Juan José Campanella es un “viejo conocido" en el mundo de las series en los Estados Unidos, incluso desde mucho antes de llevarse el Oscar por la película argentina El secreto de sus ojos allá por 2010. Dr House, Colony y La ley y el orden fueron algunas de las ficciones de las que participó como director a lo largo de dos décadas.
El próximo 19 de mayo, a las 21, Universal TV estrena el último episodio de La ley y el orden UVE (Unidad de víctimas especiales), que dirigió Campanella en la ciudad Nueva York, antes de la llegada de la pandemia del COVID-19. Aunque la serie iba a contar con 24 episodios, la cuarentena como nueva forma de protección ante el avance del coronavirus hizo que la ficción se acortara y terminara en el capítulo 20, que cuenta con el argentino detrás de cámara.
En una entrevista con Teleshow, Campanella habló acerca de los secretos de esta serie, una de las más longevas en la televisión, pero también se refirió a la crisis de los actores y si se reuniría con el presidente, Alberto Fernández.
—¿Cuál es el secreto para que La ley y el orden: UVE esté al aire luego de 20 temporadas? Digamos que fue una ficción que se supo reinventar porque no es habitual ver series tan largas….
—Totalmente. Generalmente las series a los 5 o 6 años se empiezan a plantear cómo mantenerla “viva” y después se va al tacho, los personajes empiezan a ser delirantes, a exagerar sus características, ya no te crees las cosas que les pasan. Se tornan poco creíbles. Lo que pasa es que en La Ley y el Orden el énfasis estuvo siempre en las víctimas, no en los policías y esto provocó dos cosas: una que tuvieran espacio para crecer en la historia personal de los policías, y por otro lado, que los invitados, que hacen de víctima,s terminen siendo protagonistas. Entonces eso también le permite mantenerse fresca a la serie, porque cambia la sociedad y cambian los temas, la aproximación a las temáticas sociales. Ahora Mariska Hargitay (actriz que interpreta a Olivia Benson, protagonista actual de la serie) es la jefe, la comisaria y en los primeros capítulos era una agente normal. Ahora ya fue madre, tanto en la serie como en la vida real, trata a las víctimas de diferente manera. Yo estoy participando en la serie desde el 2001, antes la temática era agarrar el asesino y terminar el capítulo. Ahora el énfasis está puesto en las repercusiones y las consecuencias que tiene un crimen de género, que son los que trata la serie: se centra en las víctimas, si se animan a contar lo que les pasa a sus familias, habla sobre lo que pasa en la sociedad, el apoyo que se les puede dar... Realmente está buenísima y ha trascendido al género, lo que en inglés se llama “procedural”, sobre cómo la policía encuentra al asesino. En cambio ahora es una serie dramática, humana, donde encontrar al enemigo es fácil.
—Me imagino que con el impacto del Covid-19 se deben estar pensando alternativas o protocolos de grabación dentro de la industria…
—Justamente estuve hablando con el showrunner de la serie y le decía “¿cómo vamos a incorporar la pandemia ahora? ¿Van a ir con barbijos a hacer interrogatorios?” Y bueno, esta serie va viviendo junto con la sociedad todos los cambios y a su vez los va incorporando a la trama. Incluso tenía personajes que venían de una sociedad más machista y personajes del patriarcado como el de Ice-T y se fueron adaptando. Es uno de los cambios sociales más importantes de los últimos diez años, el de las cuestiones de género, es te diría “El cambio" de esta época.
—Y en cuanto a la pandemia, ¿podríamos afirmar entonces, por ejemplo, que se acabaron los besos en las ficciones?
—En ese sentido está toda la industria pensando cómo se va a hacer. Cómo van a ser los protocolos, cómo vamos a filmar. La verdad que con toda la vida en suspenso, que tenemos todos, creo que cómo se va a firmar es una de las últimas preocupaciones. Depende de si nos van a testear todos los días al entrar a grabar. En un momento estaban diciendo que tal vez, para una película, se podría llevar a todo el elenco y al equipo a un hotel y que no vean a nadie, pero eso realmente es como una tortura. Y eso podría llegar a funcionar para el cine pero para una serie, que tenés diez capítulos por año, es una locura. Mirá, cuando estaba grabando este capítulo en Nueva York, una actriz me sacó una foto, yo estaba tirado en el piso, en un parque al lado de la municipalidad, todo roñoso... Ahora no me tiro al piso ni loco, me tenés que vestir de astronauta.
