“El sexo, la droga, el conflicto generacional, la rebeldía, el espíritu crítico y cuestionador de los adolescentes se manifiestan entremezclados con las travesuras más inverosímiles de la vida escolar”. Con esas palabras, el poderoso Canal 9, dirigido entonces por Alejandro Romay, describía en un comunicado dirigido a periodistas la dinámica de una de sus apuestas más fuertes para esa temporada: Socorro, quinto año. Era marzo de 1990 y los canales de aire de la Argentina vivían momentos de cambios profundos. El propio Zar de la televisión estaba rearmando el esquema de su emisora, que en la temporada anterior había marcado un hito con el lanzamiento de La extraña dama, una de las telenovelas más importantes de la historia de la televisión argentina.
El comienzo de la nueva década presentaba un escenario distinto para la pantalla local. Luego de tiempos de estancamiento –en parte, debido a la hiperinflación y los cortes programados de energía dispuestos por el gobierno de Raúl Alfonsín que acortaban las horas diarias de transmisión– la televisión argentina parecía moverse a mayor ritmo. El año prometía, entre otras cosas, la transmisión del Mundial de Italia 90, un evento auspicioso que despabilaría las programaciones locales.
Además, desde enero, tras las privatizaciones que llevó adelante el gobierno de Carlos Menem, nuevas autoridades se hicieron cargo de Canal 13 y Canal 11, lo que llevó a los televidentes a encontrarse con imágenes remozadas de los viejos canales.
Tal como reconstruyen los periodistas Silvia Itkin, Carlos Ulanovsky y Pablo Sirvén en su libro Estamos en el aire (Editorial Emecé, 1999), Romay, que venía de años de liderar en audiencia, comienza poco a poco a inquietarse.
“Muy pronto el flamante Telefé se le pondrá a tiro y lo superará fugazmente en junio, para superarlo definitivamente a partir de septiembre. David Ratto, uno de los capos de la publicidad argentina, se hace cargo de lavarle la cara al 11, dándole una estética muy festiva y triunfalista a toda su comunicación en pantalla”, señalan los autores de Estamos en el aire. Además, quien se pone al mando del renovado Telefé es Gustavo Yankelevich, que entonces tenía 40 años. “A Romay lo pone contra las cuerdas en pocos meses con varias acciones: apuesta a 15 horas semanales de telenovelas y a la compra de los derechos de emisión de eventos deportivos y espectáculos de gran impacto”, recuerdan.
Socorro y rating imparable
Mientras que empezaba a vislumbrar las estrategias de la competencia, a comienzos de 1990 Romay buscó renovar sus clásicos programas, sumarles condimentos que antes no había utilizado, subir el voltaje de alguna manera. En Hola Susana, el ciclo de Susana Giménez, aparecieron personajes como La Cicciolina, la recordada estrella porno italiana que llegó a ser diputada en el parlamento de su país. También se pudo ver una suerte de striptease muy sensual que se presentó como “el primer desnudo total y frontal en un programa de televisión” local, a cargo de la artista Norma Vera. A la vez, el Zar seguía apostando: por esos días La ola está de fiesta, el programa infantil al mando de Flavia Palmiero, arrasaba con dos emisiones diarias.
Sin embargo, lo que subió definitivamente el tono de la pantalla de Canal 9 fue el lanzamiento de Socorro, quinto año, que comenzó a emitirse los martes a las 21. Con una propuesta inusual para la época, el programa, que debutó el 6 de marzo de aquel año, mostraba ya desde sus títulos algo novedoso: sonaba Help! de Los Beatles mientras un dibujo animado mostraba los nombres del elenco. Otra de las curiosidades que mostró fue, justamente, la elección de los actores. Los jóvenes estudiantes estaban encarnados por intérpretes entonces desconocidos entre el gran público (casi todos ellos, con los años, se convertirían en grandes figuras del teatro, el cine y la televisión locales). Estaban, entre otros, artistas que recién comenzaban con sus carreras como Laura Novoa, Fabián Vena, Adriana Salonia, Mariana Torres, Pablo Iemma y Walter Quiroz. La mayoría de ellos conservaba en la ficción sus nombres reales.
También había veteranos, que interpretaban a los adultos que debían contener –casi siempre sin suerte– a estos adolescentes. Entre otros, conformaban el elenco Arturo Maly, Alicia Aller, Lucrecia Capello, Norman Briski, y Márgara Alonso, quienes eran parte de las autoridades del colegio, docentes y padres.
