Resignación. Sueños incumplidos. Patriarcados. Mandatos familiares. Sometimiento. Tal vez estos cinco conceptos sean los que mejor reflejan el sentido de este corto animado que se puede ver en Netflix con una duración de apenas 15 minutos. Ambientada en los años ’70 en Paquistán, “Sítara” tiene dos particularidades: es un corto animado de 15 minutos y es mudo, ningún personaje habla. Justamente esta última característica hace de esta cinta algo inédito que nos conecta con nuestros sentimientos y la necesidad de poder comunicarnos.
Pari, es la protagonista de esta historia. Ella tiene 14 años y como cualquier chica de su edad tiene sueños. Ella desea ser aviadora, juega con su hermana menor Mehr con avioncitos de papel que ambas confeccionaron e imagina a ambas arriba de un aeroplano donde ella lo planea. Pero ese avioncito de papel llega hasta la suela del zapato de su padre, amo y señor del destino de Pari.
Lectora de la vida de Amelia Earhart (aviadora estadounidense célebre por intentar el primer viaje aéreo alrededor del mundo sobre la línea ecuatorial), Pari imagina un mundo donde ella es dueña de su destino.Pero claramente, Pari nunca podrá ni siquiera intentar la vida de Earhart. Su madre tuvo la misma vida y seguramente su abuela y todas las mujeres de su familia hayan pasado por lo mismo. Los sueños y el ideal de vida de cada mujer quedan sometidos al destino que elijan los hombres de la familia.
La resignación de su madre, que ve reflejada en Pari su pasado y su propia vida, es el fiel relato de lo que son sometidas las mujeres en Paquistán según su creadora. El corto es dirigido por la ganadora del Oscar , Sharmeen Obaid-Chinoy quien también ganó seis Emmys y fue reconocida por la revista Time entre las 100 personalidades más importantes en el mundo. “Salvar la cara” (Saving Face) es el otro corto documental por el que recibió una estatuilla dorada, allí relataba la vida de las mujeres que sobrevivieron a la violencia del ácido en sus rostros.
Como Pari, doce millones de niñas cada año, son obligadas a contraer matrimonio en Pakistán según indica el corto al finalizar. Sin derechos a casi nada, el mundo interior de cada una de ellas es el único que pueden dominar. Porque nadie puede ser dueño de tus propios proyectos e ideales.
En una entrevista a un medio paquistaní, Obaid-Chinoy afirmó que “Las niñas en todas partes aún enfrentan obstáculos considerables para lograr sus sueños. Sítara encarna esa lucha”, afirma.
Tal vez con una mirada occidental del mundo, donde las niñas presentan otros conflictos resulte lejano lograr empatizar con la realidad que muestra Pari. Pero la clave en este corto está dada por el rol de los hombres. El padre de la pequeña es quien tiene en sus manos y a su vez tiene el poder para revertir la vida de Pari o de cualquier niña que sea sometida a un matrimonio precoz.
“Para mí, Sítara es más que una película: es un movimiento que queremos iniciar en todo el mundo, que aliente a los padres a invertir en los sueños de sus hijas”, afirma su directora, activista que recibió en 2012 el reconocimiento Hilal-i-Imtiaz por parte del gobierno paquistaní que premia al compromiso por la lucha de los derechos civiles.
“Sítara: que las niñas sueñen por fin” es realmente un poema, una invitación a pensar a dónde vamos con esta revolución femenina y cuánto camino falta por recorrer para que hombres y mujeres gocen de los mismos derechos.
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