Rubén Mühlberger está acusado de tres delitos. Haber violado la cuarentena haciendo funcionar su clínica cuando está prohibido, haber promocionado la cura para el COVID-19 y por abandono de persona, a raíz de la denuncia de una mujer que dijo en fiscalía que su padre se había atendido en la clínica y tomado medicamento suministrado por el lugar y a los 15 días murió. También tuvo que dar explicaciones por haber estado atendiendo en un lugar sin habilitación.
Una de las preguntas de la fiscal Valeria Massaglia se centró en la promoción de la ficticia “cura” del coronavirus que el médico promocionaba y en el cartel que estaba en la puerta de su clínica que era más que elocuente: “Contamos con el antiviral para el COVID-19”. Estaba pegado en la puerta de ingreso. En blanco y negro y en letras gigantes. Era imposible ignorarlo, salvo para una persona.
Como en toda la declaración, el doctor reconoce este delito y los demás pero da una explicación vaga: “Sí, el cartel estaba ahí. Pero la verdad que las veces que entré a la clínica no lo vi, no le presté atención. En algún momento me preguntó mi secretaria, creo que me lo mandaron por WhatsApp y dije que sí pero no estaba seguro de lo que decía el cartel”.
Relacionado a este mismo tema, la fiscal Massaglia le exhibió al imputado el video del programa Incorrectas de Moria Casán donde, al igual de lo que expresaba el cartel, se promociona la cura para el coronavirus. Puntualmente, mientras la conductora lo presentaba, Mühlberger dice: “Yo tengo la fórmula para el coronavirus”.
En este punto se defendió hablando de “prevención” y echándole la culpa a los tiempos de televisión: “Yo nunca dije que tenía la cura sino que era algo preventivo. Moria dice eso al principio del programa y después no pude aclararlo porque el tiempo fue corto. Inclusive cuando terminó fui a buscar a Moria y le aclaré que se trataba de algo preventivo”.
Lo que no le cierra a los investigadores es que luego de ese programa, que se emitió el 9 de marzo, en ningún momento y por ningún medio Mühlberger salió a aclarar que se trataba de algo preventivo sino todo lo contrario. Instalaron el cartel en la puerta de “Klinik Mühlberger” y su secretaria Natalia Davini le envió por WhatsApp a los pacientes un texto promocional y un video del propio doctor hablando de un protocolo que consistía en vitaminas y otros componentes: “Todo esto en una cápsula que se toma una vez por día”. Más allá de la judicial vale aclarar que no existe en el mundo hasta el momento ningún medicamento que sirva como prevención para el coronavirus.
En el tramo siguiente de la indagatoria, y aún hablando del tema del COVID-19, Mühlberger cuenta que reaccionó recién cuando vio que en los medios “lo estaban matando” y relató que se comunicó con sus empleados a los que les exigió que le pidieran disculpas por el escarnio público que estaba sufriendo. A pesar de esto, nunca desmintió la situación y hasta último momento continuó con la venta del medicamento.
La declaración se dio de corrido y sin pausas. Fueron cinco horas seguidas en las que Mühlberger contó su verdad frente a la fiscal Massaglia, su secretario y los dos abogados que lo representan: Antonio Barrios y el mediático Mariano Cuneo Libarona.
Con respecto a la clínica puntualmente, Mühlberger reconoce que no estaba habilitada pero señala que el trámite administrativo estaba en proceso: “Tengo una habilitación en trámite. Contraté un gestor para hacerlo pero siempre me sacan placa y nunca lo hacen”.
El lugar en cuestión está ubicado en Arenales al 1300. Es el mismo domicilio en el que a fines del año pasado inscribió, junto a su hermano Daniel, la sociedad “Embio S.A.U dedicada a la venta de productos alimenticios y bebidas dietéticas, de comercialización en dietéticas y almacenes integrales, realizados por cuenta propia y/o de terceros en todo el territorio nacional. La comercialización, elaboración, comisión, distribución, almacenamiento, importación y exportación, al por mayor y/o menor, de todo tipo de productos alimenticios, de herbolisteria (sic), nutrición y dietética y bebidas en general”. Y además, la explotación de establecimientos gastronómicos entre los que figuraban hasta rotiserías.
“En toda la declaración lo que hace es reconocer los hechos por momentos, después negarlos, luego volver a reconocerlos y siempre echando la culpa a alguien más. En para remarcar también la falta de memoria que aduce permanentemente. Él se lo atribuye permanentemente a los medicamentos que toma por el cáncer que padece. La falta de recuerdos llega al punto de decir que no se acuerda ni siquiera el nombre de sus empleados”, cuenta y se sorprende ante Infobae una fuente judicial.
En cuanto al funcionamiento de la clínica durante la cuarentena, algo que está prohibido, ya que no es un centro médico donde se atiendan urgencias, Mühlberger nuevamente deslinda responsabilidades: “A mí me asesinaron (nombra a dos personas) y me dijeron que podría abrir y funcionar sin problemas”. La fiscal hace hincapié en esto porque la investigación comienza a raíz de que varios vecinos del edificio de Arenales denunciaron movimientos en la institución.
Pero sin dudas, lo más importante, y lo que termina por dejarlo detenido, es la infracción al artículo 106 del código penal que en este caso incluye una muerte. Cuando comenzó la causa el jueves por la tarde, una mujer se comunicó con la fiscalía vía mail y denunció que su padre se había tratado en “Klinik Mühlberger”, que había ingerido vitaminas que le dieron en el lugar y que a los 15 días murió. Tanto la identidad de la mujer como de la víctima y otros datos permanecen en estricto secreto para resguardar a la denunciante.
Sobre este último punto nuevamente Mühlberger se hace el desentendido y apela a su supuesta falta de memoria: “No recuerdo quién era pero seguramente no se atendió conmigo sino con otra doctora de la clínica. No recuerdo... No tengo buena memoria”.
Durante los próximos días Mühlberger permanecerá detenido en su casa. “Quedó en domiciliaria solo porque es paciente inmunodeprimido y por el cáncer que padece, si no estaría en una cárcel común”, cuentan. A medida que pasan los días, en la fiscalía 11 de la doctora Massaglia se acumulan los llamados y los mails de ex pacientes y empleados que quieren contar sus experiencias.
El horizonte se avecina oscuro para el doctor mientras que sus abogados buscan y se contactan con famosos para que salgan por los medios a respaldarlo públicamente.
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