Transformar el dolor en crecimiento personal y espiritual es un camino que ha sido analizado por diferentes disciplinas a lo largo de siglos, desde el psicoanálisis de Sigmund Freud hasta el budismo. Agustín Battioni tal vez no sea filósofo ni médico, no tiene la receta para explicar fehacientemente cómo lo hizo, pero tampoco tiene dudas: gracias a la actuación logró salir del momento más difícil de su vida.
Después de la trágica muerte de su hermano mayor, cumpliendo horario en un trabajo que no le gustaba y con una historia familiar muy dolorosa, encontró en su pasión la vía para ser feliz. “Creo que mi inconsciente me llevó a hacer videos y subirlos, y mis amigos me empezaron a decir ‘es por ahí’”, cuenta a Teleshow Battioni que, vale repetirlo, no es psicoanalista ni nada por el estilo. Hace dos años forma parte del programa de KZO Tenemos Wifi, suma más de 520 mil seguidores en Instagram, tuvo participaciones en varias ficciones y llevó su show de humor a gran parte del país.
El dolor y la puerta
La historia comienza hace 26 años, cuando faltaban dos meses para que naciera Battioni. “A mi viejo no lo conocí, falleció cuando estaba en la panza de mi vieja. Tuvo un accidente en la General Paz: había un colectivo frenado sin balizas y se la pegó. Falleció en el acto”, relata. Se crió en su casa en Ramos Mejía junto a su madre y su hermano, Federico, dos años mayor. Él nunca logró superar aquel episodio.
“Mi hermano no se pudo despegar del fallecimiento de mi viejo, era algo que lo tenía muy a maltraer. En 2014, cuando tenía 23 años, salió de bailar y chocó con el auto, solo. No se sabe qué pasó, si se le cruzó algo, alguien o se quedó dormido. Pero chocó entre una casa y el semáforo. Estuvo internado dos semanas en terapia con un coma inducido y falleció. Le agarró una enfermedad intrahospitalaria pero de todas formas estaba bastante destruido”, recuerda con dolor el hoy actor, humorista e influencer.
No hace falta ser un experto del psicoanálisis para asegurar que su vida cambió por completo. El dolor por la muerte de su padre con el que aprendió a convivir desde que nació, sumado a la tragedia de su hermano en estas circunstancias, tan joven… Nadie, ni él, hubiese creído por aquel entonces que la puerta de la felicidad estaba al alcance de la mano. Solo había que encontrarla. Y la encontró.
“Yo tenía 21 años y en ese momento me replanteé qué era lo que quería para mi vida. Cuando ocurrió lo de mi hermano en mi cabeza pasaron un montón de opciones de cómo seguir, o no. Decidí seguir y surgió lo de los videos. Creo que seguí la intuición porque decidí ser feliz: lo que me hacía bien era sonreír”, cuenta.
El humor como forma de vida
De chico Battioni ya era “el payaso de la familia”, el que hacía las bromas en las reuniones y todos notaban que le gustaba interpretar diferentes personajes. Había estudiado en una escuela de teatro en Ramos Mejía y con el director Agustín Alezzo. No era más que un hobby pero tras la muerte de su hermano empezó a subir videos de humor a su cuenta en Instagram. Hubo uno que grabó en su oficina que fue un boom, se viralizó en las redes sociales -además de traerle un serio apercibimiento de parte de sus jefes- y cambió por completo su mentalidad: tenía que dejar su trabajo a pesar de la tranquilidad económica que le brindaba y jugársela por sus sueños. “Ese video fue un suceso que me hizo despertar ese sentimiento de ‘dale, Agustín, tenés que ir por acá, por la actuación’. Hizo que me pusiera de pie”, afirma.
