El lunes 25 de noviembre de 2013 fue feriado, los medios anunciaron la noticia más inesperada: la muerte de Ricardo Fort. El empresario había fallecido en el Sanatorio de La Trinidad de Palermo, a los 45 años, debido a una “sepsis generalizada que terminó en un paro cardio respiratorio”.
Fue una muerte repentina para los medios y para los seguidores del chocolatero. No para él: desde hacía tiempo sufría a causa de los insoportables dolores en todo su cuerpo. Incluso varias veces había declarado que se iría de éste mundo joven.
Seguramente esa sensación de que su paso por la Tierra sería breve lo llevaba a “vivir la vida”, utilizar el dinero para darse los gustos que quería, y hasta pensar en quién cuidaría a sus hijos, Marta y Felipe, en su ausencia. Antes de morir había dejado firmado un escrito en el que pedía que los niños, que en aquel momento tenían nueve años, quedaran a cargo de su amigo incondicional, Gustavo Martínez, actual tutor de los mellizos.
Las últimas horas de Ricardo
Si bien el mediático estaba internado en La Trinidad desde hacía días, 24 horas antes de su fallecimiento había sido pasado a una sala de Terapia Intensiva, donde lo acompañaba su círculo más íntimo. En ese momento su novio Rodrigo Díaz no estaba a su lado, ya que se encontraba en Miami grabando un disco.
Durante la madrugada del lunes Fort entró en paro cardíaco, producto de una infección generalizada. Los intentos de los médicos de reanimarlo fueron vanos.
La noche anterior, apenas unas horas antes de que su corazón dejara de latir, se encontraba lúcido aunque dolorido. Había estado hablando por teléfono con su amigo, Hernán Ranieri, para coordinar una nota para una revista. “La verdad que no estaba mal”, contó, aún sorprendido por la triste noticia.
Su abogado, César Carozza, también se había contactado con Ricardo aquel último domingo, a través de mensajes de texto. No había notado nada raro.
A pesar de los dolores que se dejaban ver en su expresión, Fort no perdía energía a la hora de hablar con los medios. El viernes anterior a su muerte brindó una entrevista telefónica a Mauro Viale. Enojado, desmintió que le fueran a amputar una pierna: "Es una burrada lo que están diciendo. Me están ofendiendo. Estoy en la clínica, y mis hijos están mirando el programa y escuchando una burrada así".
Esa misma noche realizó un video casero desde el sanatorio para transmitirle tranquilidad a sus seguidores y, quién sabe, también para despedirse. Y que lo recordaran con una sonrisa: "Hola chicos, estoy en la Trinidad. Vine quince días de spa para que los médicos me mimen, me cuiden, comer cosas ricas, que me curen todo lo que tengo que curarme y salir cien puntos para después disfrutar la vida. Un beso muy grande a todos, a los fans, a la gente que me quiere. Los quiero. Gracias por seguirme todo el tiempo…".
La internación
En noviembre del 2013 Ricardo regresó de Miami con un objetivo claro: terminar de una vez por todas con sus problemas de salud y los dolores que lo aquejaban. Fue por eso que se internó en la Trinidad, y convocó una junta médica para determinar de qué manera podía tratarse su rodilla, tras seis operaciones, por una lesión ocasionada en el 2009 en un ensayo del Bailando.
"Vuelvo esta noche de Miami, muy preocupado por mi salud. Seguramente deberé internarme para solucionar todos mis problemas", había escrito el 9 de noviembre en su cuenta de Twitter. Minutos antes, paradójicamente, había publicado una foto suya anunciando su última tarde "de paz" en la ciudad que tanto le gustaba. Casi un presagio.
Su situación era tan extrema que tras fracturarse el fémur en el país del norte, arribó al aeropuerto en silla de ruedas: "El vuelo fue complicado. Me medicaron para poder viajar. Los dolores son insoportables, no hay medicamento que me pueda sacar el dolor. La rodilla quedó mal operada y ahora vamos a hacer una junta médica para ver qué se puede hacer porque eso me trae problemas en la columna y tengo el cuello rectificado. Hay médicos que me arruinaron la vida", se lamentaba.
2013, uno de los años más largos de Ricardo
Si bien sus problemas de salud venían desde hacía años, en los últimos meses todo se precipitó: los dolores crecieron exponencialmente, y sólo en el 2013 se realizó tres operaciones (se había realizado ocho el año anterior). Tan insoportable se volvió la situación que alguna vez llegó a declarar: “Pensé en suicidarme. Estoy muy triste. Es un tema que necesito resolver con urgencia”.
En febrero debió suspender sus funciones de Fort con Caviar en Mar del Plata para someterse a una cirugía por una peritonitis por una perforación en el duodeno en febrero. Claro que dicho problema no era ajeno a maltrecha rodilla, ya que sus órganos digestivos se resintieron a causa de la morfina y los demás medicamentos que consumía para aliviar los dolores.
En abril de ese año fue operado de esa maldita rodilla: "Fue doloroso, la verdad. Gracias a los calmantes puedo aguantar el dolor y mañana empezaremos con la kinesiología para empezar a mover la pierna y caminar de a poco con muletas", relató Fort al día siguiente del procedimiento quirúrgico.
En el 2011 se había sometido a una intervención en la columba: le implantaron 16 tornillos de titanio, más dos varillas para apuntalarla, y anillos de metal para separar las vértebras y evitar el desgaste de los discos. Aquella cirugía llevó nueve horas, y se realizó para tratar su escoliosis y la sifosis.
Su grito de ayuda
Ricardo Fort se hizo conocido por sus excentricidades, sus lujosos autos, sus viajes a Miami y su gusto por los relojes Rolex. De personalidad fuerte, en sus primeros tiempos como mediático al chocolatero siempre se lo vio alegre, o a lo sumo enojado, pero nunca triste. Así fue hasta el 2013, cuando hizo visible todo su dolor.
Dos meses antes de su muerte se quebró en una entrevista con Mónica Gutiérrez: "Cada vez que me levanto de una silla tengo que agarrarme de algo para no sentir dolor. Y debo caminar poco porque no puedo caminar bien. Me afecta en el trabajo, con mis hijos, en el día a día con la pareja. Pasás a ser un inválido. Es muy fuerte. Hay veces que no sé qué hacer porque no le encuentro salida. No hay un final y no termina más: es operación, tras operación. Sólo mi familia y mis hijos saben el sacrificio que hago", confesó, entre lágrimas.
Desde ese momento se conoció a un Ricardo diferente, más sensible, más humano. Incluso en varias oportunidades había dicho que se moriría joven, como Elvis Presley.
A poco más de seis años de su muerte sus hijos continúan bajo la tutela de su padrino Gustavo Martínez, quien aunque los cuida como un padre, no deja que lo llamen así. Y siempre se encarga de mantener vivo el recuerdo de Ricardo. Su paso por los medios fue fugaz pero penetrante. Su memoria aún sigue viva. Sus frases, ocurrencias y videos continúan vigentes como el primer día, y el cariño de la gente se hace sentir en las redes sociales en cada fecha importante o aniversario.
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