Desde muy joven Ricardo Fort quiso ser papá pero pudo cumplir su deseo recién a los 36, el 25 de febrero del 2004 cuando en Los Ángeles nacieron los mellizos Marta, nombre elegido en honor a la mamá del mediático, y Felipe, por su abuelo y fundador de la fábrica. A partir de ese momento, el también cantante nunca más estuvo solo, había formado su soñada familia de tres.
“Bella” y “Fachero”, como él solía llamarlos en las redes sociales cada vez que compartía fotos de los pequeños, nacieron en Estados Unidos a través de una subrogación. “Me llamaron para decirme que la subrogante había roto bolsa, ese mismo domingo volé solo porque Gustavo no podía ir y presencié el parto, fue cesárea, les corte el cordón”, contó alguna vez Ricky.
Aquel proceso lo llevó en soledad, con la ayuda de unos pocos amigos. Uno de ellos fue Guillermo Peyrano, quien contó hace un tiempo a Teleshow detalles, ya que él lo acompañó a una entrevista en la clínica de los Ángeles: “Había que elegir a una donante de óvulos y a la subrogante (la mujer que lleva al bebé en el vientre) , nos empezaron a llegar catálogos. Eligió tres candidatas de acuerdo con criterios relacionados con la salud. La mujer que llevó a los bebés en su panza dijo que no quería que le inseminaran más de dos óvulos porque era muy fértil. Y así fue. En el primer intento prendieron los dos".
Durante el embarazo, Ricardo viajó varias veces a Estados Unidos para estar cerca de sus bebés, como lo estuvo desde el primer día. Los nenes nacieron prematuros, por lo que tuvieron que estar varias semanas en incubadora y su papá no se movió de su lado hasta que les dieron el alta. Por aquellos días, lo acompañaba su amigo, el personal trainer Claudio Borges, con su mujer.
Cuando los bebés estuvieron listos para alejarse de la clínica, vivieron unas semanas en el departamento de los Fort en Miami. Allí, después de Borges, viajó la ex cuñada del chocolatero, Karina Antonialli, con su hija mayor, Macarena. “ Cuando ellos nacieron fuimos a Estados Unidos a recibirlos, pero tengo recuerdos muy vagos, tenía cinco años”, había contado la joven a Teleshow sobre el nacimiento de sus primos.
Es que aunque economómicamente podía hacerlo, “el Comandante” no quiso contratar a nadie que lo ayudara y prefirió hacer todo solo, con apoyo de algunos pocos allegados incondicionales. Aunque su padre, Carlos, colaboró financieramente con él para poder abordar el costoso proceso médico, ni él ni Marta viajaron al norte para acompañar al flamante papá ni para conocer a sus nietos, a quienes vieron recién pasados los tres meses cuando ya habían obtenido toda la documentación necesaria para instalarse definitivamente en Argentina.
Aunque vivía rodeado de gente, sobraban los dedos de la mano para contar las personas que estaban con él en la intimidad: Martita, Felipe, Gustavo Martínez y la niñera de los chicos, la ex jugadora de hockey Marisa López.
Ricardo y Gustavo comenzaron su relación siendo veinteañeros. “Nos conocimos en un bar, me tenía que juntar con unos amigos que no vinieron y apareció él. Después con varios amigos fuimos a desayunar. Recuerdo que él quería pagar todo, y yo saqué la tarjeta y pedí al mozo que me cobrara a mí. Yo creo que eso lo movilizó porque estaba habituado a otra cosa”, contó Martínez en televisión.
Incluso, el sueño de formar una familia a través de la subrogacion lo tenía al profesor de educación física como una de las piezas fundamentales, pero cuando la relación amorosa se terminó, decidieron que lo mejor sería que cada uno hiciera su camino. Sin embargo, el destino los volvió a juntar. Ellos nunca dejaron de tener una relación amistosa, incluso años antes de la muerte del chocolatero, Gustavo se sometió a un operación y su amigo le ofreció instalarse en su casa para hacer la rehabilitación.
