Los días previos a su esperado regreso a la radio no fueron los ideales. La culpa no es suya. Y por supuesto, nada tiene que ver el periodismo -que lo apasiona- sino el fútbol -que tanto lo desvela-: “Transité la peor semana después del descenso...”, dice Fabián Doman, buscando asimilar lo ocurrido en el clásico de Avellaneda (evitaremos ahondar en detalles para no salar las heridas). “Soy el periodista no deportivo que más habla de fútbol en la Argentina”, dirá más tarde, enlazando una cosa con la otra: en Doman 910, que desde este lunes sale al aire en la primera mañana de Radio La Red (de 6 a 9 en lugar de Luis Novaresio, quien ahora va a continuación), se abordarán la política y la economía, pero también el deporte y el espectáculo, respondiendo al perfil de conductor versátil que lo caracteriza.
—¿Cuáles son las expectativas?
—Muy altas. Llegó con muchísimas ganas. Me gusta mucho la radio, y es un horario en el que escucho radio: de hecho, cuando hacía Nosotros a la mañana (en El Trece) me levantaba y lo ponía a Luis. Y se da la casualidad de que el equipo que estaba con él, ahora sigue conmigo. Me siento familiar con el programa: soy un oyente que va a conducir el ciclo que escuchaba.
—Pero le aportarás tu impronta.
—Sí, una dinámica propia. Me pasa lo mismo que con Intratables (en América, donde reemplazó a Santiago del Moro): buscaré aportar mucho ritmo. Para eso necesitás un equipo muy sólido, y lo tengo. No quiero ofender a nadie, pero La Red debe tener el mejor equipo de producción de la Argentina. Es extraordinario. Eso se ve al aire, no es una opinión mía. Las principales voces argentinas, no solo en el ámbito deportivo sino también de la política, están en la radio. Eso se ha trabajado muy bien.
—Novaresio debía entrevistar a los referentes de la gestión del macrismo; a vos te toca hablar con los dirigentes de Alberto Fernández. ¿Cómo ves al nuevo gobierno en el trato con la prensa?
—Llevamos 60 días: es un tiempo breve como para que un gobierno realice un gran acierto o incurra en un gran error. Es muy infrecuente que eso suceda eso, si bien no sé todavía cuál será la reacción social por la tabla de jubilaciones que desfavorece a todos aquellos que ganan a partir de 18 mil pesos. Pero a los que veo que ya elogian al Gobierno les digo que esperemos; lo mismo a los que lo condenan. Cualquier cosa que digamos, tanto para elogiar como para condenar, no tiene sustento.
—¿Hay que ser cautos?
—Sí. Ahora bien, en materia de comunicación, el equipo de Fernández se manejó muy bien entre la designación de Alberto y las PASO, y después por momentos entraron, por la propia dinámica, en un desorden. Sé que el Presidente no cree en la comunicación, y también sé que están trabajando, siempre aclarando en no caer en esa locura macrista en la que un publicista era el jefe político de un gobierno; me refiero a Durán Barba. Argentina es muy tendiente a pasar de un lado a otro: si Cristina usaba la Cadena Nacional, Macri no; si Macri usaba mucho el marketing y la comunicación colectiva, Alberto no usa ninguna de esas herramientas. Hay que encontrar un punto intermedio. Y este gobierno, como casi todo en el país, se define por lo opuesto: todavía no sabemos qué es Alberto, sí sabemos que no es Macri. Del mismo modo Macri se definía diciendo que no era Cristina. Y cuando finalmente descubrimos que era Macri, fue un desastre: sepultó la economía. Estamos en la etapa donde Alberto se define por lo que no es, y no por lo que es.
—Dos meses es muy poco. ¿Todo empezará a definirse con el resultado de la negociación con el FMI?
—No creo que pase todo por ahí. El Gobierno ha construido de forma muy inteligente una épica de la renegociación de la deuda. Creo que ambas se van a lograr. Con el desastre que hizo prestándole 50 mil millones de dólares a Macri, no creo que el Fondo tenga problemas en encontrar una salida elegante, porque además no estamos pidiendo plata, estamos pidiendo no pagar. Con los acreedores quizás será más largo de lo que el Gobierno cree, pero finalmente se conseguirá alguna suerte de acuerdo, no como queremos sino como salga. Para mí el desafío de Alberto comienza después de esto: bueno, ahora, ¿cómo se recupera la economía?
—Al construir esta épica, ¿gana tiempo o paciencia?
—(El ministro de Economía, Martín) Guzman es muy honesto. Se presenta como el director técnico de un equipo de mitad de tabla para abajo, que no entra en ninguna copa y que puede pelear descenso. “Estas medidas que hemos tomado son circunstanciales, son de emergencia; es lo que tenemos”, dice. Por eso, insisto: falta que pasen cosas. La del Fondo y los acreedores es una buena épica: “Una vez que logremos eso...”. Pero muchos gobiernos lo lograron y no pasó naranja. Sin esto, ¿no podemos pensar en ninguna recuperación? Por supuesto. Pero me parece que el Gobierno toma la negociación como la última materia de la carrera, y yo la tomo como el examen de ingreso a la universidad. Alberto es un gran táctico político, no lo descubrimos ahora. Su desafío personal será ver si es un gran estratega, como lo fueron Néstor Kirchner, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, tipos que veían algo 10 o 15 años antes y lo lograban.
