En medio del dolor, la rutina: retomar las actividades diarias y seguir asumiendo las responsabilidades como si nada hubiese ocurrido. Porque la vida sigue. Pero nada será igual: alguien falta. El “hola, ¡ya llegué!”, que gritaba Natacha Jaitt cada vez que ingresaba a su casa no se escucha hace un año. Y ese vacío se convierte en un obstáculo para sus seres queridos a la hora de seguir adelante con sus caminos, que siempre estarán acompañados por el recuerdo de ella y la necesidad de saber qué fue lo que pasó.
Por ese sendero transitan Ulises Jaitt, hermano de Natacha, y Antonella Olivera, su hija: intentan rearmar su castillo de naipes que desde que la conductora murió, el pasado 23 de febrero, quedó desplomado sobre el suelo. Sin grandes novedades en el último tiempo en la causa, se aferran al deseo que aparezca una nueva pista para comprender lo sucedido aquella noche. Pero como en esos sueños en los que se quiere alcanzar algo, pero no importa cuán rápido se corra porque siempre se termina alejando más y más, no creen que la investigación llegue a un culpable en lo que, para ellos, fue un homicidio.
“No tenemos esperanzas. Con todo lo que pasó con mamá y todo lo que denunció, hay muchos sospechosos involucrados. Entonces, de aquí a que se pueda conocer algo, no lo creo… Tal vez me equivoque, ojalá pueda saber algo de lo que le pasó a mi mamá. Pero luchamos tanto el año pasado que a veces uno se pregunta: ‘¿Ni siquiera un gramo de esperanza me vas a dar?’ Fue un año demasiado violento, en el que nos juntamos con profesionales, hablamos con un montón de personas, he ido un montón de días a la fiscalía a tratar de resolver algo, pero nada. Te cansás de discutir y llega un punto en el que también juegan con tu paciencia”, cuenta su dolor Antonella a Teleshow.
La bailarina de 22 años vive en la casa de Villa Urquiza que Natacha les dejó a ella, a su hermano menor, Valentino, y a Ulises. Se crió y residía junto a su padre en Rosario hasta hace un año, cuando se encontraba de vacaciones en una posada en Ferrugem, Brasil, y la llamaron para contarle lo que jamás se imaginó que iba a escuchar.
La investigación
Natacha Jaitt había ido al salón de eventos Xanadú de Villa La Ñata, Tigre, a una reunión de negocios. Se dirigió al lugar junto a su productor y socio, Raúl de Jesús Velaztiqui Duarte; y allí se encontró con el anfitrión, Guillermo Gonzalo Rigoni; sus amigos, el empresario Gaspar Esteban Fonolla, y el electricista Gustavo Andrés Voltio Bartolín; y la joven Luana Micaela M. Según las declaraciones de los testigos, durante la noche la conductora consumió cocaína y champagne.
En un momento ella y el dueño del lugar subieron las escaleras y se fueron a recorrer el salón. Terminaron en la habitación de Rigoni, donde Natacha “se quedó dormida”, tal la declaración del hombre, quien por ese motivo bajó para reencontrarse con los demás. Unos minutos después, él y Velaztiqui Duarte se dirigieron al cuarto para ver cómo se encontraba la conductora. “La vi acostada igual que como la había dejado. La dimos vuelta y le sentí calor en el cuerpo, estaba con la piel caliente y transpirada, así que no temí ni imaginé que estuviera muerta. No se despertaba y pensé que se había desvanecido. Como Raúl se asustó por el estado de su amiga, salí de la habitación y llamé al 911”, declaró el hombre. Cuando llegaron los médicos determinaron que estaba muerta.
Todos los que se encontraban en el lugar del hecho declararon como testigos y solo Velaztiqui Duarte fue imputado, por falso testimonio. El celular de Natacha fue hallado en su auto: en un principio él dijo que alguien lo colocó allí, pero luego se supo que él se lo había llevado. Sin embargo, recientemente fue absuelto y hasta el momento para los fiscales de la causa -Sebastián Fitipaldi, Diego Callegari y Cosme Iribarren- no hay pruebas contundentes que indiquen que haya ocurrido un homicidio.
