El lunes comenzó Separadas, la novela que cuenta la historia de siete mujeres cuyas vidas se entrelazan a partir de ser víctimas de un fraude inmobiliario. El elenco encabezado por Marcela Kloosterboer, Celeste Cid y Agustina Cherri también cuenta con Sebastián Estevanez, Mariano Martínez y Ludivico Di Santo. Y en el contexto de la presentación de la serie, los tres hablaron con Teleshow, y confesaron aspectos desconocidos.
“Tengo menos presión: si escucho que alguien se queja de algo, no me siento parte del conflicto”, dice entre risas Sebastian Estevanez, que tras 17 años en Telefe y en la productora familiar cruzó de vereda: el la ficción de El Trece se transformó en Miguel Cardozo, un plomero que enamorará a Clara, el personaje interpretado por Monica Antonópulos.
—El punto de unión en la historia es una estafa. En lo personal, ¿te estafaron alguna vez?
—Sí. Con algo económico. La sensación es de una impotencia enorme.
—¿Alguien cercano o algo en lo que habías invertido?
—Algo en lo que había invertido. La sensación es horrible. Es lo peor que te puede pasar. No sabés bien para dónde salir porque lo llevás a la Justicia y no termina más. O termina en un tiempo muy largo, y te seguís haciendo mala sangre. Quería ir a buscarlo. No podía dormir.
—Y vos, ¿qué hiciste?
—Hay casos que los tenés que llevar porque no queda otra. Yo lo dejé en manos de Dios. Es algo medio reciente, dejé que el Barba decida.
Mariano Martínez por su parte se pone en la piel de Diego Pereyra, un agente encubierto que se hace pasar por arquitecto para descubrir qué hay detrás de las estafas inmobiliarias de Fausto Valdés (Marco Antonio Caponi). Pereyra, cuyo nombre real es Joaquín Osorio, está casado con Victoria (Laura Azcurra), y tiene una hija. Entonces, tratándose de Mariano, ¿quién mejor para interpretarla que Olivia, su hija en la vida real, la misma que viene mostrando sus dotes artísticas hace tiempo?
“Nos enteramos de casualidad del casting. No estaba claro cuando empecé a grabar si iba a tener familia, por la doble vida. Ellas saben que yo soy policía, pero no que soy espía”, cuenta el actor sobre cómo supo de la existencia del personaje que terminó encarnando su hija. “Me entero por Seba Estevanez, que me dice: ‘Hay un casting para hacer de tu hija. La hija de un amigo va a ir’. Olivia estaba ahí, escuchó, y me dijo: ‘Papá, yo quiero hacer ese casting’. Yo no quería que arranque tan chiquita a trabajar, y la mamá (Juliana Giambroni) tampoco”.
—¿Cómo se definió?
—Fue una charla de dos días hasta que nos decidimos. Estaba buena la oportunidad por un montón de cosas que tiene a favor. Hablé con Paula Gránica, la productora, y le pedí hacer el casting. Lo íbamos a hacer juntos, cuando llegué ya lo había hecho con otro chico. Me dijo la productora: “Estuvo bárbara, si querés lo hace con vos, ya que estás acá”. “Bueno”, le digo. Y quedó.
—¿Cómo hace con el colegio?
—(Su papel) lo hace durante el verano. La historia es muy grande, somos muchísimos, y las protagonistas son las chicas. Por ahí se puede pilotear durante el año si llega a avanzar mucho la historia y se necesita que esté y aparecerá en las vacaciones de invierno.
—¿Qué te pasa a vos como papá?
—Soy muy baboso. Es alucinante poder compartir esta pasión y estar en este momento en una novela de Polka tan importante. Debutando ella como actriz, haciendo de padre e hija. Con un equipo que yo conozco desde que tengo 15 años.
—Olivia tiene 10 años. ¿No se cansa? ¿No se aburre?
—No, ayer grabamos mucho, y no sabés cómo se manejó, como si toda la vida lo hubiese hecho.
—¿Le das consejos?
—Le dije que se divierta, que sea respetuosa con ella, con sus compañeros, que es algo que le gusta y que nunca pierda de vista que es un juego, que es una diversión. Pero al mismo tiempo respeto; siempre, ante todo.
—¿Qué van a hacer con la plata?