La receta del éxito se completaba con los guiones de Rodolfo Ledo, quien se había propuesto llevar a la pantalla una comedia realista, con diálogos fluidos y con conflictos más cercanos al público: embarazo adolescente, drogas, falta de dinero, interpelaciones a la autoridad.
“En cuanto sale al aire, el programa de Plató Producciones levanta una gran batahola. Los personajes, alumnos de un colegio secundario, se insultan como nunca antes había ocurrido en la tevé argentina, introducen palabras fuertes del lunfardo e interpretan escenas jugadas”, destacan los autores de Estamos en el aire.
Socorro... contaba con la producción ejecutiva de la actriz Silvia Montanari, la asistencia de su hermana Marilyn y la asesoría psicológica de Graciela Moreschi.
Las historias de este particular curso de colegio secundario impactaron de inmediato: se ve a jóvenes fumando, una de las protagonistas queda embarazada, hay peleas con insultos, discusiones políticas. A la vez se trasluce una crítica al sistema educativo y sus rigideces. También hay guiños que dialogan con el resto de la programación del canal: uno de los conflictos de la división está relacionado con el viaje de egresados y los alumnos barajan la posibilidad de participar de Feliz Domingo, el programa conducido por Silvio Soldán que también se veía por la pantalla de Canal 9.
Mientras tanto, la prensa celebra la llegada de cierto aire fresco. “La visión de la primera entrega resulta auspiciosa, en un momento en que son escasas las propuestas con actores argentinos. A partir de un libro de Rodolfo Ledo (...) se concreta un guión bien elaborado y que deviene en otra vuelta de tuerca, más cercana la realidad, del tópico mencionado”, señaló un crítico en el diario Clarín el 8 de marzo de 1990 y celebró que los personajes utilizaran “un lenguaje común, sin afectaciones”.
Éxito y polémica
La creación de la dupla Ledo-Romay se convierte así en lo más visto de la televisión argentina, hasta que con pocos capítulos al aire empiezan a surgir controversias. La primera tiene que ver con el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), la entidad por aquellos años a cargo de aplicar la antigua Ley de Radiodifusión a cargo en ese momento del interventor León Guinzburg, quien calificó de “repugnante” que en la tira se mostrara la relación clandestina entre una profesora y un hombre casado.
El organismo en principio presionaba a las autoridades de Canal 9 para que el programa pasara a emitirse fuera del horario de protección al menor. De lo contrario, pretendía que se cambiaran los contenidos “por entrar en colisión con las pautas del artículo 17 de la Ley 22.285”. En paralelo, el ex juez Mauricio Obarrio interpuso una acción de amparo para que el ciclo fuera levantado.
“Con tanta tensión a su alrededor, el choque entre las fortísimas personalidades de Romay y Ledo no tarda en adquirir visos de escandalete”, apuntan Itkin, Ulanovsky y Sirvén en su libro. Ofendido porque el directivo decidió meter mano a un capítulo que ya había sido grabado e intervenir en los libros para que las historias fueran suavizadas, Ledo dio un portazo y llevó a algunos de los actores jóvenes a representar una versión en vivo del programa en un pequeño teatro porteño durante las vacaciones de invierno.
De esta manera Socorro... entró en una suerte de stand-by. Con la intención de mantener a la audiencia, que seguía paso a paso las desventuras de los jóvenes, Romay armó en poco tiempo una versión light del programa, que pasó a llamarse Quinto año B, Turno Tarde para mantener el rating y seguir la batalla con la competencia.
Las publicidades de la tira reciclada vendían el nuevo producto llenas de ironía: “El 5° A está de sentada. Pero el 5° B quiere ir a clase”. Del efímero programa participaron, entre otros, Raúl Rossi, una de las grandes figuras del canal, y Gabriel Corrado, quien encarnaba a un profesor de física. Frío, desangelado, sin el tono de su predecesor, el rating de Quinto año B, Turno Tarde empezó a desinflarse.
“Romay tiende un puente hacia Ledo y hay fumata. El aviso es claro: ‘Los alumnos de 5° A levantaron la sentada’”, señalan los autores de Estamos en el aire. Socorro volvió por un tiempo.
Pero para entonces, el público, algo mareado con los vaivenes, optó por Amigos son los amigos, en la pantalla de Telefé, que se convirtió en un suceso con Carlos Calvo y Pablo Rago como protagonistas y dejó en segundo plano las historias de aquellos adolescentes que tanto había celebrado.
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