—De hecho muchas películas que se iban a estrenar en las salas de cine han decidido pasar primero por las plataformas de streaming
—¡Yo creo que no voy a ir al cine hasta que no tenga 10 vacunas encima! Es una tremenda decisión. Depende de las ambiciones de la película, si la película va por el Oscar o el prestigio, pueden hacer un buen arreglo en streaming. Por ejemplo, yo una de James Bond la quiero ir a ver en el cine, las de Marvel, que deben tener 10 en la lata, supongo que esperarán… son películas de 10 palos… El cine por lo menos tiene el streaming, pero lo del teatro es tremendo. Nosotros estamos construyendo un teatro en Buenos Aires y nos sabemos qué va a pasar. Estoy igual que vos y que todos con la misma incertidumbre. Para no angustiarme, hago un esfuerzo en no pensar. Miro películas con mi hijo, cocinamos. Es tan poco lo que uno puede hacer... Estar viendo el conteo de muertos es insano prácticamente. Yo sufro de alta presión, gastritis y me tengo que cuidar también. Sin duda todos estos temas se van a incorporar en las series en el futuro.
Según su testimonio al programa de TN Solo una vuelta más, el cine, la televisión, los teatros y los conciertos se encuentran entre las diez industrias más importantes de los Estados Unidos, e involucran el trabajo de millones de personas. En estas circunstancias, explicó, la industria se divide en dos: las actividades que son en vivo (shows musicales, teatro y también el cine, ya que mucha gente va a verlo a la sala) y las que no (la televisión).
En ese sentido, señaló: “Para la televisión todos sabemos que va a haber mucha demanda. En casos como La ley y el orden ya están los decorados armados y están todos esperando para ir a trabajar. La parte económica es muy preocupante. En Estados Unidos tienen la tasa de desocupación más alta de la historia, hay 36 millones de estadounidenses sin trabajo. La otra cosa es el cine y el teatro: eso es más lo mío. Estoy construyendo un teatro con mis socios y nos preocupa mucho qué es lo que va a pasar: ¿quiénes van a ser los primeros que se animen a ir cuando se levante la prohibición?”
Precisamente, sobre el futuro de la industria audiovisual, vaticinó: “Seguro que se van a poder filmar series, lo que está más en duda es el cine porque nadie va a empezar a producir si no se tiene la seguridad de que se va a poder exhibir y la gente va a poder ir a los cines. Nadie va a querer producir a un tercio, con una persona cada cuatro butacas en las salas. La televisión sí, se está pensando. Puede cambiar mañana pero en este momento se está pensando en septiembre para poder volver a rodar”.
—Mirando un poco la situación en nuestro país, en una entrevista en La 1110, el productor Quique Estevanez dijo que el actor argentino es caro, ¿qué pensás de eso?
—No, no perdón, me van a tener que torturar antes de me oigan hablar mal de un actor en general o de un actor argentino en particular. En todos los países del mundo un producción local es más cara que una lata importada.
—En la televisión argentina tienen mucho éxito las ficciones de Turquía o las novelas bíblicas que llegan de Brasil, ¿por qué creés que sucede este fenómeno?
—Es esto que te decía, una lata argentina en Brasil es más barata que una novela hecha en Brasil, porque le tenés que pagar a más gente. Eso no es porque el actor argentino sea caro. En cualquier país, la producción local es más cara que la lata. Pero también sin producción local los países empiezan a perder su alma, su pasión, su cerebro. Las producciones locales, cuando la pegan, son las que tienen más éxito. Es fundamental, es el debate eterno de la cultura.
—¿Te gustaría reunirte con el presidente Alberto Fernández, una vez que termine la pandemia, en el caso que convoque a gente de la cultura y el arte?
—No, no. No creo que sea necesario. Creo que las cosas de la cultura las tiene que resolver las gente de la cultura y en mi caso, los programas que haga, los haré como los hice toda mi vida: conmigo y con mis allegados, no con los presidentes. ¿Qué le voy a pedir a un presidente? ¿ideas? Y no por una cuestión de partidismo, ya bastantes cosas tiene en su plato como para tener que ocuparse de qué programas quiero hacer. Aparte conmigo no se han reunido nunca en mi vida.
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