Su formación es muy distinta. Los comienzos en su carrera tienen pocos puntos en común. A la fama llegaron de la mano de personajes dispares y sus personalidades son casi opuestas. Aún así, se complementan a la perfección: ¿acaso alguien puede afirmar que dos personas tienen que ser parecidas para hacer un buen dúo? La química de la diferencia quedará expuesta cuando Nacha Guevara y Moria Casán compartan escenario por primera vez con la obra La gran depresión, a partir del próximo 7 de febrero en el Teatro Multitabaris Comafi.
Nacha Guevara: —Es un experimento. Uno puede ser muy amigo de una persona y llevarse maravillosamente con ella, pero subirse al escenario y que no haya química. Eso es algo que solamente se sabe cuando se suben al escenario. O puede ser al revés: personas que se llevan muy mal, no tienen química y no se gustan pero suben al escenario y de repente eso florece de una manera increíble. Es un misterio que todavía nadie ha sabido explicar. En este caso, nosotras somos amigas, nos conocemos, nos queremos y había que subir al escenario para ver qué pasaba. Según lo que dicen, hay química.
Moria Casán: —Ella es súper frágil. La persona más frágil que conocí en mi vida, en cuanto a la sensibilidad… Un papelito. Y me dan como ganas de protegerla. De hecho, soy medio mamá. Cuando está medio “flojina” me tomo un avión y me voy a tomar el té con ella… Cuando no estaba muy bien Ariel (N. de la R.: uno de los hijos de Nacha), ella me dijo “cómo me gustaría que vinieras”, y llamé a mi agente de viaje y le dije “sacame un pasaje”.
Nacha: —A las tres horas estaba en Mar del Plata. Es una gran amiga y compañera.
Nacha grabó más de 25 discos en su carrera e hizo de su voz un sello único y distinguido en todo el mundo. Sensible, un tanto tímida y muy atenta. Moria, por su parte, es una de las más grandes figuras del teatro de revista, de la escuela de Alberto Olmedo y Jorge Porcel. Como le gusta definirse a ella, cercana a "lo popular”, sin reparos a la hora de hablar ni del qué dirán. Dos caminos distintos unidos por una pasión: el escenario.
Habían trabajado juntas en la película Funes, un gran amor (1993), dirigida por Raúl de la Torre, y años después en Cruzadas (2011), de Diego Rafecas, junto a Enrique Pinti. Pero fue en el Bailando, cuando coincidieron en el jurado (2014 y 2015), que se hicieron compinches y entablaron una amistad.
El escenario, su lugar en el mundo, las vuelve a unir. En esta ocasión, para un hecho inédito: encabezar juntas una obra de teatro, con la dirección general y el diseño de luces a cargo de Nacha Guevara. Escrita por el dramaturgo español Félix Sabroso, originalmente La gran depresión tuvo una exitosa puesta en el país ibérico, que protagonizaron Bibiana Fernández (antes conocida como Bibi Andersen) y Loles León. Se trata de una comedia ácida y absurda con tintes almodovarianos sobre la búsqueda de la felicidad, el fracaso, la soledad, la madurez y el abandono.
Marta (Nacha) y Gloria (Moria) son dos mujeres cuyas personalidades son evidentemente antagonistas y tras vivir una larga y estrecha amistad, la vida -y tal vez conocerse en exceso- acabó por separarlas. La acción se sitúa en el reencuentro de estas dos eternas amigas/enemigas cuando una de ellas, luego de un nuevo fracaso matrimonial, se intenta suicidar.
Fiel a su estilo, detallista en búsqueda de la perfección, Nacha deja todo listo para el ensayo que llegará después de la entrevista con Teleshow, y arregla con Moria para cenar una vez que el mismo finalice. “Mi pasión es la misma, a pesar de haber hecho tantas obras. Porque estos no son trabajos para hacerlos ‘de taquito’. Se hacen o no se hacen. Una vez que uno toma el compromiso de hacerlo, tiene que llegar hasta el puerto con esa nave. Yo siempre lo asocio a un viaje: un barco que sale un día de un lugar y tiene que llegar un día al puerto con todas sus misiones cumplidas".
—¿Son dos mujeres apasionadas?
Moria: —Totalmente.
Nacha: —Sí, claro. Pero creo que con diferentes orientaciones de la pasión: ella es más terrenal, ¿viste? Tiene más tierra. Los elementos tierra y fuego son los que predominan en ella. En mí predomina más el aire. Soy más volada, de algún modo. Me cuesta más el cable a tierra.
—¿Cómo se llevan con el feminismo?
Nacha: —Siempre me he llevado bien, desde que nací.
Moria: —Soy una feminista no agresiva desde que nací.
Nacha: —Yo una feminista femenina, porque amo los valores femeninos. Creo que el rol de la mujer en estos tiempos es enaltecer los valores femeninos, que para mí son la defensa de la paz y la vida. Ese es el rol al que hemos venido, siempre digo, desde Hatshepsut en Egipto, que fue la primera faraona y la única, hasta toda una serie de mujeres que serían… No sé, me llevaría una hora nombrarlas, siempre hubo mujeres feministas que rompieron los moldes en tiempos más difíciles que los nuestros. Más solitarias, más aisladas, más valientes, con mucho más que perder. Entonces está bien: ellas pavimentaron el camino. Y nosotras también pavimentamos un poquito el camino. Ahora hay que caminar, seguir pavimentando y seguir siendo creativos.