En la autopsia se determinó que la causal de la muerte fue una falla multiorgánica. Los estudios de laboratorio ordenados por la Justicia indicaron resultados positivos para la cocaína y se detectó que poseía un 0,7 por ciento de alcohol en sangre al momento de perder la vida. Además, precisaron que la actriz padecía una patología cardíaca y una pulmonar. Sin embargo, para Alejandro Cipolla, abogado de la familia de Natacha, hay motivos para dudar de la fidelidad de estos informes, y la investigación fue entorpecida por ciertas irregularidades.
“En el organismo se encontraba cocaína pero eso no fue el causante ni el detonante de la falla multiorgánica. ¿Cómo puede ser que unos días antes la habían internado y la revisaron, le hicieron estudios del corazón y no tenía nada? No se puede explicar. Ves el informe de la muerte y no se puede explicar. Hasta el día de hoy no sabemos de qué murió”, asegura el letrado.
Ulises recuerda que él acompañó a su hermana cuando estuvo internada en aquella oportunidad -a raíz de haber sido víctima de un abuso sexual, según la denuncia de la conductora-, y que el médico le dijo que “su corazón estaba perfecto”.
Él no duda sobre los motivos del desenlace fatal: “No puedo decir un nombre porque no hay pruebas y somos gente responsable, pero ella se metió en un tema delicado como la causa de Independiente y habló de gente vinculada a la pedofilia. Lo que pasó fue un vuelto de todas estas denuncias que ella hizo. Tenía mucha gente en contra porque apuntó contra muchos y ya había sido amenazada de muerte vía redes sociales: le dijeron que la tenía que cortar y le pusieron una imagen de un arma. Hicimos la denuncia, yo le dije ‘cortala’, pero no me hizo caso y quiso seguir”.
“El máximo responsable de esto se llama Rigoni -asegura Ulises-, porque es él quien está con ella cuando fallece y es la persona que se llevó dos copas y una botella del lugar. Está comprobado, quedó registrado en las cámaras. Y los fiscales, en vez de opinar como fiscales y decir ‘vamos a analizarlo’, actuaron como si fuesen los abogados de Rigoni y dijeron que actuó así por el consumo de estupefacientes. Entonces, si tenés una persona que alteró la escena del crimen y se llevó material que ahora no se puede analizar, ¿por qué se llevó esas copas? Esa acción me parece que lo incrimina. Y Velaztiqui Duarte es la persona que mintió, que se quiso llevar su celular y para mí fue el partícipe necesario de lo que pasó porque la lleva y la abandona”.
La clave
Las esperanzas de la familia de Natacha de ver avances en la causa están depositadas en el iPad de la conductora. Su teléfono marca Samsung fue peritado pero no se encontraron pruebas relevantes, ya que ella siempre utilizaba su tablet. El problema es que al ser de marca Apple es muy difícil acceder. Nadie sabe la clave de cuatro dígitos que ella tenía en este aparato y los investigadores no lograron violar el sistema de seguridad.
La única alternativa que le habían ofrecido a Cipolla en un principio era enviar el dispositivo a Brasil, donde supuestamente contaban con un sistema capaz de acceder a la tablet, pero tendría un costo de 25 mil dólares y desde la Procuración General de la Provincia de Buenos Aires ya les avisaron que no cuentan con los fondos suficientes.
Por ese motivo, Cipolla reclamó a la División de Operaciones Técnicas de la Policía Federal Argentina para que los mismos peritos que actuaron en el caso de Fernando Báez Sosa colaboren con la causa sobre la muerte de Natacha. Sucede que los investigadores tuvieron acceso sin mayores inconvenientes a los teléfonos celulares de los imputados: seis de ellos de marca Apple.
