Está asustado. Hace un mes, Roberto Piazza deambulaba feliz por las calles de Madrid, dónde el año pasado abrió una maison en la que atiende a la nobleza ibérica. Volvió a la Argentina hace dieciocho días, exactamente, para preparar un desfile y un espectáculo musical. Y hoy, recluido en su domicilio de Buenos Aires dónde cumple con la cuarentena total, no puede creer las noticias que llegan desde España en relación a la propagación de la pandemia del coronavirus.
“Por suerte estamos acá, en la Argentina. Llegamos y, a los dos días, empezó la hecatombe en España. Lo peor de todo es que allá se sabía desde el 2 de febrero que se venía la pandemia. Y el rey no hizo nada. Por eso, ahora toda la gente de la nobleza está que arde, porque no se tomó ninguna medida. Así que nosotros zafamos por un poco”, reconoció en diálogo exclusivo con Teleshow el diseñador, quien partió del aeropuerto de Madrid el 5 de marzo junto a su marido, Walter Vázquez.
Indignado, Roberto aseguró que mientras la gente “caía como moscas”, al no haber ninguna restricción impuesta por el gobierno español ellos salían “de joda por todos lados” en Madrid. “Estaba todo abierto y había dos millones de turistas. ¡Era una fiesta! Encima, después hicieron la marcha de las mujeres del 8 de marzo, en la que se terminó de contagiar un montón de gente. Y recién ahora tomaron conciencia de la situación”, explicó.
Piazza contó que él y su esposo regresaron al país porque tenían fecha de desfile para el 6 de abril en Señor Tango, además de dos presentaciones el 23 y 24 del mismo mes en Café la humedad. Pero que la idea era volver de inmediato a España, dónde dejaron la mayoría de sus pertenencias. “Teníamos todo contratado, todo pago. Y ahora todo se canceló. Así que estoy encerrado, con ataque de angustia y depresión. Walter cada tanto sale a hacer alguna compra. Yo prefiero morirme de inanición antes que salir de mi casa. No quiero tener contacto con nadie”, aseguró.
No obstante, Roberto reconoció que en la medida de sus posibilidades sigue trabajando “vía WhatsApp y vía Skype con las modistas”. Y que sus escuelas de diseño sigue dando clases online porque, de alguna manera, tiene que pagar los sueldos y los gastos fijos de sus emprendimientos. Pero reconoció: “No le puedo probar los vestidos de la nueva colección a las modelos, ni puedo ensayar los temas de mi espectáculo de manera virtual. ¡Es una locura! Y, más allá de que suene frívolo, ese es mi trabajo y de eso vivo”.
En relación al encierro y tratando de ponerle una cuota de humor a la situación, Piazza aseguró: “Menos mal que la casa es grande, porque si no con Walter nos separamos. ¡Cada vez que nos encontramos nos peleamos por algo!”. Sin embargo, después de casi veinte años de relación que incluyen una unión civil en 2008 y un matrimonio igualitario en 2010, la realidad es que ya no podrían vivir en uno sin el otro. Y que, por suerte, la cuarentena los encuentra juntos, para poder ponerle el pecho al aislamiento social.
SEGUÍ LEYENDO: