“Es un momento oportuno para aprender un montón de cosas, porque cuando uno pasa por estas situaciones se da cuenta qué país noble que hemos tenido”, dice Rita Cortese, que está viviendo la cuarentena en su casa y en soledad. “A pesar de todas las barbaridades que hemos vivido, esta es la primera vez que nos ocurre algo así. Otros países están acostumbrados a la guerra, pero esto no es una guerra, es una enfermedad. Es un momento de mucha reflexión. Muy difícil realmente”.
—¿Cómo llevás la cuarentena?
—La llevo bien porque tengo una casa confortable como para llevarla bien. Tengo mi alimento para poder sobrevivir. Puedo sostenerme sin trabajar durante un tiempo. Pero eso me pasa a mí, soy una privilegiada como otros tantos. Hay otra cantidad que no puede vivir sin trabajar y sin salir de su casa a trabajar todos los días.
—¿Con quién estás pasando la cuarentena?
—La estoy pasando sola y es bastante cómodo. Por suerte, si se puede y la semana que viene se abre un poco la cosa, tendré a mi asistente acá y todo será más fácil. Pero de todas maneras no lo paso mal. Estoy en una casa llena de sol, veo el cielo.
—Si te tenés que cocinar y organizarte sola, no hay problema.
—No, no, al contrario, me fascina porque estoy recordando cosas. Me encanta. Es lo que te salva. La tarea cotidiana es la tarea que te salva en este momento.
—¿Pudiste mantener las rutinas? ¿Levantarte a la misma hora, vestirte y demás?
—Sí, absolutamente. Soy muy coqueta. Aunque más no sea para mí. Creo que además es parte del trabajo, de este momento de resistencia.
—¿Te agarró miedo en algún momento?
—Sí, claro que sí. Miedo he tenido mucho al comienzo, cuando no entendía esta cosa del contagio. Después comencé a entender un poco más cómo es esta enfermedad y empecé a leer mucho. Ahí pude entender dónde estamos metidos también. Leí a Giorgio Agamben: él dice algo que es bárbaro, y a mí me preocupa mucho, el después. ¿Cómo se sale de esto? ¿De qué manera cada uno de nosotros? Porque a mí me pasa hoy que cuando miro al otro todavía no miro al otro, sino que miro el contagio. Contra eso es algo que vamos a tener que pelear.
—Se van a juntar muchos factores cuando salgamos de esto. Vamos a tener que rearmar el país entre todos.
—Un país devastado, totalmente devastado. Y un mundo que también también está devastado. Económicamente es muy grave lo que va a pasar en el mundo. Lo comparan con la salida de la Segunda Guerra Mundial. Estamos en un momento desconocido y vamos hacia un lugar desconocido. También tiene su encanto, para quien lo pueda sostener. Para quien no lo pueda sostener, habrá que sostener el rol del Estado. En este momento lo está desarrollando muy bien.
—¿Te tranquiliza que este desastre que nos tocó nos haya tocado con Alberto Fernández?
—Absolutamente. Con Alberto Fernández, con su equipo. Y sí, me tranquiliza mucho. Están haciendo las cosas muy bien. Sin ser científica, por supuesto. Me siento contenida. Es un Estado presente. Hasta cuando se cometió un error se salió a bancar la parada con honestidad, presentando un error y demostrando el enojo que producía. En ese sentido me siento cuidada.
—¿Te referís a la cola de jubilados de la semana pasada?
—Claro. Tiene que saber reconocer y salió a bancar esa parada muy bien. Con mucha honestidad.
—Una de las cuestiones colaterales que trae esta pandemia es otra pandemia, que tiene que ver con los femicidios. Vos tenés un rol activo dentro del feminismo y están ocurriendo muchos asesinatos de mujeres en estos días.
—Sí. Imaginate lo que significa un vínculo violento en un encierro... Es muy grave. Además, toda enfermedad que tiene que ver con lo contagioso también destruye la sexualidad, el erotismo y el deseo, y ese es otro de los factores que juegan en un vínculo violento. Y en todo, porque el deseo también es el motor de una sociedad, el motor de nuestros sueños.
—Es muy doloroso que esto esté pasando.
—Es muy doloroso. Y es muy interesante la campaña que plantea que cuando estás o sos vecina de alguien que sabés que está en esta situación, hay que involucrarse y ayudar. Estar atentas porque sabemos que eso ocurre.
