A comienzos de 1977, la mayoría de los varones se entretenía jugando al fútbol, al poliladron y a los vaqueros. Pero las nenas dejaron de jugar “a la maestra” o “a la mamá” para perseguir sospechosos con la ayuda de dos aguerridas amigas. Se convertían por un rato en Los ángeles de Charlie, la serie que revolucionaba lo cotidiano, se transformó en furor y hoy es ícono.
Acorde a estos tiempos, canales y plataformas ofrecen propuestas donde las mujeres detectives son protagonistas. En La Ley y el Orden, Mariska Hargitay interpreta a la eficaz Olivia Benson e Itziar Ituño es Raquel Murillo, la sagaz policía en la Casa de Papel. Las detectives no son una rareza y lo mismo ocurre con propuestas que muestran la amistad entre chicas como Separadas, Guapas y Las Estrellas de Polka.
Estas mujeres inteligentes, autónomas, que priorizan la amistad eran impensadas hace cuatro décadas. En la televisión reinaban los personajes masculinos, como Starsky y Hutch que en 1975 arrasaba con las audiencias. Sin embargo, algunos indicios revelaban que había lugar para heroínas como La mujer maravilla y Mujer policía.
A Aaron Spelling su visión de productor le indicó que si una mujer era un éxito, tres serían un exitazo. Junto a su socio, Leonard Goldberg ideó la de historia de Allison, Lee y Catherine, tres damas expertas en artes marciales que resolvían crímenes enfundadas en ropa de cuero. El programa se llamaría Alley cats, un juego de palabras que combinaba nombre y vestuario. Spelling estaba tan convencido de su propuesta que le aseguró a su mujer que ya podía ir pensando en comprar una mansión. Pero cuando expuso su idea ante los directivos de la cadena ABC obtuvo un cachetazo de realidad: “Es la peor idea que escuchamos”.
Spelling no se rindió, ya tenía elegida a una de sus protagonistas. Kate Jackson era una bonita actriz cuyo primer contacto con las cámaras fue como guía por las instalaciones de la NBC, luego consiguió algunos papeles en series. Al verla en Los patrulleros, el productor la puso bajo su radar. No solo era la única chica en un elenco masculino, también era hermosa y por lo que le habían dicho, muy inteligente.
Kate fue invitada a sumarse a las reuniones para tratar que Alley Cats se convirtiera en algo viable. Pronto demostró que no solo era una cara bonita. Los productores buscaban un nuevo nombre porque el de gatos no convencía. “Len y yo hicimos una lluvia de ideas en mi despacho y Kate se unió. Vio una pintura en la pared con tres ángeles –probablemente de Frank Sinatra que había sido el anterior inquilino– y dijo: ‘Tal vez podrías llamarlos Ángeles’", escribió Spelling en sus memorias. Aprobado ángeles pensaron que podrían ser “los de Harry” pero como se emitía el programa Harry O lo cambiaron por Los ángeles de Charlie.
Elegido el nombre había que buscar los personajes, el presupuesto era acotado y Kate tuvo una nueva gran idea. Miró el teléfono del despacho y sugirió que su misterioso jefe se comunicara solo por teléfono y de paso se ahorraban contratar a un actor. Dos ideas, dos golazos.
Con este nuevo enfoque ABC dio su visto bueno, solo faltaban las otras dos protagonistas. La idea inicial era un terceto con una rubia, una morocha y una pelirroja con roles muy bien delineados o estereotipados: la sagaz, la atlética y la glamorosa, pero las tres muy muy sexies. A Kate le ofrecieron ser la elegante Jill Munroe, pero ella prefirió ser Sabrina Duncan, la inteligente.
Para interpretar el papel de Jill eligieron a una modelo. Jacklyn Smith era la cara de dos casas de cosméticos y resultó elegida. No era pelirroja pero daba tan bien en cámara que olvidaron el cabello y priorizaron su indiscutido porte. Faltaba Kelly Garret, un ángel más…
En la factoría Spelling el programa estrella era El hombre nuclear protagonizado por Lee Majors. El actor solía suplicarle al productor un trabajo para su mujer, una tal Farrah Fawcett. Spelling le preguntó a las actrices su opinión. Smith la conocía de un comercial de Max Factor y comentó que habían congeniado porque ambas eran de Texas y extrañaban a sus padres. Kate en cambio recordó la primera vez que se vieron en una fiesta de Hollywood. “Casi me cegó, era la chica más hermosa, magnífica y gloriosa de la fiesta, simplemente me congelé y me quedé mirando, y pensé para mí misma: ‘Oh, Dios, mejor me voy a mi casa a ser maestra’”. Pero no se volvió a su casa, Farrah se incorporó al equipo y el proyecto arrancó.
