en ayudar. Hubo declaraciones de la Asociación de Actores... Como siempre: la Asociación de Actores dice cosas que no tiene que decir, utiliza palabras que no corresponden. Fuera de eso, me preocupo hoy por lo que estoy haciendo que me hace sentir vital, y que se puede. Todos los artistas que están apoyando este proyecto son divinos, está todo el mundo.
—¿Cómo te toca a vos personalmente la cuestión económica?
—Tengo un resto, pero corto. Dejé abiertas las puertas para Chile, que ojalá en algún momento se vuelva a dar, y estoy en el proyecto del Bailando de Argentina.
—¿Se sabe cuándo pueden arrancar?
—Se va a arrancar después de que pase esta cuarentena, una vez que se restablezca el entretenimiento en la televisión, que es lo que hay que lograr. La televisión necesita entretenimiento. No solamente el Bailando, también artistas sentados en un panel pudiendo hacer un personaje como en Bendita: animadores, imitadores, cantantes, el mundo de la variedad. Si un periodista está todas las tardes sentado en un programa de televisión, ¿por qué no podemos estar los artistas?
—¿Y por qué crees que no pueden?
—Porque la Asociación de Actores lo manejó mal.
—¿Tomaron una decisión que no les compete?
—Ni a ellos, ni a SAGAI. No es solamente para los actores: es para los bailarines, los dobladores, los imitadores, la gente de circo… Hay todo un mundo y una estructura. Es mucho. Si no se ponen a trabajar en serio es un problema de ellos, no es un problema de los artistas. Tampoco es para decir que si nosotros nos movemos y salimos estamos cometiendo un delito. Delito es dejar a un chorro libre, eso es un delito.
—¿Cómo está Sofía, tu hija?
—Muy bien.
—¿Charlan durante la cuarentena?
—Sí. Charlamos, nos peleamos; como siempre. Pero estamos bien. Sofía está en el campo y la mamá está acá, en Capital; estamos cerca con Ana (Sanz). Todos solos, pero comunicados. Y Sofía, organizándome mis cuestiones. También tengo una persona que me compra y me trae las cosas, que está dentro del edificio.
—¿Un vecino que ayuda?
—Sí, una persona divina. Cuando necesito algo sé que puedo recurrir a cualquiera de mis vecinos.
—¿Te sentís cuidado hoy por el Gobierno?
—Sí... Con Fernández... Por eso me dio bronca: tengo todo el derecho a decir si me gusta o no me gusta algo que pueda pensar. La situación no está bárbara, por eso no me gustó cómo se tergiversó una situación... Estaba hablando de trabajo...
—Te veo activo en Instagram. ¿Cómo te llevás con las redes?
—Lo mejor que uno puede recoger es amor y solidaridad. En Instagram, que es la única red que tengo, recibo mucho cariño y mucho afecto. Además, haber abierto una plaza como Chile, así como Uruguay, Brasil, Paraguay. Para mí y para mi carrera eso es lo más importante: sentirme que estoy vivo, que lo puedo hacer y que tengo las ganas de siempre.