“Me gustaría llegar a ser buen actor”, dijo Héctor Anglada en una entrevista. El protagonista de Pizza, Birra, Faso llegó a cumplir su sueño, aunque no tuvo tiempo de darse cuenta ni de disfrutarlo. Con un futuro prometedor dentro del set y con nada más que 26 años, el joven cordobés murió en un accidente de tránsito, luego de que un colectivo embistiera la moto en la que viajaba.
A pesar de su corta edad la necesidad lo llevó a tener muchos oficios: fue bombero, practicó boxeo, fue lavacopas, diariero y peón de albañil. Fue en ese último trabajo que el destino lo cruzó con un joven Israel Adrián Caetano con muchas ganas de filmar. Fue gracias a ese encuentro que comenzó a trabajar como actor, un poco por casualidad, aunque desde chico le gustaba participar de los actos escolares.
“Conocí a Caetano en Carlos Paz en 1991 o 1992, en un hotel donde yo era encargado de mantenimiento, él iba a una despensa que estaba en frente. El fin de semana nos juntábamos a jugar al fútbol y él jugaba con nosotros, un día me dijo si quería hacer un cortometraje, no tenía ni idea de qué era”, a pesar de que se trataba de algo nuevo, se arriesgó: “Le dije que sí, lo hicimos los fines de semana”, recordó en diálogo con Nicolás Repetto en Sábado Bus, muchos años más tarde con su carrera en pleno ascenso.
Se trataba del filme Visite Carlos Paz, un corto para promocionar el turismo en la ciudad cordobesa. El director de Apache, Puerta 7, Tumberos y Un oso rojo, entre otras producciones, vio algo en el joven humilde que vivía con su abuela a quien llamaba “mamá”. A la hora de hacer su siguiente corto, el cineasta había convocado a otro chico, pero su patrón no lo dejó faltar al trabajo para filmar, por lo que volvió a llamar a Anglada.
Héctor, aún habiendo conocido la fama después de interpretar a Capilla en Campeones de la vida, seguía recordando a Caetano agradecido: “Él se vino a Buenos Aires y me dijo que cuando hiciera algo me llamaría, entonces hizo un corto que se llama Cuesta Abajo y me convocó. Con el premio que ganó ese trabajo hizo el libro para Pizza, Birra, Faso y me volvió a llamar”.
El filme se estrenó en 1998 con dirección también de Bruno Stagnaro. Allí interpretó al Cordobés, un joven que junto con un amigo, en acuerdo con un taxista, se dedica a robarle a los pasajeros y por la noche se junta en el Obelisco a comer pizza, tomar birra y fumar faso, justamente como retrata el título.
La ópera prima de Caetano marcó un antes y un después en la historia del cine argentino ya que fue la primera en retratar la marginalidad de los noventa y la que abrió las puertas a series como Okupas o Tumberos. La performance de Anglada fue suprema y en 1999 recibió el premio Cóndor de Plata a Revelación Masculina, lo que auguraba una gran carrera en pantalla.
En paralelo, Anglada realizó papeles menores en televisión de la mano de Adrián Suar. Estuvo en R.R.D.T. y en Gasoleros hasta que en el 2000 consiguió gran popularidad al interpretar a Capilla, en Campeones de la vida. Su nombre se debía a que el cordobés era de Capilla del Monte. Amigo de Valentín (Mariano Martínez), se ganaba la vida como recolector de residuos y soñaba con dar el gran salto gracias al boxeo.
Humilde, bueno y simpático, aunque su personaje era secundario, Anglada se ganó el cariño del público de la serie de Polka protagonizada por Soledad Silveyra y Osvaldo Laport.
Estudió un tiempo con Norman Brisky aunque nunca fue muy constante y en más de una oportunidad aseguró que todo lo que sabía se lo había enseñado Caetano. Solía mirarse en televisión, según contó alguna vez, pero no le gustaba ya que siempre creía que podía hacer mejor su trabajo. Sin embargo, admitió que le daba mucha más vergüenza dar notas y hablar como Héctor, que actuar.
El dos de marzo del 2002, cuando apenas tenía 26 años, estaba circulando por la madrugada con su moto junto con Juan Manuel Mendive, también actor, cuando en la Rotonda Los Pinos, en Bruzaco un colectivo de la línea 318 los embistió. Ambos artistas murieron. Luego de un año prófugo, el colectivero fue condenado a tres años de prisión.
Alguna vez le preguntaron a Anglada cuál era su sueño: “Llegar a ser buen actor”, dijo y cumplió.
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