El periodismo fue muy complaciente en los primeros dos años de Macri: no alertó seriamente del endeudamiento que se venía
—Y en el medio de todo esto, Cristina.
—Al revés de lo que todo el mundo dice yo no la veo tan tan tan involucrada. No entendí su último viaje a Cuba, y me criticaron por eso, porque por suerte vi una foto donde la hija está mejor, y me alegró. Pero el capítulo de “Había que ir por Florencia"... Lo que pasa es que decís esto en medio de la grieta y entonce parece que sos macrista. Un disparate todo. Después dijo lo que dijo del Fondo, no sabemos si como una estrategia o porque se le ocurrió. Lo que pasa es que cada vez que habla Cristina tiene una centralidad política que es innegable. Y eso no es culpa suya, sino un mérito. ¿Tiene diferencias con Alberto? Claro que las tiene; en dos o tres temas deben pensar diferente. De ahí a pensar que puede pasar algo... no.
—Hablando de la grieta, ¿cómo se sitúa el periodismo frente al cambio de gestión?
—El periodismo oficialista no es periodismo sino cotillón del gobierno de turno, sin importar cuál sea. Y si el periodismo no es crítico del gobierno algo falla, pero no en nosotros sino en el sistema, porque somos uno de los contrapesos. El periodismo fue muy complaciente en los primeros dos años de Macri: no alertó seriamente del endeudamiento que se venía, o que las políticas económicas que se llevaban adelante iban a generar pobreza, irreversiblemente. Ahí se produce otra novedad: el periodismo sorpresa, algo que antes no pasaba.
—¿Cómo sería eso? ¿“No lo vimos venir”?
—No, peor: un día te sorprendés. Por ejemplo, Lanata se ocupó en 2013 de la falta de agua de los wichí. El año pasado le hice muchas notas a (el gobernador de Salta, Juan Manuel) Urtubey y nunca le pregunté del agua. Y está mal que yo comience a ocuparme del agua esta semana. No me puedo sorprender como periodista. ¿Vivo en un túper? ¿Cómo no le pregunté a Urtubey por el agua potable? Me molesta mucho cuando los periodistas, me incluyo en esto, nos sorprendemos porque a la salida de un boliche mataron a un chico. ¿Realmente no sabíamos que hay patotas que en la son violentas en la noche y nadie hace nada? También tiene que ver con la sociedad argentina, que deja que las cosas pasen hasta que un día se escandaliza y reacciona, y entonces sobreactuamos el estupor. Y por ejemplo, a Alberto le fue bien en la gira por Europa, se abrió al mundo, y lo escucharon y escuchó. Fue positivo. Ahora, de ahí a decir que fue histórico... Fue una gira normal.
—Cautela.
—Sí, cautela crítica.
—Pero Doman 910 no será solo política.
—No. Yo soy el periodista no deportivo que más habla de fútbol en la Argentina.
—Creo que Jorge Rial te lo puede pelear...
—¡Y Jony Viale! Para mí hay un tema extraordinario: ¡¿cómo Boca no le hará un homenaje a Maradona?! ¿Qué hay atrás de eso? ¿Hay enojo porque Maradona era amigo de Angelici? ¿Está Macri metido en el medio? ¿Amor Ameal es kirchernista, no es? También está Riquelme. ¡Es un temón!
—También hablarán de espectáculos.
—Son momentos: siento que al espectáculo le faltan noticias, y no por culpa de los periodistas. No sé si las figuras tratan de no meter la pata, pero cuando normalmente en el verano tenés diez escándalos teatrales, y acá hubo uno o dos. Un poco se acható el panorama informativo.
—Pero en el 2019 tuvimos un casamiento del que se habló mucho: el que te tuvo como protagonista...
—(Risas) Se habló más de la novia (María Laura de Lillo) que de mí: estaba muy bien vestida, producida, con dos cambios...
—¿Cómo te trata la vida de casado?
—Estoy muy contento. Tuvimos la luna de miel en enero: nos fuimos a Miami y Jamaica. Mi esposa me acompaña en todos mis desafíos laborales, que tienen horarios complicados... Ella no es del medio, y cuando es así cuesta adecuarse a horarios absolutamente locos.
—Terminás en Intratables muy tarde y arrancás en la radio a primera hora. ¿Cómo te organizás?
—En marzo la programación de América cambia y pasamos a las 19. Así que será distinto. Ahora me levanto a las 5, pero ni lo padezco ni me acostumbro; lo hago.
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