—¿Somos solidarios los argentinos?
—Si me llevo por la gente que está poniendo en los ascensores que los médicos se vayan a vivir a otro lugar porque los pueden contagiar, pienso que no. Si voy a fondo, fondo, fondo, pienso que habrá algunos que somos, que tratamos por lo menos, de ser muy solidarios, y habrá otros que no. Habrá quién sí y quién no. No me gusta a mí generalizar que la Argentina es solidaria. A lo mejor la gente que pone eso, a las nueve de la noche sale a aplaudir a los médicos. Somos raros. Ayer estuve, escuché una cosa de Pedro Cahn fantástica, porque dijo que al final no tenemos que preocuparnos quienes tenemos prepagas y tenemos miedo que nos quiten una cama porque es muy posible que quienes tengan un sanatorio privado, en el caso de que esto se desmadre, que ojalá que no sea así, pienso que no va a ser así, a lo mejor somos nosotros los que tenemos que pedir una cama en el hospital público. No tenemos que ser tan soberbios cuando creemos que podemos algo.
—¿Cómo te llevás con las noticias en estos tiempos?
—Las dosifico mucho, hay sobreinformación. Por ahí es una necesidad que tienen algunas personas; no es mi necesidad, no. Yo prefiero tomar los informes que necesito saber y que veo a la noche para saber cómo vamos. No me parece que sea necesario mostrar los muertos en las calles de Ecuador. Ya es suficiente con lo que estamos viviendo nosotros y con lo que se está viendo del mundo.
—Cuando termine todo esto, ¿qué te espera Rita este año?
—Tenía un año muy armado ya de trabajo. Soy bastante privilegiada en ese sentido. Ya estoy reprogramando dos fechas que tenía en mayo en el Tasso para cantar, y las voy a reprogramar para septiembre. Soy optimista como verás, creo que en septiembre ya habremos salido y que habrá necesidad de acercarse, de ir a amucharse. Lo que más extraño es estar con amigos y tomar una copa y poder charlar y poder reírnos. No me acuerdo de mi estado, de aquel estado, de lo que era estar en libertad.
—Qué fuerte eso.
—Sí, este momento es un estado de no libertad. Provocado por la enfermedad, por supuesto. Tiene que ver con el cuidado. Uno realmente se prepara para el acto más mínimo de llegar hasta la puerta de calle. Hoy me trajeron cosas de la carnicería, me trajeron un pedido, y ya cuando entrás a tu casa es todo un protocolo realmente asqueroso, de desinfección. Estoy tratando de soltar, de hacerlo, pero hasta cierto punto.
—Me decías que extrañás estos encuentros con amigos. ¿Los hacen de alguna forma virtual? ¿Hay videollamadas? ¿Hay chats?
—Sí, hay videollamadas, pero todo eso es una mentira. Las videollamadas, los chats, las charlas telefónicas, claro, por supuesto que te acompañan, inclusive nosotras nos estamos acompañando en este momento, en un momento donde el tiempo pareciera que nos sobra tanto. Ya hay una diferencia entre el celular y el teléfono de línea, imaginate lo que es entre el teléfono y la presencia física. Eso es lo que no tenemos que perder. Hay un mundo que va hacia un lugar de pérdida del encuentro con el otro. Algo de lo que pasó también con esta cosa de hacer los trámites por máquinas, la gente no sabe. Nosotros venimos de una generación donde aprendimos con las máquinas ya de grandes. Me cuesta a mí, que tengo mi computadora...
—Que sos una mujer con recursos.
—Claro. Imaginate con gente con otros recursos. Esto que estamos viviendo va a servir para visibilizar muchas cosas.
—Que así sea Rita, y que lo que venga no sea tan difícil.
—Va a ser difícil, lo cual no significa que no sea mejor. Hay una definición de Foucault que es magnífica, que dice que cultura es la insurrección de los saberes que fueron sometidos. Bueno, apelemos a estos saberes nuestros que fueron sometidos y que en algún lugar de nuestro ser están y que tienen poder. El inconsciente colectivo. Y tiremos para adelante, pensemos que realmente esto va a pasar.
—¿Nos ves amigados a los argentinos?
—Algunos sí otros no. La figura del Presidente de la Nación y su equipo, y lo que está pasando, no deja lugar a dudas. Se está dando todo como para que realmente la gente esté un poco menos enojada.
Seguí leyendo: