La cantante, compositora y multinstrumentalista Michelle Bliman editó el año pasado su primer álbum -Intuición-, en el que participaron músicos de la talla de Javier Malosetti, Hernán Jacinto y Fernando Samalea, entre otros. El propio baterista de Charly García y Gustavo Cerati resaltó que la artista tiene un talento único. “Es súper buena música y compone lo suyo”, le dijo a este periodista en más de una oportunidad. Y no se equivocó.
Apenas uno se sumerge en la música de Bliman, se da cuenta que tiene un don especial. En Intuición, explora con el jazz, el pop, el blues y el soul. Y también con dos idiomas: el álbum está integrado por canciones compuestas y cantadas en español y en inglés.
En diálogo con Teleshow, Michelle contó cuáles son sus influencias, narró el proceso de grabación del disco y cómo fue cantar acompañada de músicos de tamaño recorrido, entre otros temas. “La música como lenguaje universal no debería tener barreras geográficas”, destacó.
- ¿Cómo fue tu primer acercamiento a la música?
- Puedo recordarme cantando antes de aprender a pronunciar palabras. Mi papá era el infaltable “guitarrista de fogón”, por lo cual en casa siempre hubo música sonando a través de discos o sus propias versiones de clásicos populares. Por un lado, rock nacional y latinoamericano; y por el otro, bandas de rock sajón con predominancia de los reyes de la canción: The Beatles. Me llamaron Michelle, imaginate.
En el 2003 tenía 12 y comencé a tomar clases de guitarra y canto, continuando la tradición y convirtiéndome en la guitarrista del grupo de amigos. Por supuesto hubo concesiones en el repertorio...
A los 15, ya fanática de Led Zeppelin, The Rolling Stones y, en especial, Pink Floyd, me enamoré de las líneas de saxo del emblemático Dark Side Of The Moon. Pedí por favor a mis padres que me compraran el instrumento. Entendieron que mi pasión por la música iba en serio y ese año llegó un saxo alto Yamaha, que aún conservo. Les estaré agradecida por siempre. Tocaba sin parar sobre “Us And Them”, “Money” y otros. Recuerdo el grito de una vecina: “¡Eh, vos, todo bien con la trompetita, pero a ver si aflojamos un poco…!”. Instalé paneles acústicos y preparé el ingreso a la Escuela de Música Popular de Avellaneda.
- ¿Cuáles son tus influencias?
- El jazz pisó fuerte centrando mis estudios desde el saxo y la voz, aunque nunca descuidé mi amor por la canción como concepto y formato. Descubrí a mis preferidos del género: Dexter Gordon, Louis Armstrong, Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, Lester Young, Chet Baker y Tom Jobim. La escena local se vinculaba al blues y al soul. Particularmente, este último me cautivó. Clásicos de Marvin Gaye, Aretha Franklin, Stevie Wonder, Ray Charles, Michael Jackson y Erykah Badu aparecieron en mis primeras jams y bandas.
Mi adolescencia coincidió con el boom de Internet, generándome influencias constantes y hasta inconscientes. Todo lo que escuchamos queda resonando en algún lugar de nuestra mente y cuerpo; y al escribir música, tarde o temprano aparecen elementos de los artistas que nos marcaron. También tenía entre favoritos El jardín de los presentes, Artaud u otros álbumes de Luis Alberto Spinetta, y gasté el Unplugged de Charly (García)…
- Intuición es tu primer disco. ¿Por qué el nombre?
- La intuición guía el proceso creativo. Ya sea por estudios formales, prejuicios, barreras idiomáticas o diversas razones, me fui encontrando con que la composición puede estar teñida de preconceptos. Comencé escribiendo letras en inglés que surgían naturalmente a partir de mis referencias estilísticas, y con el tiempo fui explorando la sonoridad del texto en castellano, lengua en que hablo, pienso y siento. Continúo expresándome de ambas formas, todo lo que aflore desde la autenticidad es bienvenido. La música como lenguaje universal no debería tener barreras geográficas, más bien las culturas se relacionan nutriéndose entre sí.
Ahí reside la clave del nombre del disco: tomar confianza en la propia voz.
- ¿Cómo fue el proceso de grabación? Participaron del álbum músicos de la talla de Javier Malosetti, Fernando Samalea y Hernán Jacinto, entre otros. ¿Qué sentís que te aportaron y qué significa para vos la confianza de ellos?
- Si bien el eje son mis canciones, la grabación se realizó en diferentes etapas y con distintos músicos que fueron dando su propio color. La música está viva y es un placer haber contado con artistas que admiro y volcaron su talento al instrumentarla, como Javier Malosetti, Fernando Samalea, Hernán Jacinto, Pablo González, Matías Mendez (quién además produjo algunos de los temas) y otros colegas a quienes agradezco haber participado.
Una pieza clave fue el ingeniero Nelson Pombal, quien desde la mezcla y mastering logró una homogeneidad espectacular en el sonido, haciendo que la pluralidad de intérpretes fuera la gran virtud del álbum. Si bien se encuentra en las plataformas digitales, también está disponible en formato físico en la tienda de RGS Music (Av. Corrientes 5233, CABA), sello que lo editó. Es mi apuesta en la era digital porque estoy segura de que nada reemplaza el estímulo a los sentidos que implica abrir la caja de un álbum, observar el arte de tapa, oler el papel, leer las letras…
También rodamos los videoclips de “Para ser” y “Cara o cruz”, y habrá nuevos.
- Además de tu disco solista, tocás el saxo y la guitarra con el francés Benjamin Biolay, a quien vas a acompañar en marzo en el Teatro Astral. ¿Cómo vivís esta experiencia?
- ¡Con mucho entusiasmo! Benjamin es compositor, productor, cantante, pianista, trompetista y violista, una figura popular en su país con la versatilidad de combinar lo clásico con hip-hop, jazz, canción francesa, rock o electrónica. Tocar con artistas extranjeros es una forma de viajar y lo vivo como un privilegio.
Me encanta aportar a otros proyectos, como en shows eventuales con Hilda Lizarazu, coros a Bandalos Chinos en su último Konex, conciertos en el Planetario y CCK junto a Samalea, Mango y Kabusacki, envueltos por las visuales mágicas de Lisa Cerati, y cruceros en los que canté recorriendo Asia, Europa y Estados Unidos.
El año pasado formé parte de los encuentros en Seattle, EEUU, junto a 28 músicos del Guitar Craft (discípulos de Robert Fripp de todo el mundo) bajo la organización del guitarrista Steve Ball, una de las personas más generosas y particulares que conocí. Tocamos repertorios originales de cada uno en el gran Kirkland Performance Center... Inolvidable.
- Por último, preguntarte por tus proyectos. ¿Qué esperás para este año?
- Estoy produciendo un nuevo álbum, de carácter distinto al primero. Algunos temas cuentan con arreglos de cuerdas de Guido Martínez y Pedro Onetto, y otros llevan la impronta del neo-soul. Habrá más videos y una presentación oficial durante la segunda mitad del año.
En paralelo, estaré tocando mucho y hay giras por definir tanto a nivel local como en otros países, principalmente de Europa. Los shows estarán anunciados en mis redes sociales, así como el material discográfico que irá saliendo a modo de singles.
Fernando Samalea (batería), Edú Gabriel (bajo), Martín Allende (guitarra eléctrica) y Augusto Durañona (teclados) integran mi banda actual y me acompañan con todo su talento y predisposición.
La música es un motor muy poderoso y me gusta saber que, para transitar este camino, existen tantas formas como personas en el mundo.
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