Charly, a los tres años: “No me podía mover, que pedía por favor que terminara la tortura. Para levantarme necesitaba paños de agua caliente, o meterme en una bañadera de agua fría con hielo para que me baje la fiebre”.
Charly, a los 20 años: “Pasé de ser un chico que prácticamente no se podía mover durante su infancia, a hacer mover a miles de personas. Esa es mi real pasión: hacer que la gente baile”.
Tenía tres años cuando le diagnosticaron artritis reumatoide infantil. “Mis papás, junto a un gran plantel médico, estuvieron durante un año y medio buscando qué tenía. Es una enfermedad de diagnóstico clínico. Es decir, por observación. Es una enfermedad autoinmune que afecta a las articulares del cuerpo. Pero no a una ni a dos, ni a tres: a todas”, explica Charly San Martín en una entrevista exclusiva con Teleshow y agrega que “provoca mucho dolor, inflamación y entumecimiento en las articulares”.
Hoy, a los 41 años, es el coreógrafo de Pampita, Nicole Neumann, Karina Jelinek, Juliana Awada, Gianinna y Dalma Maradona, Claudia Villafañe, Floppy Tesouro, Barby Franco, Fernando Burlando, Sofía Bonelli, Puli Demaría, Gegé Neumann, entre otras famosas que lo eligieron para tomar clases de baile. “Creo que me eligen, además de que les gusta la onda de mis clases, porque cuido mucho su privacidad y saben que soy una tumba. Incluso fui psicólogo de muchas de ellas en sus momentos críticos como separaciones, nuevos amigos y otros conflictos. Y siempre mantuve la boca cerrada”, explica el uruguayo que nació en Punta del Este.
La lucha por querer ser “un niño más”
Cuando Charly -que en aquel entonces todavía lo llamaban Carlitos- fue a ver a su médico uruguayo, el profesional le indicó que “no había cura para el dolor”: “Simplemente, la prevención”. Entonces, debió tomar corticoides para internar paliar sus molestias físicas. Pero para él su tristeza era no poder jugar con los chicos de su edad. “Mi realidad era ver jugar a todos por la ventana...”.
Mientras su pequeño cuerpo se hinchaba producto del corticoides, le dijeron que podía practicar piano o natación “para no aburrirse”. “El piano era porque se trataba de un instrumento que podía tocar con facilidad y favorecía la movilidad de las articulaciones de las manos, y no su entumecimiento; y la natación era el único deporte en el cual no me podía lastimar, porque yo no podía golpearme”, sostiene quien eligió ambas actividades. “Mientras yo tocaba el piano, mi hermana patinaba”, lamenta.
“Un fin de año fuimos en familia a ver un show de patinaje artístico de mi hermana y quedé fascinado. ¡Eso era lo que yo quería hacer! ¡Yo quería patinar!", recuerda quien sufrió al escuchar cómo su médico le truncó su sueño: “Carlitos, te vas a romper todo".
A sus 14 años, edad en la que -según le explicaron los médicos- la enfermedad podía avanzar o retroceder, San Martín y su familia celebraron que la artritis reumatoide infantil “estaba empezando a dormirse”. Y aunque debía tener precaución a la hora de hacer deportes, recibió autorización para comenzar las clases de patín. “Me los puse y anduve como si hubiera patinado toda mi vida”.
Pocos meses más tarde, ganó su primera medalla internacional. Siguió practicando la disciplina hasta que llegó el momento en que sus padres le sugirieron que debía empezar a trabajar. Entonces, el verano del 2000 comenzó como auxiliar de recreación en un complejo vacacional en la playa, en donde un día se ausentó el profesor de baile y le propusieron que él lo reemplazara. “Nunca había tomado una clase en mi vida, pero obvio que dije que sí. Así que agarré el micrófono, subí a la tarima y empecé. Primero eran pocos, ¡pero a los 15 minutos ya eran muchísimo más!".
“Me fue tan bien que terminó alejándome de la playa y de las clases y me acercó a la parte de organización de ese tipo de eventos. Estaba cómodo: tenía mi casa, mi auto, mi pareja, mi perro”.
Jugársela por un sueño y terminar siendo el favorito de las famosas
“Un día, sentado en esa comodidad, vi el Patinando por un Sueño -certamen que conducía Marcelo Tinelli- y me di cuenta de que quería estar ahí”, recuerda quien logró ingresar al casting por medio de un conocido.
Quedó seleccionado pero había un detalle que debía resolver: todavía estaba viviendo en Uruguay. Sin embargo, ese no fue un inconveniente. “Tuve que venir a la Argentina, lo hice y me atrapó la vorágine del trabajo”, destaca quien participó en la edición del 2008 junto a Dallys Ferreira.
“Tuve un año muy exitoso y al tiempo una amiga me propuso llevar mis clases de baile en la playa a un salón así que abrí un gimnasio en Buenos Aires y funcionó”, continúa quien en 2012 recibió a sus primeras alumnas famosas: Pampita y Claudia Villafañe.
“No recuerdo quién llegó primero, pero sé que fueron por recomendación de conocidas de ellas. Y así se fueron sumando el resto de las artistas a las que hoy les doy clases”.
Con los primeros grupos de baile que organizó llegó a competir y ganó medallas internacionales. Y, según su relato, hizo el clic cuando un hombre de 60 años le agradeció “porque no se movía hacia 30”. “Me retrajo a mí cuando era chico y no me podía mover”, cuenta Charly, que está en pareja hace dos años con Jorge Noval Álvarez, un importante diplomático español.
“Nos conocimos porque su prima es alumna mía. Yo decía que él era un embole porque era diplomático y él, que yo era un bailarín y estaba para la joda. Después de seis meses en los que ella nos insistió, aceptamos una cena y desde ese momento no nos separamos nunca más. Fue amor a primera vista”, dice sobre su pareja, con quien se casará el próximo 24 de abril.
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