El 26 de septiembre de 1976 se emitió el primer capítulo. Como los testeos previos pronosticaban un gran fracaso no se le realizó casi publicidad. La primera emisión fue un éxito. Los teléfonos estallaron con llamados desesperados de la audiencia pidiendo repetir el capítulo. Así Los ángeles de Charlie comenzaba a transformarse en una de las series más angeladas de la historia.
Una de las claves del éxito fue que por primera vez se mostraba a mujeres compinches y amigas. Cada una en su rol no opacaba a la otra sino que la potenciaba. El vínculo no era solo una pantalla para la pantalla sino genuino. Los celos no existían entre ellas y eso que había motivos.
Desde el primer capítulo Farrah Fawcett “picó en punta” en la preferencia de la audiencia. Su foto con una malla roja hecha se transformó en póster en la casa de 12 millones de personas. Pero ella siguió siendo la muchacha amable y algo insegura, más preocupada por llegar a su casa y estar con su famoso marido que convertirse en una inaccesible diva.
Kate ganaba diez mil dólares por capítulo, el doble que sus compañeras, pero reconocían que era la más inteligente y la que contaba con más trayectoria. Farrah era la carismática pero las otras asumían que su belleza era arrasadora. Jacklyn era la equilibrada y le agradecían que siempre les recordara que tenían un gran trabajo.
El liderazgo de Jackson era innato, Fawcett y Smith la seguían. La acompañaban cada vez que reclamaba por un poco de descanso de las jornadas de grabación que comenzaban a las cinco de la mañana y terminaban a las siete de la tarde, los siete días de la semana. La gota que rebalsó el vaso ocurrió cuando les avisaron que ocuparían la portada en la revista Time pero las fotos se harían en su hora de almuerzo. Indignadas lo sintieron como un abuso, Kate propuso negarse a participar e idearon un plan. Se encerraron en su camarín y trabaron la puerta. De nada sirvieron los pedidos primero amables y luego desesperados de los asistentes. Atrincheradas salieron 15 minutos antes de terminar su descanso. El momento fue tan sublime que Jacklyn todavía hoy asegura que es su recuerdo favorito de la serie.
Si dentro de los estudios la amistad de las actrices crecía, afuera su fama explotaba. Se convirtieron en influencers mucho antes de que la palabra estuviera de moda. Nolan Miller, su vestuarista aceptaba sin avergonzarse: “Los hombres la ven por las chicas. Las mujeres, por la moda”. Cada capítulo contaba con 15 mil dólares para gastar en vestuario, un récord para ese tiempo. Por contrato, las actrices debían realizar ocho cambios de ropa lo que transformaba a cada programa en una pasarela.
Miles de mujeres copiaban el peinado de Farrah, pero también imitaban los pantalones vaqueros de tiro alto y pata de elefante de Kate y los 'culottes' con bota de caña alta de Jacklyn. Las pruebas de vestuario eran interminables, pero las actrices lejos de obedecer a todo eran quienes daban la aprobación final a cada look. Kate pidió usar siempre pantalones, nunca tacos y jamás aparecer en bikini. Lo aceptaron. La ropa que lucían era tan fabulosa –llevaban prendas de hasta 500 dólares- que se les permitía quedarse con ellas como parte de su salario.
Con el éxito las críticas comenzaron a arreciar. Se aseguraba que solo era un producto “vende pechos”. Algunas declaraciones no ayudaban como la vez que Farrah aseguró “Cuando fuimos el tercer programa más visto, supuse que era por nuestras interpretaciones. Cuando alcanzamos el número uno, decidí que solo podía deberse a que ninguna llevábamos corpiño”. La polémica estaba instalada aunque carecía de sustento o en este caso… de sostén. En los 23 capítulos de la primera temporada son escasas las veces que aparecen sin corpiño o que lucen sus cuerpazos en bikini.