Una vez que abrió esa puerta, el resto se dio casi por inercia: los seguidores en su cuenta en Instagram crecieron exponencialmente, lo empezaron a llamar otros instagramers para colaborar con ellos y lo contactaron para formar parte del programa Tenemos Wifi. Tuvo pequeñas participaciones en ficciones como Quiero vivir a tu lado y Simona, y también en la tira de Disney Once. Junto a su amigo, el también humorista Julián Bellese, le dieron vida a un show de stand up y sketches llamado Caripa, con el que recorrieron varias ciudades del país entre 2017 y 2019: “En el teatro me di cuenta de que lo que estaba haciendo era lo correcto. La gente pagaba una entrada para verme, fue lo más hermoso que me pasó en la vida”.
“Mi hermano era una persona muy querida -señala-. De hecho en el día del velatorio pasaron más de mil personas. No pudo salir de lo de mi viejo, claramente. Con el diario del lunes puedo decir que yo salí adelante gracias a lo que hago, pero en su momento me costó muchísimo. Y cuesta, no es dar vuelta la página y listo, uno lleva el dolor consigo. Hoy puedo decir que llevando ese dolor soy feliz y lo sé porque lo que más me apenaba era que él no haya podido vivir todo lo que me está pasando hoy en día. De todas formas soy consciente de que él está, de que muchas cosas que me pasan me las manda él, y también me doy mi tiempo para estar mal. Estoy seguro de que fue la actuación lo que me sacó adelante”.
Cuarentena XL
El proyecto de una nueva obra de teatro con Bellese fue arruinado momentáneamente por la cuarentena obligatoria. Battioni se lamenta por el perjuicio que sufren los actores en medio de la pandemia, pero se reconoce afortunado porque continúa trabajando en televisión. Por supuesto, aprovecha el tiempo en su casa para seguir subiendo videos en Instagram. En la red social muchos le exigen que le empiece a pagar un sueldo a su madre, protagonista de muchas de sus grabaciones.
“Este parate me sirvió muchísimo para pensar en lo que quiero hacer. La vieja se banca todas, es un amor. Todos me preguntan qué voy a hacer cuando me mude, y la verdad es que no tengo idea. La gente se re copó con sus videos y le encontré una veta en la que ella se divierte y se distrae, y para mí eso es muy gratificante. Su felicidad es mi felicidad, así que para mí es hermoso que se divierta haciendo videos. Tengo una relación increíble con ella y siempre fuimos muy buenos compañeros, obviamente con el debido respeto por ser mi madre. Es una persona que sufrió mucho y el sufrimiento de una madre no es comparable con nada. Ver cómo puede llegar a sonreír es la nafta que necesito para seguir”, afirma.
Battioni se reconoce un tanto “obsesivo” y es muy riguroso con las precauciones para evitar la propagación del coronavirus. Arrancó la cuarentena antes de que se decretara su carácter obligatorio por una cuestión de “paranoia”, según sus propias palabras. Permaneció 38 días sin salir ni una sola vez de su casa: “Estuve tan encerrado que un día mi vieja me dijo ‘Agustín, salí aunque sea al patio’. Todo lo pedíamos por delivery. La primera vez que salí me hizo mierda el sol. La luz me quedó como por media hora en los ojos, mareadísimo”.
Luego, sí, empezó a hacer sus miedos a un lado y ahora sale con más frecuencia a la calle. Básicamente porque tiene que ir a trabajar a Tenemos Wifi, conducido por Nico Occhiato, que se emite de lunes a viernes a las 20 por KZO, y va al supermercado… Que queda a media cuadra de su casa. Pero no pierde las mañas: “Obviamente llevo el barbijo y me pongo alcohol en gel cada vez que toco algo con las manos, aunque sea sin querer, como la reja de una casa. Te juro que soy capaz de tirar alcohol en gel en cada pisada que doy. Soy un obsesivo y tengo el tic de comerme las uñas, así que imaginate lo mal que la estoy pasando”.
Dice que lo primero que va a hacer cuando se levante la cuarentena es visitar a sus abuelos y sus amigos. Con sus seguidores está conectado todo el tiempo: “No puedo estar más agradecido con ellos. Sé que es importante mi esfuerzo y perseverancia, pero a la gente le debo todo porque ellos me transmiten cariño y me mandan mensajes todo el tiempo. Todavía no puedo creer todo lo que me ha pasado gracias a ellos”.
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