Sin embargo, las esperanzas se diluyeron una vez más: Cipolla dijo que la Policía ya le informó que debido a la falta de uso, la tablet de Natacha quedó desactualizada. Por lo tanto ni las Fuerzas Armadas de ningún país ni la empresa Apple podría acceder al dispositivo. “Jamás se va a saber”, aseguró el abogado, respecto al contenido del iPad que quedará secuestrada en la Fiscalía. Aunque agregó: “Igualmente, voy a solicitar que sea peritada nuevamente por Policía Federal de la división de Mar del Plata”.
Más allá de este este hecho, la familia de Natacha está convencida de que le están poniendo palos en las ruedas a la investigación. Y Ulises realiza una fuerte afirmación: “Xanadú era un lugar donde se hacían fiestas clandestinas, prostitución.. Cuando están los políticos, los jueces y los fiscales metidos en esas fiestas, no lo van a mandar al frente a Rigoni, sino que lo van a proteger. No voy a dar nombres pero están metidos los fiscales y los jueces que iban a esas fiestas a Xanadú. No le van a soltar la mano al rey, que es Rigoni”.
El recuerdo
Puertas adentro de su casa Natacha no hacía a un lado su personalidad histriónica, frontal, decidida y combativa. Pero al contrario de lo que sucedía en el medio, donde no tenía amigos y se había ganado el odio de varias figuras, en su hogar reinaba la paz y la unión con su hermano y sus hijos. Y sigue sucediendo.
El padre de Valentino, el actor Adrián Yospe, murió en 2011 tras una larga lucha contra el cáncer y el pequeño quedó al cuidado de su madre. Tras el fallecimiento de Natacha, el hermano de Adrián, Mariano, hizo un pedido para quedarse con su tenencia. La causa, que se tramita en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 84 todavía está abierta y el doctor Marcos Loreto, abogado del hermano de Ulises en este tema, informa que existe una medida cautelar por la que no se puede publicar información sobre el expediente, aunque asegura que habrá novedades en los próximos días.
Mientras tanto, en la casa de Villa Urquiza tío y sobrinos siguen adelante con sus vidas, atravesadas en todo momento por el recuerdo de Natacha. Desde cuadros que el menor pinta de su madre hasta fotos de ella, su vestidor intacto y algunas de sus frases favoritas en las paredes, siempre está presente.
—Antonella Olivera: Si bien siempre trato de recordarla con alegría, con sus chistes, con las cosas que hablábamos y que hacíamos, llega un punto del día en el que es imposible no sentirse triste y decir “no está”... Me pasa seguido. Llegás agotada mentalmente de tanto pensar cómo puede ser que esa persona ya no esté en tu vida y creo que es un dolor con el que uno va a vivir siempre. Recordás lo que viviste durante todo este año y lo primero que se te viene a la cabeza es esa maldita foto que se difundió, porque hasta el día de hoy se me sigue apareciendo. Tuve pesadillas. A pesar de que haya sido una persona pública, también era una persona, una mujer y se merece el respeto que toda mujer necesita. Creo que la denigraron, la expusieron y fue un morbo para muchas personas verla tirada fallecida en la cama. Y para nosotros un dolor día a día. La recuerdo siempre con alegría, que es lo único que nos queda.
—¿Cómo era ella en su casa, lejos de las cámaras?
—Ulises Jaitt: Era una excelente madre. Imaginate que el papá de su hijo había fallecido, entonces Natacha era el único sostén económico y nunca permitió que le falte nada. Una mamá muy presente, que le cocinaba todas las noches las comidas que a él le gustaban y los fines de semana se merecía salir como cualquier persona que quiere despejarse, y yo me quedaba con el nene. Fijate que él aprobó todos los años de la primaria y nunca tuvo un problema. Eso te habla de la educación positiva que recibió de la mamá y mía.
—Antonella: Teníamos un vínculo muy cercano. Era como una amiga a la que le podías contar todo, no como esas madres a las que no les querés contar algo por miedo a lo que te van a decir. Ella te iba a responder lo que pensaba por más que no te gustara y tenía la confianza para contarle todo lo que me pasaba, era muy confidente. Yo vivía lejos pero a veces venía los fines de semana y me quedaba con ella en las vacaciones.
—¿Llevan encima algo de ella?