—Se la vamos a guardar para cuando sea más grande. De hecho ella ya hizo una campaña de una marca de ropa, que fue donde debutó artísticamente, y es así. La más chica (Alma, de dos años y medio) también. Todo lo que hagan. Aparte lo hacen porque les gusta, no por otra cosa.
—En Polka pasaste muchas cosas. ¿Cuál es el mejor consejo que te dio Adrián Suar?
—La simpleza. Es un buen consejo para la vida en general. A veces uno complica todo y las cosas son más simples. Esa claridad él siempre la tuvo, la historia lo cuenta.
Ludivico Di Santo es Pedro Moret, un abogado penalista dueño de una cervecería intimo amigo de Luján, el personaje interpretado por Kloosterboer, con el que mantienen una relación de muchísimos años que se pone en juego cuando el sexo entra en escena.
—¿Cómo te sentís con volver a hacer tele?
—Bien, contento. Es un lugar en el cual yo me siento cómodo. Excepto un par de compañeros que no conocía, después había laburado con mucha gente. Me divierte y me ordena.
—La historia gira a partir de una estafa. En la vida real, ¿a vos te estafaron alguna vez?
—Emocionalmente todos hemos sido estafados.
—¿Cómo reaccionás a eso?
—Son como las etapas de la borrachera. Debe haber una cosa de etapas de estafados. Primero con enojo. Mucho. Después con dolor. Después con angustia. Después con resignación. Y finalmente, la superación. Un aprendizaje. Uno se vuelve muy sabio en el mejor de los casos.
—¿Te llevás bien con el post borrachera?
—No, me llevo muy mal. Por eso no tomo mucho alcohol.
—¿Cómo eras en la adolescencia?
—Yo me crié en un pueblo, en Lincoln, al noroeste de la provincia de Buenos Aires. Todo mucho más tranquilo que acá.
—No le diste dolores de cabeza a tus padres.
—No, porque era todo caminando, todo quedaba cerca. Mi casa quedaba a tres cuadras del boliche.
—¿A qué edad viniste para acá?
—18. Vine a estudiar Comunicación Social.
—¿Y cómo terminaste en la actuación?
—Claramente la Comunicación Social no era lo mío (risas). Mi viejo me llevaba mucho al teatro y al cine; en algún momento empecé a estudiar teatro y fue por ahí.
—¿Te acordás qué hiciste con tu primer sueldo importante dentro de la actuación?
—Vivir.
—Hacés de abogado penalista, ¿te ha tocado contratar abogados?
—No. Una vez tuve la oportunidad por un problema laboral. Me quebré el pie haciendo un comercial, unas gráficas para una marca que no vamos a nombrar, y no tenían ART. Estuve seis meses en cama y un año sin laburar.
—¿Y lo arreglaste con abogados?
—No, no arreglé nada. No tengo en mí… Estuve en contacto con un abogado, pero no. No tenía ganas de pelear, del pleito.
—Y la marca no se portó bien.
—Y no se portó bien. No se hicieron cargo de nada. Con los años, un poco pensé: “Qué boludo, tendría que haberlo hecho”. Pero la verdad que tampoco estaba en mi espíritu.
—Si alguna vez te tocara contratar un abogado penalista…
—Quiero al más malo de todos (risas).
—Pero en Separadas no te tocó hacer del más malo de todos: sos un bueno defendiendo una causa justa.
—Soy un bueno que está defendiendo una causa noble, la causa de las chicas, porque también fui estafado.
—El corazón, ¿cómo está? ¿Estás en pareja? ¿Estás soltero?
—Bien.
—Tu tema preferido para que charlemos...
—Sí. Estoy separado.
—¿Feliz? ¿En un buen momento?
—Sí, sí, en un buen momento.
—¿Con ganas de volver a enamorarte?
—Estoy muy bien.
—En un acto de bondad te voy a cambiar de tema, porque estás sufriendo.
—Gracias (risas).
—¿Cómo te llevás con el ritmo de la tira?
—El ritmo de la tira te pone creativo, resolutivo. A mí me ordena.
—Trabajar de lo que a uno le gusta es maravilloso.
—Eso es un montón. Uno tiene que ser agradecido, bendecido, y sentirse así: soy un afortunado.