A lo largo de su carrera, desde sus comienzos en VideoMatch, se encargó de hacer reír. Lleva consigo la capacidad de complementar actuación con humor. Con las dos facetas que mejor entiende y con las que construyó una exitosa carrera, se transformó en uno de los referentes del espectáculo. Con el correr del tiempo, fue buscando, perfeccionando y sumando cualidades para, tal vez, no quedar encasillado en un solo rol.
Hoy, además de todo esto, Fredy Villareal es uno de los imitadores que mejor le rinde a Marcelo Tinelli cada vez que lo requiere. Incluso, cuando hace sus personajes en teatro, en las temporadas en Carlos Paz, se lleva el cariño de la gente. Los que alguna vez trabajaron con él sostienen que es perfeccionista y muy aplicado en su labor.
En pleno aislamiento social, sigue haciendo de las suyas a través de las redes sociales. El humor parece brotarle por los poros, y en tiempos en los que no se puede salir, busca la manera de compartirlo. Es algo que no puede esconder. Tal vez, intentado llevarle algo distinto a las personas que no la están pasando bien, busca la manera de llegar a ellos, entrar en sus hogares.
La sonrisa, cuando se prende una cámara, nunca la pierde. Se muestra positivo y de buen ánimo cada vez que el medio lo convoca. Siempre predispuesto cuando el que tiene enfrente le pide que haga de las suyas.
Pero detrás de ese rostro público se esconde un Fredy con sentimientos que necesita exteriorizar. Seguramente, para los que viven solos, el tiempo para pensar y analizar es demasiado. Por este camino parece andar, al encontrarse llevando adelante la cuarentena en un caserón, y sin tener con quien compartirla. “Trabajé mucho para tener mi propia casa, y después de tanto trabajar y hacer mi propia casa, yo dije que fue al pedo. Hoy tengo una casa frente a la laguna, tengo una pileta debo limpiar todos los días, tengo una casa inmensa, que tuve muchos disgustos para terminar, y hoy por hoy no tengo con quién compartirla...”, reflexionó en una charla en Últimos cartuchos, el programa radial que conduce Migue Granados.
Si bien tiene dos hijos, Agustín y Jazmín (la nena, fruto de la relación con Carolina Oltra), están con sus madres, y más allá de hablar por teléfono, de recurrir a las videollamadas, llevan un largo periodo sin verlos. A esto se le suma que a mediados del año pasado se distanció de la psicóloga Paula Ulla, y hasta el momento no volvió a formar pareja.
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Continuando con su costado más melancólico, mira hacia atrás y se promete no volver a pasar por ciertas circunstancias que hoy le duelen. Hace un racconto y ve que al final, lo material, la necesidad de tener más cuando era joven, hoy no lo representa. “Tengo una pileta que me encantaría usar con una parejauto Hoy no la puedo compartir. Entonces, por todo eso, digo que todo es efímero, romperse el orto para tanto...”.
Villareal sostuvo que es normal cometer errores, que es parte de la vida, pero que lo complejo es cuando se repiten los mismos resbalones una y otra vez. “Ojo, no está mal cometer errores, lo que me parece que está mal es volver a cometer los mismos, y es por eso que otra casa no voy a hacer más. Y no me voy a romper más el culo para tener el mejor auto o la mejor moto. Ya no pienso en eso, también hay que disfrutar”.
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