Lo que hacía que millones de nenas en todo el mundo jugaran a ser ángeles de Charlie no solo eran su ropa increíble, rostros bellos y cuerpos trabajados sino que se trataba de tres amigas y justicieras que lejos de quedarse en el rol de chicas seductoras enfrentaban la violencia con inteligencia o se animaban a decirle “cerdo machista y misógino" a un muchachote rudo. Es cierto que las actrices cumplían con el estereotipo de belleza y el guión indicaba que debían obedecer las órdenes que les daba un hombre, sin embargo varios escritores fueron despedidos porque las actrices consideraban que sus papeles quedaban desdibujados y priorizaban solo “el envase”. Muchos años después de su estreno, Camille Paglia, ideóloga del revisionismo posfeminista escribió en una columna en Hollywood Reporter. “Ese cálido modelo de amistad femenina, criticado como desfile de tetas y culos, era en realidad una serie de acción efervescente que mostraba a unas mujeres inteligentes y audaces trabajando mano a mano con resultados fructíferos”.
El furor de la serie era imparable tanto que el entonces presidente Gerald Ford visitó el set para conocerlas. Antes de terminar la temporada, el mercado se inundó con muñecas, camisetas, póster y maquillaje de los ángeles. Todavía hoy se venden remeras a precios que rondan los 20 dólares.
Aunque entre las actrices no había celos, el que empezó a sentirlos fue Lee Majors. La fama de su mujer comenzó a eclipsarlo y no lo soportó. De nada sirvió que Farrah hubiera estipulado por contrato terminar a las 19 “para llegar a preparar la cena”, al finalizar la primera temporada su marido la presionó para que renunciara y lo hizo. En la serie la mandaron a Europa para competir como piloto de carreras, en la vida la mandaron a... Tribunales. Adujeron incumplimiento de contrato, lo que derivó en una batalla judicial que terminó con la actriz aceptando realizar participaciones en las siguientes temporadas, y obviamente, sin cobrar un dólar. Su lugar fue ocupado por Cheryl Ladd, otra rubia hermosa y un poco más voluptuosa que inmediatamente fue aceptada por los seguidores del programa pero no por sus protagonistas.
Es que el terceto original había logrado una amistad férrea. Jacklyn es la madrina de Spencer, el hijo de Kate y ella lo es de Charles, el hijo adoptado de Kate. Los ángeles dijeron presente en las tres bodas de Kate y en las cuatro de Smith. Pero estas mujeres no solo se acompañaron en las buenas, también en las malas.
En 1998 a Kate le detectaron células cancerosas en uno de sus pechos y se sometió a una mastectomía. Cuando despertó de la anestesia, lo primero que vio fue Jacklyn con un mono gigante de peluche engalanado con lápiz de labios y pestañas postizas. Y la risa le ganó al miedo.
Cinco años después, fue Jacklyn la que tuvo que enfrentar un cáncer de mama que superó acompañada por su familia y… Kate. La temida enfermedad también atacó a Farrah. Luchó tres años contra el cáncer de colon que la venció el 25 de junio de 2009. En los seis meses finales Jacklyn y Kate se turnaron para acompañarla. “Estaba adolorida y no podía quedarse quieta. Froté sus pies tratando de hacerla sentir mejor y eso la relajó” -contó Jaclyn de la última vez que vio a su amiga- “Debemos haber hablado durante tres horas sobre nuestras vidas, sobre nuestros hijos, sobre cómo crecer en Texas. El tiempo que pasé con Farrah al final fue el mejor porque apreciamos la amistad”.
El programa permaneció en pantalla hasta 1981. Al final de la tercera temporada, Kate partió enojada porque los estudios no le permitieron ser Joanna en Kramer vs Kramer, papel que recayó en Meryl Streep. Para reemplazarla se postularon Bo Derek, Melanie Griffith y Michelle Pfeiffer, pero la elegida fue Shelley Hack, a la que pocos recuerdan. Jacklyn fue la única de la formación original que se mantuvo los 116 capítulos. En 1991 y como le había prometido a su mujer, Spelling logró comprarse la mansión más grande de Los Ángeles con 14 habitaciones y 27 baños. Nada mal para un productor al que le habían asegurado que un programa con tres aguerridas amigas era “la peor idea escuchada”.
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