Parasite relata la historia de dos familias. Una que vive en los suburbios, en una casa subterránea en la que no hay lugar para el inodoro, y todos sus integrantes están desempleados. Y otra a la que le sobra el dinero y habita una exclusiva casa en Seúl diseñada por uno de los arquitectos más reconocidos. Pero ambas tienen necesidades, económicas o afectivas. Y comenzarán a vincularse a partir de un engaño en la que los más carenciados parecen adherirse, como parásitos, a los archimillonarios.
Resulta difícil encontrar el género al que pertenece esta película del director surcoreano Boon Joon-Ho, ya que reúne momentos de comedia ácida con humor negro, pero es también una sátira, tiene suspenso y hasta denuncia social. Interpela sobre las desigualdades, la falta de oportunidades, pero también se arriesga a mostrar una pobreza que no entiende de noblezas ni dignidades, sino que encuentra en el engaño su arma para sobrevivir. El famoso cuento del tío funciona a la perfección para que la mentira comience a rodar hasta hacerse una bola imposible de frenar.
Es un análisis fino y a la vez llano de una sociedad que, recortada en estas dos familias, no entiende de fronteras y nos permite encontrarnos en cada personaje.
Y entonces surgen los dilemas. ¿Por qué Parasite no para de recaudar, siendo una película hablada en coreano, tan lejana y a la vez tan cercana a nuestra cultura? ¿Podrá superar a Roma en la gran noche de los Oscar, este 9 de febrero? ¿Logrará ganar ambos premios, como mejor película extranjera y como mejor película? También está nominada como director, guión original, diseño de producción y montaje.
Boon Joon-Ho está haciendo historia. Ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, se llevó el premio mejor ensamble en los SAG’s Awards, y completa su marca con la doble nominación de la Academia de Hollywood.
Parasite llega con mucha carga para esta entrega de los Oscars. Se postula en una carrera casi imposible de ganar: película no hablada en inglés que se lleve el premio mayor. El único antecedente fue El Artista, el film francés que logró alzarse como mejor película en 2012. Pero claro, allí sus actores no hablaban, y terminó siendo un homenaje al cine mudo que encontró sus años de auge en los inicios de la industria hollywoodense.
El año pasado esta carrera la disputó Roma, el filme del mexicano Alfonso Cuarón que contaba la vida de Cleo, una empleada doméstica ambientada en el barrio Roma, de la Ciudad de México. Esta película, hablada en español y mixteco, filmada en blanco y negro, contaba con un agravante para la Academia: era una producción de Netflix, el gigante del streaming. Una cosa era darle un premio como película extranjera, y otra muy distinta era otorgarle el poder de la pantalla grande. Así fue como Green Book, se llevó el Oscar, para el descontento de muchos.
De hecho este año, The Irishman, la película dirigida por Martin Scorsese y producida por Netflix, viene en una cosecha pobre de premios en esta temporada. Y de hecho se olvidaron de nominar a su actor principal, Robert De Niro.
El caso de Parasite parece circular por otro carril porque aquí Netflix nada tiene que ver. Entre sus contrincantes más fuertes se encuetra 1917, el filme de Sam Mendes sobre la Primera Guerra Mundial y dos hombres valientes que cumplen con su deber en el campo de batalla, y Joker, una película que no solo muestra la vida de un villano sino que denuncia un sistema de salud deteriorado y con casi nula atención a los enfermos psiquiátricos. Una película que muestra, entre otras cosas, a una sociedad tóxica y violenta, al igual que The Irishman.
Si bien exhibe otro tipo de violencia, como es la falta de oportunidades, Parasite puede sentirse lejana a Estados Unidos si tomamos en cuenta que retrata a familias que viven a miles de kilómetros desde donde se contruye el sueño americano. Otorgarle el premio a esta producción film implicaría un antes y un después en la premiación más importante del cine mundial.
Esta película fue exhibida en una gran cantidad de salas, no solo en EEUU sino en el resto del mundo, con lo cual se fue convirtiendo en un éxito de taquilla. No estamos ante un caso de una película difícil de ver y entender, ni que encierre cuestiones artísticas elevadas para quienes no pertenecen a ese nicho. Parasite podría ser perfectamente una película popular estadounidense, francesa o argentina. No pertenece al cine indie (independiente y de bajo presupuesto); por el contrario, lleva recaudados hasta el momento unos 140 millones de dólares, y va por mucho más.
De hecho logró que HBO -el gigante de la televisión por cable que tuvo un 2019 de mucho impacto- adapte Parasite en una serie para su señal. Las tramas de cada uno de los personajes resultan muy ricas y están llenas de misterios. En una entrevista que Boon Joon-Ho le otorgó a la revista Variety, afirmó que su objetivo es crear una serie limitada como una película de seis horas. Y agregó que el personaje de la ama de llaves original guarda muchas claves sobre la trama de la película, que podrían desarrollarse en una serie. Parasite pareciera no querer terminar en las dos horas y 11 minutos que dura en la pantalla grande, sino que tiene mucha tela para cortar, y su camino comenzó a marcarse desde el momento de su estreno.
Pero, ¿deberá conformarse con haber hecho historia dentro del cine por el solo hecho de estar doblemente nominada, o podrá alzarse con ambos premios? La pregunta es qué tan lejos llegará Parásitos, o si este fue su techo.
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