Tiene 16 años, mide 1 metro con 58 centímetros, pesa 42 kilos y no existe. Un holograma de cabello azul se convirtió en la nueva estrella del pop y para sus fanáticos es muy real. Con un elenco híbrido –los bailarines son hologramas, pero la banda está compuesta por músicos de carne y hueso- Hatsune Miku brinda recitales de dos horas en los que no faltan las emociones gracias a su voz angelical y a sus enérgicas coreografías imitadas por la platea. ¿El futuro ya llegó?
Diva virtual, wiki-idol, holograma, al fin y al cabo, de eso se trata Hatsune Miku, creada en Japón por Crypton, la compañía detrás de este fenómeno. Su voz ha aparecido en más de 100 mil canciones, algunas creadas por el equipo que la diseñó y otras por los propios fanáticos que intervienen en el material que luego van a escuchar online o en vivo.
En los shows, Miku no está sola, junto a ella participan una serie de personajes que van y vienen, cantan y realizan coreografías dignas del cuerpo de baile de Madonna. Sobre el escenario no todo está programado por computadoras, también está la banda humana, cuatro integrantes “a quienes no se les da el lujo de los descansos habituales entre canciones para que un cantante recupere el aliento o hable con la multitud”, según se detalla en la última crónica que publicó NME en el Reino Unido.
El conocido medio británico especializado en música describió: “Tocan durante dos horas con apenas una pausa, ocultos en las sombras, mientras los hologramas giran, dan vueltas y rebotan frente al gran espejo que adorna la parte posterior del escenario (los hologramas no tienen reflejos, en caso de que te lo estés preguntando). Parece agotador, pero cuando se presentan hacia el final de la noche, todos sonríen”. La perfección llevada al extremo, hombres que parecen máquinas, hologramas que parecen personas.
La voz de Miku está basada en la de la actriz Saki Fujita, de ahí la calidez, la afinación e incluso el color de las notas logradas. Crypton, la empresa japonesa que se ocupó de su desarrollo, destaca sobre todo, “el camino interesante desde el producto de sintetizador vocal hasta la famosa celebridad cibernética construida en colaboración con una creciente comunidad de usuarios en todo el mundo”. De modo que para que Hatsune exista, también es necesario crear ese “fandom” que la eleve a la categoría de ídolo.
Hatsune Miku, grabada por un fan hace una semana en un show en Londres
Los seguidores de esta artista virtual no solo participan descargando su música y yendo a sus conciertos, también colaboran en tareas de remezcla, opinando y compartiendo ideas. Hatsune Miku significa algo así como “sonido del futuro” y así como las redes sociales han convertido a los lectores en escritores y a los televidentes en youtubers, este nuevo tipo de artistas permiten saltar la valla de la producción musical, incluso de la crítica, para ponerse en el lugar del performer. Aunque a Hatsune Miku la vista Luis Vuitton (¡sí! Le han diseñado vestuarios que cualquier cantante envidiaría) y no se canse nunca (ni se queje por trabajar horas extras y un centenar de etcéteras).
Desde que nació en 2007, ella sigue igual, con 16 años eternos y su colitas larguísimas y azules, pero su carrera sí creció. Fue telonera de Lady Gaga, colaboró con Pharrell y se paseó por todos los géneros musicales. Al cierre de esta edición, solo en Facebook, HM sumaba 2.363.089 fanáticos en su fan page oficial, que siguen sus redes para ver dónde será la próxima presentación y a qué hora abrirá la tienda de merchandising, la otra atracción no menos importante y lucrativa de este fenómeno. Para algunos, una genialidad, para otros, el fin de la música.
Según sus creadores, Miku es un Vocaloid, una especie de sintetizador, donde las voces humanas se graban en muestras cortas y luego se almacenan en una base de datos que se convierte en un software para que los compositores y productores utilicen como alternativa a una voz para cantar. Esta tecnología no sería tan nueva, pero sí el resultado, que empezó a buscarse hace no más de dos décadas. Fue cuando esta compañía de software de música con sede en Sapporo, Japón, la Crypton Future Media, se propuso comercializar Vocaloid a una audiencia masiva.
Así lanzaron en 2004 a Meiko y en 2006 a Kaito, personajes mediante los cuales cualquier usuario de computadora sería capaz de crear una canción usando la voz de ellos dos. Pero la revolución llegó en 2007 con Hatsune Miku, dueña de un diseño perfectamente resuelto para generar interés en los seguidores del animé. En Crypton sabían que tenían un gran producto, pero quizá no se imaginaron que llegaría tan lejos. A los pocos meses de haberla lanzado a Miku, Crypton presentó Piapro.jp, una plataforma de redes sociales gratuita en la que los fans de Miku pueden subir sus creaciones y conectarse con otras personas con el mismo interés. En la actualidad sigue vigente y con una actividad inusitada, los usuarios producen música, suben textos, ilustraciones, todo lo comentan y lo comparten. Miku convive con Meiko y con Kaito en un mar de propuestas e intervenciones: la democratización del arte en su máxima expresión.
Es fácil quedarse con la impresión del holograma, pero es realmente disruptivo que toda su música al fin y al cabo está hecha por fanáticos, que probablemente sepan muy poco de (justamente) música. Es de destacar, también, que Crypton creó la licencia de Miku bajo Creative Commons, de modo que quien lo desee pueda usar su imagen siempre que sea para uso no comercial. Y lo que no es poco, que quienes participan en la composición de los temas tienen protegidos sus derechos de autor sobre su obra. Qué atrás quedó la pelea de Metallica con Napster, los molinos de viento hoy tienen forma de holograma y es imposible vencerlos.
Hatsune Miku no produce escándalos, no aparece borracha en Las Vegas ni tiene exigencias de ningún tipo en el camarín. Y aunque no exista, no es inalcanzable, basta con entrar en la web de Piapro para formar parte de su mundo. ¿El fin de la música como la conocemos hasta hoy o el comienzo de un nuevo tipo de arte colaborativo? Muchos dirán que no hay como ver a tu artista favorito en vivo, una persona de carne y hueso, que suda y se cansa. Pero cuántas veces en un estadio, hay que conformarse con mirar las pantallas laterales, cada vez más grandes y espectaculares, porque con posar la vista sobre el escenario no alcanza.
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