Puede que no exista demostración de amor más contundente que el saludo de un perro al ver regresar a su dueño a la casa. Sin importar lo que haya durado la ausencia (semanas, días, horas... ¡incluso minutos!), el cariño se manifestará en ladridos amigables y saltos a menudo desmedidos. Aquí el inconveniente. Sobre todo cuando se trata de una mascota con un tamaño importante. Y aun peor, cuando son varias. Susana Giménez puede dar fe.
En La Mary, la estancia que la diva posee en Punta del Este, habitan tres hermosos ejemplares de la raza weimaraner: Beto, Kiko y Thelma. Y a Susana la adoran, claro. Y se lo hacen saber -lo dicho- de una manera que, pese a la ternura, puede ser incómoda y en cierta medida peligrosa, a juzgar por los rasguños en sus piernas y brazos. La conductora ya había posteado en su cuenta de Instagram un video donde puede observarse cómo se le tiran encima al verla ingresar a la vivienda. Pero ahora halló la manera de evitarlos, como lo dejó en claro en las redes sociales.
“El secreto está en no bajarse de la camioneta hasta que se calmen y después llevarlos a pasear. (Ya lo tengo todo estudiado)", escribió, divertida, al pie de la filmación que compartió con sus más de dos millones de seguidores. El video comienza con Susana arriba de su camioneta, la puerta abierta y sus mascotas lanzándose sobre el asiento. “¡Me lastimás, ¡me lastimás, ay!- grita la diva, haciendo lo imposible por controlarlos-. Pero no, me lastiman. No sean así. ¡Basta, basta, ay!”. Las advertencias se pisan mutuamente con sus propios saludos a esos seres tan amados.
“Ahora vamos a caminar”, les avisa y, todavía arriba del vehículo, le pide a Nancy -una de sus mucamas- que le alcance un par de zapatillas para poder pasear con los pichichos. Ya con el calzado indicado entonces sí la conductora desciende de la camioneta para perderse en el jardín con Beto, Kiko y Thelma. El Negro, un perro encontrado en la calle, también se suma al paseo. ¡Maniobra exitosa! Bien jugado...
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Susana se desvive por sus perros. El más célebre fue Jazmín, el yorkshire que estuvo a su lado durante 15 años (incluso una leyenda popular, absolutamente infundada y hasta malicia, indica que murió antes, y fue reemplazo por un ejemplar exactamente similar). Al ingresar a su casona de Barrio Parque (donde solo hay gatos; sus perros viven en Punta del Este) una lápida señala el lugar donde su adorado Jazmín mora eternamente.
En La Mary también hay un lugar destinado al descanso de las mascotas que ya no están a su lado. Algo así como un jardín de paz para sus perros, también con sus respectivas lápidas: se lee Clara, Rosa, Indio... Cuando murió Cholo, Susana lo sufrió. “Lloré mucho mucho, pero mucho -confesó alguna vez-. Era mi vida, vivió 10 años. Y esos 10 años los vivió conmigo, siempre pegado a mí. Salía de hacer gimnasia y él estaba en mi cama, esperándome. Él vivía para mí y yo para el Cholo”.
Porque como ha contado Susana, los perros son desinteresados, no esperan nada a cambio y no tienen envidia. Tan solo se preocupan por cuidarla. Y ante tanto amor, ¡cómo celebrarlo y manifestarlo! Aunque eso traiga sus consecuencias. Hasta hoy, que la diva ya sabe cómo esquivarlas.
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