Fede Bal estaba preparándose para comenzar la gira de Mentiras Inteligentes, la comedia que protagonizó durante el verano junto Arnaldo André, Nora Cárpena y Mica Vázquez en el Teatro Lido de Mar del Plata, cuando recibió el diagnóstico que le cambió la vida. “Tengo cáncer de intestino”, confirmó el actor mediante un video en sus redes sociales a principios de marzo. Y, de un día para el otro, sus planes cambiaron por completo.
Es verdad que, después de su anuncio, la pandemia del coronavirus obligó a que los argentinos entraran en un aislamiento social obligatorio, que todavía no tiene fecha de levantamiento. Y que, aún cuando la situación general se normalice, muchos productores teatrales aseguran que las salas recién podrán volver a cortar tickets para enero del año que viene.
Sin embargo, desde su casa de Ingeniero Maschwitz, dónde cumple con su cuarentena, el actor no pudo dejar de añorar el proyecto inconcluso que dejó cuando anunció que debía abandonar la obra para empezar un tratamiento de rayos y quimioterapia. Aunque tampoco pudo dejar de reconocer la dificultad que siempre encontró para disfrutar de cada momento, inclusive, de este.
“Soñé que actuaba. No saben lo que necesito volver a actuar, trabajar, subirme a un escenario, sentirme activo. Antes soñaba con descansar y dormir cuantas horas quería. Soñaba tener una pileta enorme. Ahora la tengo, pero no tengo a nadie con quien compartirla. Soñaba con una camioneta, trabaje y finalmente la compre, ahora me subo y es solo un auto más. Se trata de esa constante insatisfacción la que tengo que trabajar. Disfrutar las pequeñas cosas de la vida. En tiempo y espacio. Ni antes deseándolas con fuerza y locura ni después dejando de valorarlas cuando las conseguí. Aquí, ahora. Y nada más”, escribió el hijo de Carmen Barbieri en su cuenta de Instagram, junta a una foto en la que se lo ve con su perro.
Por estos días, al actor se le suman la angustia del encierro y la incertidumbre que genera el COVID-19, con la ansiedad que le genera el hecho de querer derrotar de una vez por todas a su enfermedad. Sin embargo, desde el primer momento demostró tener un temple y una fortaleza digna de admiración.
“Comienzo este proceso y lo comparto con ustedes, para sacarles miedos, dudas e inquietudes. Van a ser 6 largas semanas, pero les cuento que no duele nada”, había comentado Fede hace diez días, cuando comenzó con su tratamiento. Y, dada la necesidad de respetar el aislamiento social y su condición de riesgo, nadie lo pudo acompañar al Instituto Fleming, al que tuvo que ir solo.
Ni siquiera su madre, que está visiblemente angustiada por esta situación, puede abrazarlo. “Lo veo a través de videollamada, hablamos todo el tiempo, pero el momento en el que nos vemos cara a cara es cuando va a la sesión de rayos y quimioterapia, que pasa por casa y lo veo desde la puerta, a través del vidrio del auto”, había contado Carmen a principios de abril.
Sin embargo, la artista sabe muy bien de qué madera está hecho Fede. “Ese es mi león y seguí luchando y vencerás. Te amo hijo”, comentó Barbieri en el último posteo del actor. Porque ella sabe que, a pesar de lo difícil que parece el camino en este momento, ambos podrán estrecharse cuando todo esto se haya convertido sólo en un triste recuerdo. Y eso es lo único que la mantiene en pie.
SEGUÍ LEYENDO: