Llegó de los Estados Unidos el 11 de marzo, por lo que debió pasar dos semanas de cuarentena preventiva en su domicilio. Y, recién hoy, Babrie Simons pudo regresar a su trabajo en Hay que ver, por El Nueve, valiéndose de la excepción a la prohibición de circular que rige para quienes se desempeñan en medios audiovisuales. Sin embargo, la periodista no pudo contener su llanto al aire al contar lo que más le costó y le sigue costando a la hora de cumplir con el aislamiento obligatorio.
“Me generó mucha angustia el estar sola en mi casa. Hay días que lloro, que me levanto y quiero ver a mi abuelo. Que lo veo por videollamada, pero lo necesito. Sumado a eso, la semana que no estuve. Van a hacer veintipico de días que no lo veo...”, aseguró Barbie haciendo referencia a don León Toiberman .
Y luego, sin poder evitar las lágrimas, explicó: “No me quiero poner en víctima, porque hay gente que está mucho peor. Y yo soy bendecida y afortunada en un montón de aspectos, incluso con mi hermana o amigos que se ofrecieron a traerme y todo. Pero estar encerrada cuando una esta tan acostumbrada en la vida de uno de ir para acá, de ir para allá. Con mi novio también a la distancia, que está solo en Estados Unidos...”.
Barbie había viajado a Los Ángeles y Nueva York, donde estuvo con su novio, Maximiliano Klevelich. Y al regresar a la Argentina contó con la asistencia de su hermana Vanesa, que la asistió para que pudiera llevar adelante su cuarentena. Pero su angustia pasa por su abuelo, el papá de su mamá, Alicia Gorbato, quien luego del suicido de su padre, Leonardo Simons, ocupó un rol trascendental en su vida.
“El tema de no ver a mi abuelo me mata. Mi abuelo está con su mujer, Chiche. Él tiene 90 años. Todos los días, mi videollamada con él es como mi alegría, mi vitamina de todos los días”, recalcó entonces Barbie, quien a esta altura ya no podía contener el llanto.
Y luego agregó: “Me cuesta porque no lo veo desde el día antes de irme a Estados Unidos. Para mí es vital ir a ver a mi abuelo, compartir cada segundo. Es re loco pero es una persona que a los 90 años él es para mí una inyección de vida o de positivismo cuando una piensa que no vamos a salir de esto”.
En medio de su angustia, la periodista agradeció haberle enseñado a don León a usar el teléfono móvil, ya que es gracias a él que hoy ambos pueden seguir en contacto. “Uno aprende de todo esto. Hay que valorar el aquí y ahora. Lo que uno tiene. No hay que postergar estas cosas. Yo lo quiero abrazar a mi abuelo. Es mi necesidad... Hace dos años le compré un teléfono como el mío y le enseñé a usar la camarita y hoy entiende como usarlo y podemos vernos a través de ahí”, concluyó.
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