Nombre: Elías Perea
Edad: 29
Barrio: Pompeya
Profesión: cantante
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Si tuviera que llenar una planilla, hoy Elías estaría feliz de poder poner “cantante” en el casillero “profesión”. Tiene 29 años y trabaja desde los doce, el segundo de ocho hermanos vino desde Salta con sus papás cuando tendría unos diez e hizo de todo, primero para ayudar en su casa y de más grande para mantener a su familia.
Cartoneó caminando seis horas diarias después del colegio con sus hermanos, ayudó a su papá a vender tortillas en la calle, fue limpiavidrios y vendedor de flores y de pan en el tren Sarmiento hasta que un día hace catorce años con un conocido ensayaron una canción y la interpretaron en el vagón. La sorpresa fue inmediata: “La gente aplaudía y ayudaba. Con lo que cantamos, gané el doble de lo que juntaba vendiendo pan”.
Aquel día lo cambió par siempre. Desde ese entonces Elías, primero con su amigo y luego solo, se dedica a cantar en el Sarmiento. Aunque vive de la música, su sueño recién comienza. Lanzó su clip “Mami Lúcete” que tiene casi 300 mil reproducciones y hace shows en eventos, pero aún no pudo dejar el tren.
Como tantos ciudadanos, desde el 20 de marzo que se dictó la cuarentena total no puede trabajar. Pero él siempre se las rebuscó para llevar dinero a su casa y esta vez no es la excepción. Si cada día cientos de personas lo escuchan y lo ayudan en el tren, ¿por qué no hacerlo en las redes? Y así empezó con los shows a la gorra virtuales.
Un largo camino
Que su amigo lo haya invitado a preparar un tema y cantarlo en el vagón no fue casualidad. Elías siempre fue amante de la música: “Iba a una iglesia evangélica y mi amor empezó ahí por el bajo, quería aprender a tocar, fui a un profesor, me enseñó un año, me gustó y cuando aprendí empecé a cantar”, dijo a Teleshow el joven que viene de familia de músicos: su abuelo tocaba el violín y el acordeón y sus padres cantan, aunque nunca lo hicieron de manera profesional.
Su camino a la música estuvo cargado de sacrificios. Apenas la familia llegó de Salta a Buenos Aires, Elías y sus hermanos más grandes salieron a cartonear, para ayudar en la casa. “A la mañana iba a la escuela y después a juntar cartón, caminábamos seis horas por día. Era cansador”.
Luego de dos años y medio su papá, que hacía changas, se compró una parilla y comenzó a vender tortillas en la calle, donde Elías también colaboraba: “Recuerdo que los días que llovía era un garrón, no vendías, se mojaba todo, pero cada tortilla era el mango”.
“Vendí flores, limpié vidrios, vendí pan”, contó Elías que aún le queda terminar el último año de la secundaria, una cuenta pendiente, que seguro cerrará por sus hijos.
Los códigos del tren
El tren es como la calle, no es fácil. Hay que saber moverse, cuidarse y conocer. “Vas aprendiendo a respetar y conociendo muchas cosas como ver dónde meterte y dónde no”, dijo Elías y agradeció: “Tuve la bendición de cruzarme con gente, hay como 500 vendedores, que le gustaba lo que hacia y me defendía si alguien me decía algo”.
La primera vez que subió a un vagón fue a los doce vendiendo pan. Desde ese momento hasta hoy, prácticamente no tuvo problemas. “Me habrá pasado cuatro veces que alguien me dijera algo, como ‘bajá la música’, casi siempre son personas mayores y he tenido que parar a irme a otro vagón. También ha pasado que si alguien se quejaba, el resto de la gente aplaudía más y me daba más plata”.
Hasta antes de que se dictara la cuarentena iba todos los días a cantar al tren. Por lo general hace canciones conocidas, cumbia, reggaetón y la respuesta de la gente es inmediata: aplauden, cantan y se ríen. Es que en medio de las preocupaciones camino a casa o el trabajo, les logra sacar una sonrisa, muy necesaria cada mañana.
Por lo general está listo con su guitarra o equipo de música en el andén a las nueve de la mañana. Antes no porque está lleno y se dificulta ingresar. Incluso varias veces, por la cantidad de pasajeros que hay, no puede subir a un vagón hasta las diez.
Elías, hoy
Papá de un nene de siete años y de un bebé de un año y medio, hace catorce años que vive de cantar en el tren, aunque en los últimos meses pudo sumar algunos eventos privados. Sin embargo, hace casi dos meses que no puede salir a trabajar y se siente en el bolsillo. “Como a todos, esto (la cuarentena) nos agarró de sopetón, no tengo ahorros. Nunca me faltó, alquilo, pero con esto me quedé sin laburo y estoy con lo que tenía. Me quedé sin plata, comprás mercadería y de golpe te quedás sin nada”.
Como alternativa, decidió aprovechar la cantidad de seguidores que tiene en las redes para realizar “shows a la gorra virtuales”: “Los hago a través de Instagram, donde hay un link par ayudar. Está dando resultado, funciona así que estoy agradecido de hacer lo que me gusta. Hay que adaptarse y sobrevivir y es el beneficio tremendo que me da la música dios gracia a eso tengo comida y no nos falta nada".
Mucha de la gente que lo sigue y le comenta en las redes es la misma que se tomaba el Sarmiento y lo veía cada mañana: “Algunos me decían que me veían hace diez años en el tren. Se alegran, eso te da fuerza, el otro día me quedé hasta re tarde respondiendo todos los mensajes”.
Hace un tiempo comenzó a trabajar con dos productores musicales con los que grabaron el clip del tema “Mami Lúcete”. “Le metimos toda la fueza y despliegue, pero fue a pulmón. Ya superó las 200 mil reproducciones y lo pasan en la tele”, dijo feliz.
Es que hace un tiempo tuvo un presagio: “Había ido a una panadería y miraba un video en la tele era el canal Quiero Música y le dije a la vendedora, ‘algún día un video mío va a estar ahí’ y tiempo después estuvo".
Aunque sabe que falta para volver al tren, sigue trabajando y hoy acaba de estrenar su segundo clip “Vete de aquí” hecho durante la cuarentena.
Un sueño: “Vivir de la música y como un artista, el tren fue una etapa que en algún momento tengo que pasarla porque mi intención es no hacerlo solo ahí sino en escenarios. Fue la plataforma donde me pude pulir, fue mi entrenamiento, como todo lo que me pasó en el camino”.
Un mensaje para los jóvenes: “Si yo pude lograrlo ellos también, pero van a tener que luchar, no va a ser fácil, porque las cosas que vienen rápido se van rápido. Pero luchen porque lo van a lograr: Los sueños se cumplen, pero no sin luchar. Hay que disfrutar el camino, levantarse cuando se cae, los resultados no se dan solos”.
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