Transcurrieron doce capítulos al aire en la única ficción nacional en tira diaria de la televisión argentina. Primer punto a favor para Separadas, la apuesta de Adrián Suar en lo que para muchos es el fin de una era, con la producción de series y contenidos de ficción emigrando al streaming.
Pol-ka decidió armar su historia del horario central para El Trece con una trama contemporánea, dejando atrás el culebrón de época Argentina, Tierra de Amor y Venganza (ATAV). Es una tira con siete chicas actuales y sus vicisitudes personales, tomando como disparador un hecho fortuito que las encuentra y las une.
Separadas es demasiado parecida Las Estrellas y quizás ese sea su mayor déficit. Las Estrellas también se parecía a Guapas, por lo que todas terminan pareciéndose un poco y quizás se pierda cierta sorpresa y eso, en tiempos de multiestímulos en las plataformas digitales, haga que cueste quedarse ahí, enganchado.
La serie diaria corre con las generales de la ley: cada vez menos gente mira televisión abierta. El verano 2020 viene realmente flaco en materia de audiencia, en lo que hace estrictamente al consumo que mide la empresa Kantar Ibope Media. Mucha más gente mira los contenidos en diferido, en las redes, en plataformas, en sus teléfonos; pero eso no es contemplado por el vetusto sistema de 700 peoples meters, los aparatos que están colocados para conocer los perfiles de una audiencia que consume lo que quiere ver de muchas otras maneras. Es lo que hay.
Sería injusto no tener en cuenta este factor, si se quiere analizar el rating de Separadas, en una televisión abierta que prácticamente no registra ningún programa con dos dígitos de promedio (es decir menos de 10 puntos diarios), salvo excepciones al menos en esta época del año en el que el encendido baja aún más. Los 9 puntos promedio de la tira la hacen uno de los programas más vistos del día, pero no aparece, por el momento, una audiencia creciendo que se potencie fascinada por la historia.
Un grupo de chicas muy modernas que se encuentran pegan onda y se hacen amigas. El axioma se repite y se multiplica, porque ahora son siete. ¿Cantidad es calidad? o ¿finalmente se dispersa la atención en tantas historias corales? Celeste Cid, Mónica Antonópulos, Julieta Zylberberg, Agustina Cherri, Marcela Kloosterboer, Gimena Accardi y Julieta Naír Calvo dan vida a las Separadas del título, con resultados dispares en sus interpretaciones.
Todas son efectivas, por ende con pasta de protagonistas, poseen el carisma, la belleza clásica que el medio televisivo busca, son modernas, funcionales y convocantes. Sin embargo algunas “ponen el cuerpo” en la concepción de sus criaturas de ficción más que otras.
Antonópulos va a la cabeza en entrega, en carnadura y en composición de su atribulado personaje, viuda más que separada, enojada y visceral. Del lado de este tipo de trabajos están Zylberberg, Accardi y Cid, aunque la actriz arriesga poco en un tipo de personaje que ya la vimos muchas veces aunque acá este más “psicodélica”.
En la repetición del esquema hay una búsqueda por calcar personajes que “garpen”. Entonces, como en Las Estrellas estuvo Violeta Urtizberea con una chica con Síndrome de Tourette, aquí tuvimos que buscar otra personalidad distinta y Gimena Accardi fue la encargada del personaje con un comportamiento cercano al Asperger. No está mal el planteo, concientiza y permite que una actriz arriesgue; eso se festeja. Pero la búsqueda de efecto parece demasiado obvia.
Del lado de la sangre fría y un naturalismo extremo que se confunde con la inexpresión aparecen Cherri, Kloosterboer y Naír Calvo. En el caso de las dos primeras, llama la atención que con la cantidad de oficio televisivo que ambas poseen, nadie las invite a arriesgar, componer, caracterizarse, buscar un color distinto en lo que les vimos años y años. El agua de los fideos tiene más temperatura que ellas.
La elección de galanes fue por tres puntas. Por un lado, se importó un galán español para repetir la fórmula de Albert Baró en ATAV. Por eso trajeron a Maxi Iglesias, que tiene de bello todo lo que tiene de falto de recursos. Baró a su lado era Marlon Brando. Por otra parte, sumar galanes clásicos del género. Mariano Martínez y Sebastián Estevanez siempre están bien aunque ¿alguien podrá crear para Estevanez un personaje que no lo obligue a estar en musculosa?
En tercer orden se vuelve a buscar actores nuevos, jóvenes, que vienen del off o del mundo del casting; otro punto a favor en los últimos trabajos de Pol-ka, que permite conocer talentos con un futuro prometedor. En definitiva, Separadas cuenta con el oficio de un montón de gente talentosa, probada y efectiva, con el hacedor definiciones más prolífico de la televisión y con cierto capricho de repetir formatos que, a veces, puede ser su mayor peligro.
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