El 29 de febrero se cumplen 80 años del día en que la película Lo que el viento se llevó arrasó en los Premios Oscar, al ganar en 8 de las 13 nominaciones que tenía, y llevarse dos premios especiales entregados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos.
El filme ganó como Mejor película, Mejor director (Victor Fleming), Mejor guión adaptado (otorgado como premio póstumo a Sidney Howard, fallecido seis meses antes de la ceremonia), Mejor actriz (Vivien Leigh), Mejor actriz de reparto (Hattie McDaniel, convirtiéndose en la primera actriz de raza negra en ganar un Oscar), Mejor Fotografía, Mejor Dirección artística y Mejor Montaje, Además, se llevó dos premios honoríficos: uno especial a William Cameron Menzies, por su utilización del color para mejorar el dramatismo, y otro a la producción, por enaltecer los logros técnicos, a Don Musgrave y Selznick International Pictures.
Clarke Gable estuvo nominado como Mejor actor, pero perdió el premio en manos de Robert Donat, por Adiós, Mr Chips.
La película, una adaptación de la novela homónima de Margaret Mitchell, ganadora del Premio Pullitzer en 1936, tuvo un largo camino de producción, conflictos y escándalos hasta convertirse en el filme más exitoso de la historia.
Batió varios récords y se convirtió en leyenda desde su estreno, el 15 de diciembre de 1939, en el Loew´s Grand Theatre de Atlanta. Fue la película más cara en cuanto a su rodaje, no escatimando gastos, incluso en cantidad de actores: 50 artistas con guión y unos 2400 extras. Además, introdujo importantes avances en la técnica y se convirtió en la más taquillera de la historia cinematográfica, si se ajusta su recaudación a la inflación actual.
El estreno fue tan esperado que el gobernador de Georgia declaró “día festivo” en todo el estado para que toda la ciudad pudiera concurrir a ver la película. Además, el ayuntamiento de Atlanta, ciudad que tiene gran protagonismo en el largometraje, organizó un festival de tres días, donde se pidió a los ciudadanos que se vistieran con trajes de época.
Su productor, David O. Selznick -uno de los importantes de la historia del cine-, apostó a la película desde que consiguió el libreto, pero tardó dos años en poner en marcha el proyecto. Según los rumores de la época, Selznick reunió a los 12 mejores guionistas en un salón, donde trabajaron incansablemente con la novela hasta obtener el guión definitivo.
Luego de su estreno, parte de la crítica la catalogó como “carente de dramatismo y de duración excesiva", aunque las opiniones más lapidarias hicieron hincapié en su revisionismo histórico resaltando la esclavitud. A pesar de haber sido calificada de racista, la película contribuyó con la forma en la que los personajes de raza negra se presentan en el cine. Pero lo más polémico sucedió el día de su estreno, cuando -entre todo el elenco presente- se notó la ausencia de las actrices afroamericanas Hattie McDaniel y Butterfly McQueen, quienes dieron vida a las sirvientas de la familia O’Hara, Mammy y Prissy. Las leyes de esa época imponían la segregación racial en lugares públicos.
Meses más tarde, Hattie McDaniel se llevaría el Premio Oscar como mejor actriz de reparto. A pesar del reconocimiento, la artista fue obligada a sentarse en una mesa aparte durante la entrega. Al subir al escenario -desde donde llegó de una sala continua a la principal-, la actriz prometió ser “ejemplo para su raza”, antes de quebrarse en lágrimas frente a los presentes.
El rodaje estuvo plagado de contratiempos, pasando la dirección de la película por diversas manos, con cambios constantes de guión y con una complicada relación entre los actores protagonistas. George Cukor fue el director elegido inicialmente por el productor David O. Selznick, pero desde el inicio ambos tuvieron desacuerdos sobre el guión de la película y sobre el ritmo de rodaje, que Selznick quería acelerar. A tres semanas de su inicio, Cukor se retiró del proyecto y Victor Fleming fue elegido para reemplazarlo, pero debido a diversos problemas de salud fue sustituido temporalmente por otros cineastas.
Sin embargo, una fuerte versión indicaba que Gable fue el responsable de la salida de George Cukor, quien había contado que era homosexual. El actor habría pedido que ese rol sea ocupado por su amigo -Fleming-, “un director de hombres”. Incluso, se llegó a señalar que el pedido del actor se debía a que durante su juventud habría trabajado en Hollywood de “gigoló”, habiendo ofrecido sus servicios a William Haines, amigo de Cukor.
La película contó con un multitudinario casting que se prolongó durante dos años en búsqueda de la “perfecta mujer sureña”. Para la elección de la protagonista, Scarlett O´Hara, se presentaron más de 1400 mujeres, entre las que se encontraban algunas de las intérpretes más importantes de la época. Fue el primer casting masivo y abierto de la historia, y costó unos 100 mil dólares. Sin embargo, la elegida fue Vivien Leigh, una actriz británica desconocida, que para muchos se transformó en una inesperada sorpresa por haber logrado alzarse con el papel más deseado de toda América.
El desconcierto y la larga espera para comenzar a rodar la película llevó a Selznick, poco convencido, a decidirse en primera instancia por Paulette Goddard, pareja por entonces de Charlie Chaplin. Goddard volvió a realizar una prueba de cámaras para convencer definitivamente al productor. Tanto era el nerviosismo generado por la espera de dos años, que la producción comenzó a rodar algunas escenas sin su protagonista. Finalmente, cuando ya parecía todo listo para dar comienzo al filme, Selznick conoció a Leigh y se decidió por ella, llevando al público y a la crítica al desconcierto absoluto.
La relación entre los protagonistas durante el rodaje de la película no habría sido demasiado amigable; entre Gable y Leigh solo había respeto profesional. Uno de los conflictos presentados durante la filmación fue la negativa de Gable de aparecer llorando en pantalla. El actor, galán por excelencia en Hollywood de aquella época, amenazó con abandonar el proyecto ante el pedido del director, en la escena donde el personaje de Melanie lo consuela por la pérdida del bebé que esperaba Scarlett. Fue la actriz Olivia de Havilland quien logró convencerlo
A pesar del éxito que le generó en su vida ponerse en la piel de Scarlett O’Hara y recibir el apodo de “la mujer más bella de Hollywood”, Vivien Leigh tuvo una vida triste y tormentosa. Vivió una infancia solitaria: sus padres decidieron internarla en un convento en Inglaterra a los seis años de edad, y se fueron a vivir a la India. Cuatro años después reaparecieron en su vida y la visitaron una vez al año, hasta retirarla del lugar cuando la joven cumplió los 13 años. Su vida amorosa tuvo varios romances intermitentes, llevándola a una profunda depresión, que la alejó de los sets de filmación. Finalmente, una tuberculosis culminó con su vida, con apenas 53 años.
Vivien Leigh cobró cinco veces menos que Gable en más del doble de días de rodaje, y la mitad de lo que costaron los derechos de la novela, por los que se pagaron 50.000 dólares, cifra récord para la época.
Lo que el viento se llevó significó un cambio de paradigmas. Con aciertos y errores, logró ubicarse como un referente histórico, que -80 años después- sigue siendo protagonista absoluto de la industria cinematográfica.
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