—Antonella: En este momento, el tatuaje (N. de la R.: una mariposa con las iniciales de su madre y la frase “en el ahora y en el más allá”). Siempre estoy con sus dijes: ella usaba uno que era de la Estrella de David y yo lo uso mucho. Trato de mantenerla presente tanto en mi mente como en lo que uso o hago: no hay momento en el que no esté, no se me aparezca. Así sea en lo más mínimo. A veces siento que va a aparecer por esa puerta y va a dejar “hola, ¡ya llegué!”. Era mucho de gritar “¡Anto!” o “¡Uli!” cuando llegaba a casa, entonces como que sentís que en algún momento va a aparecer su voz y le voy a preguntar “¿dónde estuviste?”
—Ulises: Yo tengo un tatuaje en el brazo que dice “agradecido por todo el amor que me diste”. Algún día, cuando no esté acá en este plano… Cuando uno fallece se le cierran los ojos y el día que los abra la quiero volver a ver, es mi único deseo. Eso y tratar de educar a su hijo, que es mi misión en la vida. Lo hice junto a ella estos años pero ahora me queda todo por delante: su etapa de la secundaria, tratar de que crezca bien, sea una persona decente y tenga su carrera artística que tanto le gusta.
—Antonella, tu vida cambió completamente con lo que le pasó a tu madre y hasta tuviste que mudarte a otra ciudad, ¿lograste aprender a convivir con lo sucedido y rehacer tu vida?
—Antonella: La verdad que todavía no. El año pasado tuve dos pequeños trabajos y no pude quedar efectiva entonces no quedé con una estabilidad… Yo estaba estudiando en Rosario y cuando pasó todo esto dejé la carrera y el año pasado no pude retomar nada porque mi cabeza no estaba preparada. Si bien la gente a veces me dice “¿cómo hacés? Sos muy fuerte, tenés buen sentido del humor”, eso es lo que se ve por afuera. Por dentro uno sobrelleva esto todos los días, entonces es complicado volver a establecerse. Trato de ponerme una meta, hacer algo para decir “bueno, estoy haciendo lo posible para avanzar”. A principios de año me fui a Brasil (Ferrugem) a hacer temporada con la misma empresa que había hecho la temporada el año pasado, cuando pasó lo de mi mamá. No iba a ir pero el dueño, que es amigo mío, me dijo “te necesitamos, también va a ser superarte a vos misma con lo que te pasó”. Así que estuve en la misma habitación, en la misma cabaña y pude superarlo. Para mí fue toda una prueba muy difícil volver a ese lugar después de salir corriendo a tomarme un avión por haberme enterado de la peor noticia de mi vida.
—¿Qué legado dejó Natacha?
—Ulises: Amor, generosidad y dar la vida por el otro. Porque yo di la vida por ella y ella dio la vida por mí. Fue algo recíproco mi relación con ella, una conexión de hermandad que superó a una hermandad común. Natacha fue el ángel que tuve en esta tierra y me dio un hogar, que es este. Si yo tengo un hogar es gracias a ella, yo no laburé para tenerlo, debería estar alquilando en algún lado. Es la persona máxima en mi vida desde lo emocional y también la persona que se ocupó de que tenga una carrera en los medios. Si hoy estoy trabajando de periodista de espectáculo es gracias a ella, porque me bancó mucho en los inicios y hasta me bancó económicamente.
—Antonella: Aparte del amor como madre me dejó su fortaleza. Creo que lo más importante que me dejó es poder levantarme todos los días y decir “bueno, hay que luchar y sobrellevar un montón de cosas”. Como bien saben, yo no era una persona expuesta: cuando se supo que ella tenía una hija yo tenía 18 años, y me cuidó de un montón de cosas que para mí fue como un cachetazo que de un día para el otro me dijeron “andá y aprendé”. Su legado fue su carácter: gracias a ella puedo pararme y decir “no, no voy a dejar que me hieran o me pasen por encima”.
Fotos: Maximiliano Luna
Videos: Thomas Khazki
Edición: Bruno Rattazzi
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