Martínez se sintió tan cómodo en la casa de su amigo y Ricardo, Martita y Felipe estuvieron tan a gusto con su presencia en el hogar, que una vez recuperado de la intervención quirúrgica, que el personal trainer siguió viviendo con ellos, convirtiéndose en un segundo papá para los mellizos, aunque ellos nunca lo llamaron así.
Como si supiera que moriría joven, meses antes de partir el conductor de Fort Night Show hizo un poder a través del cual le cedía la custodia de los pequeños a su amigo incondicional si algo le ocurría. Es así como desde su partida el 25 de noviembre del 2013 Gustavo cuida a los chicos y en diciembre del 2014 se hizo efectiva la tutela legal.
Aunque Martita y Felipe tienen una parte de acciones de la empresa chocolatera, no pueden disponer de dicho dinero por ser menores de edad, por lo que mensualmente desde la fábrica le entregan a su tutor una mensualidad que alcanza para cubrir los gastos de colegio, casa, niñera, seguro de los autos que les pertenecen, vacaciones y demás. Si bien dicho dinero es administrado por Gustavo, sus movimientos son controlados por un asesor de menores de un juzgado, por lo que él debe realizar periódicamente una rendición de cuentas y dicho asesor puede preguntar todo lo que considere necesario, en pos de velar por el bienestar de los chicos, según pudo averiguar hace un tiempo Teleshow.
De la misma forma, si bien no tiene que pedir permiso, Gustavo tiene la obligación de informar a la Justicia cada vez que quiere salir del país con los chicos. Él también se ocupa, de manera independiente, de las cuestiones que hacen al día a día como pueden ser a qué colegio van o qué medicina prepaga eligen, por ejemplo. “Yo no uso los bienes de los chicos, ni quiero un centavo. Siempre fui independiente”, había explicado el tutor a este sitio. Es por eso que él, aunque con menor carga horaria desde que está al cuidado de los nenes, trabaja como entrenador, lo que le permite tener su propio dinero para sus cosas personales.
Alguna vez, Martita había hablado con mucho amor sobre él: “Es como nuestra mamá. Nunca nos castigó y nos enseña bastantes valores. Sí se enoja, pero le gusta más expresarlo con palabras. Y como tenemos confianza tampoco hay mentiras de por medio”. “Los chicos son divinos, son mi vida. No salgo a ningún lado sin ellos, lo único que hago es trabajar y estar con ellos”, había dicho hace un tiempo emocionado, Martínez.
La “familia postiza” de los mellizos, como ellos alguna vez la definieron, se termina de completar con Marisa López, su niñera, que antes de trabajar en la casa de los Fort, fue jugadora de hockey e incluso integró la Selección durante los ’80 y ’90, antes del nacimiento de Las Leonas.
Ella fue parte de la Selección ganadora de la medalla de Oro en los juegos Panamericanos de 1987 en Estados Unidos. Participó de los Juegos Olímpicos de Seul 1988 y una de sus últimas performances en la liga fue en los Panamericanos de Argentina 1995, donde compartió plantel con Magdalena Aicega y Vanina Oneto entre otras deportistas.
Como Ricardo no había querido contratar a nadie que lo ayudara con los chicos durante sus primeros tiempos en Estados Unidos, Marisa comenzó a ser la niñera de ellos recién cuando tenían unos pocos meses de vida y estaban ya los tres instalados en Buenos Aires. Desde ese entonces, la ex deportista los acompaña en su crecimiento, los cuida, los educa y los ayuda con las tareas escolares. Como algunas vez ellos dijeron, es parte de su familia.
Hoy, los chicos cumplen 16 años y lo celebrarán acompañados de Marisa y de Gustavo. Sin su papá, a quien seguro “Facehero” y “Bella” recordarán en este día tan especial a la hora de soplar las velitas y pedir tres deseos.
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