—La Argentina viene atravesando una crisis muy difícil. ¿Tienen esperanzas con el cambio de gobierno y lo que viene?
Moria: —Siempre tengo esperanza en el país. Creo en el país. No me preguntes por qué. Tal vez no crea demasiado en los argentinos porque somos una raza especial, no nos parecemos a nada. Amo mi país, hice todo acá y le debo todo a mi país pero tiene algo de angelado. Fijate que tenemos una reina, un Papa y los mejores jugadores son argentinos. Mirá que hay lugares en el mundo, pero salen de acá.
Nacha: —Antes teníamos a Borges y Favaloro, hay una diferencia…
Moria: —Tenemos siete premios Nobel. Es un país que está angelado, va a salir. Siempre tuve esperanza de salir adelante. Sigo trabajando, acá me va bien, y puedo estar de acuerdo con algunas cosas y otras no. Pero como nunca dependí de ningún Estado, y a mí nunca nadie me pasó un sobre ni nada...
—Hace un rato nombraron al Papa Francisco… ¿Qué opinan de él?
Nacha: —Hay que estar ahí, eh… Es fácil desde aquí. Le tocó estar en la institución más antigua, la corrupción, las maldades que han hecho… Imperdonables durante la historia del Vaticano. Creo que está bien intencionado, como el Presidente nuevo. Ahora, una persona bien intencionada no puede cambiar las cosas si no está rodeada de personas bien intencionadas. Nadie hace cambios solo; los cambios íntimos se hacen solo. Los cambios en la sociedad se tienen que hacer con una sociedad que acompañe, que renuncie a viejos hábitos y viejas creencias, que esté dispuesta a bajar su creencia personal. Mientras no nos transformemos nosotros, no le pidamos nada al Papa, al Presidente, a nadie, porque si no somos capaces de revolucionarnos nosotros mismos, no podemos pedírselo al otro.
Moria: —Estas dos salidas en el Times de New York y en la Rolling Stones me parecen de un Papa muy marketinero. El Papa juega demasiado con la política, entonces lo toman como políticamente correcto. Para mí lo eligieron para sacar al otro ortodoxo, que ya era medieval y a la Iglesia se le iban los fieles para cualquier lado. Por eso pusieron un Papa políticamente correcto.
—Les propongo un mini ping-pong: ¿Marcelo Tinelli?
Moria: —Paso.
—¿Mirtha Legrand?
Nacha: —Me gusta. Con todas sus cosas y sus contradicciones, a veces la quiero matar, pero es Mirtha Legrand.
Moria: —Creo que es una mujer que ha atravesado el cine, el blanco y negro, y sigue, y sigue. Me encanta su profesionalismo y su entrega a la carrera como pocas profesionales.
—¿Diego Maradona?
Nacha: —Lo quiero, y voy a contar una anécdota. Cuando mi hijo Juan Pablo era chiquito, estamos hablando de 11 o 12 años, quería ser jugador de fútbol. Entonces, a través de amistades conocí a Maradona, se lo comenté y me dijo: "Lo voy a ver”. Lo hicimos jugar un rato, también estaba el padre de Maradona. Lo vieron jugar y dijeron: “Es bueno, pero no tiene la calle que tiene que tener”. Bien. Yo vivía en Santa Fe y Suipacha y un día me tocan el timbre: abro la puerta y era Maradona. Era su época de gloria, en los ‘80. Me dice: “¿Está el pibe?” Y le digo: “Sí, está estudiando”. “Llevame”, me dice. Lo llevé al dormitorio, él estaba sentado haciendo los deberes. Nunca me voy a olvidar ni terminar de agradecerle a Maradona ese gesto: se sentó al lado de él y le habló. Le preguntó qué estaba estudiando y conversaron. Me fui y los dejé solos. Hay que ser Maradona y acordarte que ese chico quería jugar al fútbol… Se lo agradezco siempre.
—¿Alberto Fernández?
Moria: —Me encanta. Cuando lo conocí estaba Aníbal, que era el malo… No el malo, sino el ímpetu y todo... Y Alberto. Él estaba siempre al lado de Néstor, era muy importante, siempre lo fue. Un día lo escucho por la tele y me pareció que era un hombre súper moderado. Ellos eran como tan exaltados… Entonces encontrar un hombre moderado que hablaba de filosofía, muy culto… Me encantó su manera de hablar y su voz, y no esa cosa de arenga. Me gustó mucho y me parece que es un gran político, un gran conocedor de la política. Un gran trabajador. Lo que ha trabajado desde el primer día que ha asumido no existe. Lo veo y digo: “Este trabaja”. No lo comparo con nadie porque las comparaciones son siempre negativas, pero lo que veo es que hay un gran trabajo.
Nacha: —Me gusta Alberto. Y lo conozco de cuando querían que fuera la directora de no me acuerdo qué, no importa (N. de la R.: en referencia al Fondo Nacional de las Artes, en 2004). Pero tuve que trabajar con él, y de toda la gente que conocí en ese momento, el mejor recuerdo que me llevo es el de Fernández.
—¿Cristina Kirchner?
Nacha: —Yo la respeto. Mete mucho la pata, pero la gente que hace muchas cosas mete la pata, los que no hacen nada no meten la pata, se dedican a criticar. Ha hecho muchas macanas, pero ha aprendido algunas lecciones en los años que le tocó estar afuera del poder.
—¿Moria Casán?
Nacha: —Una amiga.
—¿Nacha Guevara?
Moria: —Una amiga.
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