Sin coronas ni misa de responso. Con la sola presencia de dos conductores de la casa velatoria: uno al mando del coche fúnebre, el otro en el auto dispuesto para los familiares y amigos más cercanos; iba vacío. Con un fotógrafo de este sitio y un móvil de televisión. Con un puñado de curiosos. Y nadie más. No hubo ni un solo actor, ni una sola actriz que este viernes se acercara a despedir a Beatriz Bonnet en el Cementerio de la Chacarita. Semejante ausencia incluso dificultó el traslado del cajón hasta el Panteón de Actores, donde ahora descansan los restos de quien fuera una de las figuras más talentosas de su generación. El espectáculo -muchas veces desalmado- le dio la espalda. Fue una partida tan solitaria como inmerecida.
Ricardo Darín se hizo eco de esta circunstancia desde su cuenta de Twitter. “PERDÓN -escribió, así, en mayúsculas-, Beatriz Bonnet”. Y parafraseando al versículo de la Biblia en el que Jesús le pide a Dios que disculpe a quienes lo crucificaron, agregó: “¡No saben lo que hacen!”. Recordó entonces a esta actriz nacida en Entre Ríos, que murió este miércoles 19 de febrero, a los 89 años: “GRACIAS -de nuevo en mayúsculas- por tu contagiosa alegría y tu compañerismo”.
Los comentarios a su posteo se multiplicaron entre mensajes de desconcierto y de tristeza, pero también de críticas a la comunidad artística, aquella que no acompañó a Beatriz, que no se ubicó a su lado cuando correspondía. De haber estado, alguien podría haberse percatado -por caso- que su nombre estaba mal grabado en la placa del cajón: pusieron Beatris, con s. Casi el colmo de la indiferencia absoluta.
Pero a propósito de sus palabras, un seguidor del ganador del Oscar con El secreto de sus ojos le preguntó, o más bien lo interpeló: “¿No saben o ‘no sabemos’?”. Ricardo aceptó entonces su responsabilidad como un miembro más -lo dicho- de esa comunidad que ya pareció olvidar a Bonnet. “No sabemos”, admitió, con crudeza. Y así también hizo propio el pedido de perdón a Beatriz.
Referente de la comedia (el latiguillo “¡Qué bochorno!” de la Beatriz Sanguedolce que interpretaba en Mesa de Noticias la colocó definitivamente en el corazón de los argentinos), Bonnet construyó una extensa trayectoria como actriz, ya sea de teatro como de cine y de televisión. Trabajó con los más grandes; y esas personalidades también dirían lo mismo sobre ella: “¡Trabajé con Beatriz Bonnet!”. Porque se trató de una artista exquisita, que además era cantante lírica: brilló en musicales como Mi bella dama y Mame, pero del que guardaba el recuerdo más preciado fue Mamá es una estrella, que protagonizó y produjo en el Lola Membrives.
Sus ex compañeros siempre hablaron de esa alegría que mencionó Darín. Y de un profesionalismo ejemplar para quien, sin dudas, era una actriz de raza: nunca llegó tarde a un ensayo, y solía ser la última en irse del teatro.
Luego de que una estafa la llevara a perder su casa, pasó sus últimos años en un hogar para adultos mayores, aquejada por el Alzheimer y la demencia senil. Se había casado a los 15 años, divorciándose poco después. Nunca tuvo hijos. Su familia -conformada por unos pocos integrantes- permaneció en Entre Ríos. Se supo de su muerte por un comunicado en Twitter difundido por el Multitabaris, donde se la definió como un “símbolo de una etapa de la comedia argentina en cualquier de los terrenos artísticos que le tocó transitar”.
Ya es tarde para subsanar el olvido en el cual fue sumergida Bonnet.
Pero todavía se está a tiempo de no repetir semejante afrenta con otros artistas que se merecen el mismo amor que han cosechado, así como lo había hecho Beatriz.
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