Nadie logró lo que él. Después de una exitosa carrera como productor y creativo de medios en la Argentina, dónde es dueño y director de DK Group International y radio Delta 90.3, entre otros emprendimientos, hace siete años Diego Kolankowsky desembarcó en Nueva York para incursionar en el género musical. Y logró ser el primer argentino en convertirse en votante de los Pemios Tony, los más importantes a nivel internacional para la industria del teatro.
Sin embargo, de un día para el otro, todo pareció desmoronarse. Después de éxitos como Spring Awakening, One in this island y Beetlejuice, la pieza que tenía actualmente en cartel, el productor se preparaba para el estreno de su obra más esperada, American Buffalo, con Laurence John Fishburne, Sam Rockwell y Darren Criss, cuando los teatros de Broadway debieron bajar su telón por la pandemia del coronavirus.
Entonces, Kolankowsky decidió venir a la Argentina para pasar la cuarentena cerca de su hija, Ambar, de 9 años. Y no pudo evitar que lo embargara la tristeza por todo lo que inevitablemente se había perdido. Sin embargo, para no decaer se aferró al arte. Y lanzó la propuesta del #StayHomeJam, un proyecto musical al que ya se sumaron muchos artistas.
-¿Dónde te agarró la cuarentena?
-En Buenos Aires. Yo estaba en Nueva York preparando American Buffalo y nos faltaban unos quince días para el primer preview. Pero, viendo la movida que se venía, la primera semana de marzo decidí venir para acá y empecé a postergar mi regreso a Nueva York. A los doce días se cerró Broadway y después se cerraron las fronteras de la Argentina, que era algo que yo ya preveía. Así que por suerte pude quedarme acá, cerca de mi hija.
-¿Cuál fue tu sensación ante todo lo que pasó, teniendo en cuenta lo mucho que te costó ganarte tu lugar en Broadway?
-En el momento en que salió el anuncio de que se cerraban todos los teatros, tuve una sensación de angustia, de vacío...Porque se cerraban y no se sabía cuándo se iban a abrir denuevo. Y era un parate que no podía controlar. Porque yo, en Argentina, sigo manejando mis empresas. Pero hoy, si quisiera hacer algo allá, ni siquiera podría viajar. Y todo eso me planteó un cambio de vida. Porque yo viajaba dos veces por mes y tenía mi rutina repartida entre Nueva York y Buenos Aires. Y, después de siete años de estar haciendo esto, cambió todo.
-¿Y cómo te afectó?
-Y todavía lo estoy sufriendo. Tuve diez días muy malos, de mucha angustia. Pensá que detrás de eso también hay pérdidas económicas gigantescas...
-Lo imagino, más al no haber ninguna certeza sobre una posible reapertura de los teatros.
-Tal cual. No quiero ni mencionarlo, aunque las pérdidas son millonarias. Pero, más allá de eso, lo que me afectó fue la pérdida de un sueño en el que venía trabajano. Yo estaba con una obra a quince días de estrenarse. Obviamente, la salud está más allá de todo. Pero para mí fue como un quiebre emocional muy profundo.
-¿Y cómo hiciste para sobrellevar ese bajón anímico?
-No fue nada fácil. Me agarró viniendo de Nueva York, con una obra que no se iba estrenar y con otra que se cerraba. Además, como yo no pensaba estar acá, a la casa de Buenos Aires la había puesto en refacción y cuando, se cerró la frontera, no tenía dónde vivir. Ahora estoy en una vivienda que me alquilé en Olivos, pero no estoy cerca ni de mi guitarra ni de mis libros ni de mis cosas. Así que fue todo un proceso en el que, por primera vez, sentí que perdía mi vida. Porque a la crisis económica por lo que pasó allá y al riesgo empresarial que tenía acá....(se detiene) Me pongo triste.
-Es lógico.
-Estuve diez días de luto. Y después decidí que no podía parar, que tenía que seguir empujando. Yo tengo a cargo muchas familias a las que les pago su salario, tengo medios. Así que tenía que salir a luchar. Y como parte de esa reconversión, esa sensación de que tenía que renacer junto a mis amigos, cree lo que podía que fue una banda virtual. Porque lo único que tenía a mano para producir era una canción, para que cada uno hiciera su aporte desde su casa. Y así nació el #StayHomeJam, que no es más que una zapada que fuimos grabando sobre la base de Sweet Child O’ Mine.
-¿Y enseguida se prendieron los músicos?
-Primero se lo mandé a Tripa (Germán Tripel), que grabó la voz y la puso online. Y empezaron a llegar partes del tema con artistas de todo el mundo. Franco Friguglietti, de American Idiot, puso una guitarra más. Mi amigo Jonathan Terry, que es un performance de Broadway, grabó también voces. Se sumaron Sean Atterbury y Tyler Hardwick. Y se fue armando como una banda virtual a la que la gente respondió muy bien. De hecho, el tema ya está terminado y me quedan un montón de pistas que no puedo agregar. Y todos recibimos mucho amor por ese acto. A mí me llegaron cientos de mensajes de agradecimiento. ¿Y sabés que fue lo más particular?
-¿Qué?
-Qué yo me sentía destruido por dentro, pero la gente veía que tenía una energía increíble. Y se me ocurrió decirles: “Ustedes me están agradeciendo a mí y la verdad es que el que necesitaba recibir este amor era yo”. Fue como un acto de sanación, ¿sabés?
-¿La música te salvó?
-Sí. Me salvó, me inspiró, me tuvo activo...Estuve en la productora en la que trabajo con los programas de radio, pero también estuve creando un producto nuevo. Fue como decir: “Juntémonos para hacer lo que nos está faltando”. Y fue así, comunitario. Porque también siento que el mundo que viene tiene que ser más sano y mucho más solidario. Esto que pasó nos tiene que dejar alguna enseñanza. Porque, si no aprendemos de esto, vamos a cometer los mismos errores.
-¿Ves la luz al final del camino?
-Yo sé que va a haber luz, tengo esperanza. Y lo que deseo es que de estas grandes tragedias, como de las guerras, salgamos mucho más humanos y unidos. Siempre pregono el valor de la palabra, la lealtad, la honestidad...Y la verdad es que me gustaría que no fueran valores, sino que fueran estándares. Así que ojalá salgamos todos mejores personas de esto. Pero salir, vamos a salir. Y tendremos que ser creativos para ver de qué manera vamos a hacer arte.
-¿Pensás en la vuelta a Broadway? ¿O después de esto empieza una nueva etapa en tu vida?
-Yo dudé mucho sobre mi futuro. Le puse tanta energía y tanta inversión a Nueva York. Y no es fácil. La gente piensa que es divertido viajar dos veces por mes, cuando son cinco días en los que dormís dos enroscado en un avión. Con un costo físico y psicológico muy alto. Y más en mi caso, que nunca dejé lo que estaba haciendo acá, sino que siempre fui sumando actividades. Así que en un momento pensé: “Ya está”. Un amigo me dijo: “Ya saliste campeón del mundo, tenés tu Tony colgado en la pared y ahora vas a crear otra cosa”. Y yo estoy seguro de que mi curiosidad me va a llevar por otro lado. Pero también estoy seguro de que voy a seguir en Broadway, porque no voy a dejar que esta crisis decida por mí. Así que, de alguna manera, voy a poner American Buffalo en cartel.
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